Estimados amigos:
La magnífica victoria de Lepanto en 1571,
inspiró al gran Papa San Pío V el establecimiento
de la fiesta de
Nuestra Señora de las Victorias.
Del mismo modo, en agradecimiento a la Madre de
Dios, añadió la jaculatoria Auxilium Christianorum
– “Auxilio de los cristianos” a las letanías lauretanas
en honor a la Virgen María. Tres siglos después,
San Juan Bosco levantaba en la ciudad de Turín,
con milagros y limosnas, el célebre Santuario de
Maria Ausiliatrice – “María Auxiliadora”.
Entre uno y otro acontecimiento, Luis XIII
erigió en París una iglesia también dedicada a
Nuestra Señora de las Victorias, en acción de
gracias por haber vencido a los enemigos de la fe,
en el famoso cerco de La Rochelle de 1628.
Hoy les invito a emprender un viaje a la capital
francesa, la llamada ciudad luz, para conocer tal
maravilla. Lo haremos en compañía de un maestro
cicerone, Nelson Ribeiro Fragelli, quien ya nos ha
deleitado con diversos artículos suyos.
Francia tiene un atractivo particularmente
grato para nosotros. Se dice que el Perú es la
Francia de América. Ni una ni otra cosa es por
mera casualidad, como tampoco lo es que los bebés
vengan de París… Lamentablemente, como decía
Talleyrand, existen dos francias separadas por un
río de sangre. La nuestra, la Francia que tanto
amamos, es la Francia de la civilización cristiana.
Es la Francia de San Luis IX, de Santa Juana de
Arco, de Santa Teresita del Niño Jesús y de San Luis
María Grignion de Montfort.
Y el París por la cual suspiramos, es el de la
catedral de Notre-Dame, de la Sainte Chapelle, de
la capilla de la Rue du Bac; de los grandes palacios
y de las magníficas alamedas.
En las páginas centrales, realizaremos una
peregrinación virtual a la Basílica de Nuestra
Señora de las Victorias, traspondremos su umbral y
nos dejaremos penetrar por su ambiente interior.
En Jesús y María,
El Director