“Virgen” de Jacques Lipchitz. El autor la describe con estas palabras: “Del pico de la paloma penden tres fragmentos del cielo estrellado que se juntan, formando un corazón vuelto con la punta hacia lo alto, del cual emerge la Virgen con los brazos abiertos para el mundo. El conjunto es llevado por ángeles en pleno vuelo”. La extravagancia de la idea general y de los pormenores es chocante. El cuerpo de la imagen, su gesto, nada deja trasparecer la pureza y la inigualable dignidad de la Madre de Dios. La imagen no instruye, no forma, no atrae.
¿Quién podría decir lo mismo del otro cuadro, que representa a Nuestra Señora Dolorosa, de autoría de Simón Marmion, pintor del siglo XV? Sin pretender hacer un comentario artístico, analizamos el contraste entre las mentalidades expresadas en una y otra imagen, a fin de hacer sentir a los lectores hasta qué punto las aspiraciones de las cuales nace y los rumbos hacia donde camina el arte moderno desvían y deforman la verdadera piedad cristiana.
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Todos los Santos |
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¿Muchos o pocos? El comentario que acompaña a esta fotografía, ¿tendrá muchos o pocos lectores? Es lo que nos preguntamos, al entregar a la apreciación de ellos el cuadro del pintor alemán Wilhelm Leibl, expuesto actualmente en el Museo Oskar Reinhart, Winterthur, Suiza... |
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La grandeza del rey dignifica al cocinero Vista del Castillo de Windsor desde el noroeste. La primera impresión es de un escenario para un cuento de hadas. La inmensidad del edificio, la delicadeza, todo, en fin, sugiere la sensación de que se está en presencia de algo que supera la realidad cotidiana... |
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“Jerusalén, Jerusalén…” Una concepción antiigualitaria del universo nos muestra como éste es una verdadera corte llena de nobles desiguales: unos son más nobles porque tienen más nobleza en su ser y otros son menos nobles... |
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