“Virgen” de Jacques Lipchitz. El autor la describe con estas palabras: “Del pico de la paloma penden tres fragmentos del cielo estrellado que se juntan, formando un corazón vuelto con la punta hacia lo alto, del cual emerge la Virgen con los brazos abiertos para el mundo. El conjunto es llevado por ángeles en pleno vuelo”. La extravagancia de la idea general y de los pormenores es chocante. El cuerpo de la imagen, su gesto, nada deja trasparecer la pureza y la inigualable dignidad de la Madre de Dios. La imagen no instruye, no forma, no atrae.
¿Quién podría decir lo mismo del otro cuadro, que representa a Nuestra Señora Dolorosa, de autoría de Simón Marmion, pintor del siglo XV? Sin pretender hacer un comentario artístico, analizamos el contraste entre las mentalidades expresadas en una y otra imagen, a fin de hacer sentir a los lectores hasta qué punto las aspiraciones de las cuales nace y los rumbos hacia donde camina el arte moderno desvían y deforman la verdadera piedad cristiana.
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Todos los Santos |
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Sed perfectos como vuestro Padre celestial LA LUMINOSIDAD DIÁFANA confiere a la naturaleza colores matizados y sombras discretas. Algo de la atmósfera primaveral sopla en el aire. ... |
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“Si vis pacem, para bellum” Cuando contemplamos aquellos altaneros castillos de la Edad Media —erguidos en las fronteras del Imperio Carolingio, en las márgenes del Rin o del Danubio, o en las rutas que las tropas del gran emperador seguían, para impedir el avance de los moros, dentro de la propia España— tengo la impresión de que esos castillos ¡aún palpitan con la batalla!... |
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