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Devociones marianas en el mundo |
Aparición de la Virgen a san Ildefonso, Bartolomé Esteban Murillo, 1655 – Óleo sobre lienzo, Museo del Prado, Madrid |
Artículo de portada
San Ildefonso de Toledo El padre Ribadeneyra, discípulo y biógrafo de san Ignacio de Loyola, llama a san Ildefonso —cuya fiesta conmemoramos el día 23 de enero— “luz de España, espejo de santos prelados, gloria de su Iglesia, ornamento de su patria y devotísimo capellán de la Virgen Nuestra Señora”... |
Palabras del Director V
Estimados amigos:
Entre las admirables prerrogativas con que Dios adornó a su Santísima Madre sobresale el de su virginidad. Desde tiempos inmemoriales hubo en la Iglesia varones apostólicos que la exaltaron. La creencia constante es que María fue virgen antes, durante y después del parto. Pero fue en el siglo VII, al calor de las discusiones teológicas, que la Providencia suscitó al más grande de sus panegiristas: San Ildefonso de Toledo, de quien se ocupa en esta edición la sección Vidas de Santos.
La virginidad de María ha sido para los fieles devotos de todos los siglos uno de sus grandes privilegios. Por eso es que la designamos como “Virgen María“, “Santa Virgen” o “Santísima Virgen”, con familiaridad y ternura la llamamos “Virgencita”, o para referirnos a Ella, simple y llanamente decimos: “La Virgen”.
Al respecto, nos ilustra Emile Neubert SM, en su magistral obra “María en el Dogma”:
“En una de las más populares plegarias a María, las letanías lauretanas, más de la cuarta parte de las invocaciones recuerdan su pureza virginal, y esta es pureza celebrada a porfía en los cánticos más dulces: ‘Inviolata, integra et casta es Maria’.
“María no solamente es virgen, es la Virgen de todas las vírgenes. Ya antes de la concepción de Jesús, su virginidad era incomparablemente superior a cualquier otra virginidad. A partir de la Encarnación, ella fue una virginidad absolutamente única: una virginidad milagrosa, una virginidad fecunda y fecunda en Dios.
“Por amor a la pureza virginal, María había renunciado a los goces de la maternidad. Pues bien, a causa misma de esta virginidad, Ella conoció los goces de una maternidad que debía superar infinitamente a toda otra maternidad: Virgen, Ella fue Madre de Dios y Madre de una innumerable multitud de hijos de Dios”.
En Jesús y María,
El Director
Estimados amigos:
Entre las admirables prerrogativas con que Dios adornó a su Santísima Madre sobresale el de su virginidad. Desde tiempos inmemoriales hubo en la Iglesia varones apostólicos que la exaltaron. La creencia constante es que María fue virgen antes, durante y después del parto. Pero fue en el siglo VII, al calor de las discusiones teológicas, que la Providencia suscitó al más grande de sus panegiristas: San Ildefonso de Toledo, de quien se ocupa en esta edición la sección Vidas de Santos.
La virginidad de María ha sido para los fieles devotos de todos los siglos uno de sus grandes privilegios. Por eso es que la designamos como “Virgen María“, “Santa Virgen” o “Santísima Virgen”, con familiaridad y ternura la llamamos “Virgencita”, o para referirnos a Ella, simple y llanamente decimos: “La Virgen”.
Al respecto, nos ilustra Emile Neubert SM, en su magistral obra “María en el Dogma”:
“En una de las más populares plegarias a María, las letanías lauretanas, más de la cuarta parte de las invocaciones recuerdan su pureza virginal, y esta es pureza celebrada a porfía en los cánticos más dulces: ‘Inviolata, integra et casta es Maria’.
“María no solamente es virgen, es la Virgen de todas las vírgenes. Ya antes de la concepción de Jesús, su virginidad era incomparablemente superior a cualquier otra virginidad. A partir de la Encarnación, ella fue una virginidad absolutamente única: una virginidad milagrosa, una virginidad fecunda y fecunda en Dios.
“Por amor a la pureza virginal, María había renunciado a los goces de la maternidad. Pues bien, a causa misma de esta virginidad, Ella conoció los goces de una maternidad que debía superar infinitamente a toda otra maternidad: Virgen, Ella fue Madre de Dios y Madre de una innumerable multitud de hijos de Dios”.
En Jesús y María,
El Director
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino