|
Devociones marianas en el mundo |
Vista nocturna de la basílica del Sagrado Corazón de Jesús en Paray-le-Monial, a orillas del río Bourbince, en la histórica región de Borgoña (Francia) |
Artículo de portada
Santa Margarita María Alacoque En el siglo XVII, el jansenismo —una especie de protestantismo mitigado, infiltrado dentro de la Iglesia— ocasionaba grandes daños entre los fieles. Destruía en las almas la noción de la misericordia de Dios y de la confianza filial que debemos tener hacia nuestro Padre Celestial... |
Palabras del Director V
Estimados amigos:
¿En qué estado se encuentra la educación religiosa de nuestros niños y jóvenes hoy en día? ¿Están siendo formados para cumplir los mandamientos de la ley de Dios o, indefensos ante las tentaciones, se volverán presas fáciles del demonio, el mundo y la carne?
En esta edición presentamos un esbozo de la vida de santa Margarita María Alacoque, que permitirá a padres y madres de familia reflexionar seriamente sobre la educación y formación que dispensan a sus hijos, responsabilidad que por cierto han adquirido ante Dios.
Nacida en Francia en 1647, esta santa es la principal propagadora del culto al Sagrado Corazón de Jesús, siendo considerada una de las mayores místicas de la Iglesia. Su vida heroica es un maravilloso ejemplo para todos los católicos. Desde muy pequeña fue gran devota de la Virgen María y, antes de cumplir la edad de 8 años, su mayor placer consistía en dedicar horas enteras a la oración. Su fe no se amilanó en absoluto al perder a varios hermanos y a su padre, ni cuando su familia pasó por graves dificultades financieras.
Como tantas veces sucede con las almas que buscan la gloria de Dios, no fue bien comprendida por su familia. A los 17 años de edad, su madre deseaba casarla. Margarita María se resistió durante tres años, hasta que finalmente convenció a los suyos de que su corazón y su destino estaban vinculados a Dios. En una época que sufría las consecuencias nefastas de la herejía jansenista, santa Margarita María se convirtió en la fiel difusora de los tesoros del Amor divino, abriendo una nueva era para la piedad católica.
Tal manifestación fue completada por otros mensajes posteriores de la Madre de Dios. Por desgracia, dichos mensajes no fueron correspondidos por la humanidad pecadora.
Pidamos, pues, a la Divina Providencia que intervenga cuanto antes y suscite nuevos santos, capaces de restaurar la civilización cristiana.
En Jesús y María,
El director
Estimados amigos:
¿En qué estado se encuentra la educación religiosa de nuestros niños y jóvenes hoy en día? ¿Están siendo formados para cumplir los mandamientos de la ley de Dios o, indefensos ante las tentaciones, se volverán presas fáciles del demonio, el mundo y la carne?
En esta edición presentamos un esbozo de la vida de santa Margarita María Alacoque, que permitirá a padres y madres de familia reflexionar seriamente sobre la educación y formación que dispensan a sus hijos, responsabilidad que por cierto han adquirido ante Dios.
Nacida en Francia en 1647, esta santa es la principal propagadora del culto al Sagrado Corazón de Jesús, siendo considerada una de las mayores místicas de la Iglesia. Su vida heroica es un maravilloso ejemplo para todos los católicos. Desde muy pequeña fue gran devota de la Virgen María y, antes de cumplir la edad de 8 años, su mayor placer consistía en dedicar horas enteras a la oración. Su fe no se amilanó en absoluto al perder a varios hermanos y a su padre, ni cuando su familia pasó por graves dificultades financieras.
Como tantas veces sucede con las almas que buscan la gloria de Dios, no fue bien comprendida por su familia. A los 17 años de edad, su madre deseaba casarla. Margarita María se resistió durante tres años, hasta que finalmente convenció a los suyos de que su corazón y su destino estaban vinculados a Dios. En una época que sufría las consecuencias nefastas de la herejía jansenista, santa Margarita María se convirtió en la fiel difusora de los tesoros del Amor divino, abriendo una nueva era para la piedad católica.
Tal manifestación fue completada por otros mensajes posteriores de la Madre de Dios. Por desgracia, dichos mensajes no fueron correspondidos por la humanidad pecadora.
Pidamos, pues, a la Divina Providencia que intervenga cuanto antes y suscite nuevos santos, capaces de restaurar la civilización cristiana.
En Jesús y María,
El director
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino