|
Devociones marianas en el mundo |
El Salvador con la Eucaristía, Juan de Juanes, 1545-1550. Óleo sobre tabla, Museo del Prado, Madrid |
Artículo de portada
Institución de la Eucaristía En esta última cena, el Salvador dio a los hombres la señal más evidente del amor que les profesaba, instituyendo el Sacramento de la Eucaristía... |
Palabras del Director V
Estimados amigos:
La devoción a la Sagrada Eucaristía está estrechamente relacionada con los acontecimientos de Fátima.
Ya en la tercera aparición del Ángel de Portugal a los tres pastorcitos, este se presenta sosteniendo una hostia y un cáliz. Y cuando les dice: —“Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios”, reparte la hostia a Lucía, y el contenido del cáliz se lo da a beber a Jacinta y a Francisco.
El 13 de julio de 1917, la Santísima Virgen habló por primera vez de la Comunión Reparadora de los primeros sábados. En 1925 le indicó a Lucía cómo practicar esa devoción, que fue aprobada oficialmente por el obispo de Leiria el 13 de setiembre de 1939. Esta fue la promesa de la Virgen:
—“A todos aquellos que durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la sagrada comunión, recen el rosario y me acompañen quince minutos meditando sus misterios con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirlos en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación”.
“Jesús escondido”, era la tierna y conmovedora expresión con que los tres niños designaban al Santísimo Sacramento.
Cuenta la hermana Lucía en sus Memorias que Francisco, poco antes de morir, tenía verdaderas ansias de recibir la comunión. Luego que el párroco se la llevó, le dijo a su prima: —“Hoy soy más feliz que tú porque tengo en mi pecho a Jesús escondido”.
Durante la última enfermedad de Jacinta, le llevó una estampa con un cáliz y una hostia. La pastorcita la cogió, la besó y radiante de alegría le dijo: —“Es Jesús escondido, le quiero tanto. ¡Cuánto desearía recibirlo en la iglesia! ¿En el cielo no se comulga? Si se comulgara allí, yo comulgaría todos los días. ¡Y si el Ángel fuese al hospital a llevarme otra vez la sagrada comunión, qué contenta me quedaría!”.
A respecto de la Eucaristía, encontrarán en la sección Verdades Olvidadas unas meditaciones de san Pedro Julián Eymard y en la sección Historia Sagrada una narración de Don Bosco sobre la institución de este sacramento durante la última cena.
En Jesús y María,
El Director
Estimados amigos:
La devoción a la Sagrada Eucaristía está estrechamente relacionada con los acontecimientos de Fátima.
Ya en la tercera aparición del Ángel de Portugal a los tres pastorcitos, este se presenta sosteniendo una hostia y un cáliz. Y cuando les dice: —“Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios”, reparte la hostia a Lucía, y el contenido del cáliz se lo da a beber a Jacinta y a Francisco.
El 13 de julio de 1917, la Santísima Virgen habló por primera vez de la Comunión Reparadora de los primeros sábados. En 1925 le indicó a Lucía cómo practicar esa devoción, que fue aprobada oficialmente por el obispo de Leiria el 13 de setiembre de 1939. Esta fue la promesa de la Virgen:
—“A todos aquellos que durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la sagrada comunión, recen el rosario y me acompañen quince minutos meditando sus misterios con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirlos en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación”.
“Jesús escondido”, era la tierna y conmovedora expresión con que los tres niños designaban al Santísimo Sacramento.
Cuenta la hermana Lucía en sus Memorias que Francisco, poco antes de morir, tenía verdaderas ansias de recibir la comunión. Luego que el párroco se la llevó, le dijo a su prima: —“Hoy soy más feliz que tú porque tengo en mi pecho a Jesús escondido”.
Durante la última enfermedad de Jacinta, le llevó una estampa con un cáliz y una hostia. La pastorcita la cogió, la besó y radiante de alegría le dijo: —“Es Jesús escondido, le quiero tanto. ¡Cuánto desearía recibirlo en la iglesia! ¿En el cielo no se comulga? Si se comulgara allí, yo comulgaría todos los días. ¡Y si el Ángel fuese al hospital a llevarme otra vez la sagrada comunión, qué contenta me quedaría!”.
A respecto de la Eucaristía, encontrarán en la sección Verdades Olvidadas unas meditaciones de san Pedro Julián Eymard y en la sección Historia Sagrada una narración de Don Bosco sobre la institución de este sacramento durante la última cena.
En Jesús y María,
El Director
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino