Estimados amigos:
Cansados de la “comida rápida” —que algunos no dudan de tildar de “comida chatarra”— los paladares del mundo entero
se vuelven con nostalgia hacia la comida tradicional. Hastiados, quizás, de tanta pobreza culinaria, de ingredientes escasos y
de mala calidad, de cocineros improvisados, de recetas simplonas, de tanta hamburguesa
y salchipapas, que no dan lugar al pensamiento y a la trascendencia, parece que
nuestros contemporáneos finalmente han comprendido que comer es mucho más que
alimentarse. Que se trata más de un acto social, que de una función fisiológica. Y que
nada contribuye más a la división en una familia, que encender la televisión a la hora
de las comidas; máxime cuando cada uno quiere comer viendo “su” televisión…
Y no olvidemos que la buena mesa tiene además un saludable efecto espiritual, como
manifestación de virtudes de quien la prepara y la sirve, y sobre todo porque no
sólo congrega sino que une a la familia, especialmente cuando es acompañada de una
amena e interesante conversación.
Sobre este apetitoso tema, versa el siguiente artículo, fruto de la centelleante
pluma de Nelson Fragelli; que junto a los artículos sobre
la Virgen de la Almudena
—muy venerada también en el Cusco— y
la Fiesta de Todos los Santos, componen el menú principal del presente número.
En Jesús y María,
El Director