Estimados amigos:
¡Quién no conoce o al menos no ha oído hablar del
célebre púlpito de San Blas, en el concurrido barrio de artesanos y artistas del mismo nombre, en la ciudad del Cusco! Primorosamente tallado en cedro por manos de un eximio maestro indígena, esta auténtica joya del barroco americano es la admiración del mundo entero.
En esta edición les ofrecemos su maravillosa historia, que una persistente tradición de padres a hijos ha conservado hasta nuestros días. Además,
en la sección Vida de Santos, evocamos la legendaria figura de San Blas: como médico, obispo y mártir de la fe. Para que al conocerlo más, lo invoquemos en nuestras necesidades. No apenas materiales, como las enfermedades de la garganta, sino también espirituales: intemperancias en la bebida, angustias de pecados mortales ocultados, respeto humano para confesar nuestra fe, etc.
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A respecto de la pobreza, mucho se ha dicho y escrito en todos los tiempos. Pero Nuestro Señor Jesucristo pronunció una sentencia lapidaria: «porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros», (Mt 26, 11; Jn 12, 8). Eso no significa que no debamos hacer nada por solucionar el hambre y la angustia que derivan de la pobreza: «y podéis socorrerlos cuando queráis», añade San Marcos (14, 7). Es lo que la Iglesia Católica ha hecho a lo largo de los siglos.
Paradigmática en este sentido fue la vida de San Francisco de Asís, siervo perfecto de la Dama Pobreza. Pero así como algunos altruistas la amaron y lucharon para mitigar sus efectos en el prójimo, otros la utilizaron como pretexto para sus fines siniestros… Para ahondar sobre este tema de gran actualidad,
trascribimos una esclarecedora entrevista al Dr. Carlos Patricio del Campo.
En Jesús y María,
El Director