Estimados amigos:
«Sed astutos como las serpientes, y sencillos como las palomas», enseña Nuestro Señor en el Evangelio (Mt 10, 16). Sin embargo, en muchos ambientes católicos se insiste —casi ad nauseam— en la “sencillez de la paloma”, pero casi no se predica sobre la “astucia de la serpiente”. ¿La sencillez es una virtud? Es obvio que sí, nadie lo niega. ¿Pero por qué no se propaga que la astucia serpentina también es una gran virtud evangélica? ¿Por qué no se difunde que nuestro Divino Redentor fue el máximo ejemplo de esa virtud?
El hecho de considerar apenas la mansedumbre (como la del cordero) de Nuestro Señor Jesucristo, y no su fortaleza (como la del león), constituye una deformación del espíritu bastante común en los referidos ambientes. Esto es una grave laguna que persiste desde hace mucho tiempo, y que degeneró en el llamado “progresismo” católico. El cual consiguió introducirse en la Iglesia, justamente a causa de la falta de vigilancia y fortaleza de los católicos. De ahí la importancia trascendental de la presente materia para que los católicos entiendan mejor lo que hoy está sucediendo.
Ya en la década de 1940 Plinio Corrêa de Oliveira denunciaba enérgicamente esa visión unilateral y mutilada, presentada como proveniente del Evangelio, según la cual nuestro Redentor habría enseñado apenas la divina virtud de perdonar, pero nada predicó sobre la virtud —no menos divina— de amenazar y castigar. Es un error patente: misericordia no significa impunidad sistemática del mal.
Tales denuncias culminaron en el libro En Defensa de la Acción Católica, que salió a luz en 1943 con un prefacio de Mons. Benedetto Aloisi Masella (Nuncio Apostólico en el Brasil) y recibió posteriormente una carta de encomio, escrita en nombre del Papa Pío XII, por Mons. Giovanni Battista Montini (Sustituto de la Secretaría de Estado del Vaticano), el futuro Papa Paulo VI. El autor, que entonces presidía la Acción Católica de São Paulo, demuestra su tesis basado en las Sagradas Escrituras. Como en aquel tiempo circulaba, a la sordina, que solamente en el Antiguo Testamento se habla de castigo, mientras que en el Nuevo Testamento apenas había lugar para el perdón, el Prof. Corrêa de Oliveira dedica la parte final de su obra a refutar esa falsa visión, apoyado principalmente en citaciones del Nuevo Testamento.
La materia que presentamos en este número especial de Tesoros de la Fe está compuesta por extractos de esa parte, cuidadosamente seleccionados para servir como tema de meditación para la Cuaresma. Deseamos a ustedes una provechosa lectura, que consideramos de suma importancia para la vida espiritual del verdadero católico. Meditando estos textos, dispondrán de un auxilio sustancioso para formarse una visión completa de las enseñanzas de Jesucristo, adorable en todos sus aspectos, tanto en su mansedumbre como en su enérgica execración del mal.
En Jesús y María,
El Director