Calendario del Bicentenario “Perú es una tierra ensantada”
(Francisco I, Angelus, Plaza Mayor de Lima, 21 de enero de 2018)


< JUN JULIO AGO >

1 Hno. Miguel de Santo Domingo OP (1561-1648), religioso donado dominico, hijo de negra y español, natural del Cusco. El ilustre virrey Francisco de Toledo lo incorporó a su séquito durante la visita general y lo ocupó hasta el final de su gobierno, transcurrido el cual optó por el estado religioso. Las actas conventuales de Santo Domingo registran: “Que desde su misma infancia, hasta el año ochenta de su edad, dio grandes muestras de discreción y humildad. Así resplandeció con su ardentísima caridad, que mereció llamarse padre y refugio de los nuevos de nuestra Orden: Varón verdaderamente apostólico, que pasando las noches casi enteras insomne, las gastaba en la oración, el cual ni oprimido con gravísimas enfermedades, dejó jamás de asistir a los maitines de la medianoche”.1

2 Virgen del Aviso

El 2 de julio de 1687, en la casa de José Calvo de la Banda, oidor de la Real Audiencia, una pequeña imagen de la Virgen de la Candelaria amaneció con el rostro bañado en lágrimas y gran parte de Lima pudo verificar el milagro. Dichas lágrimas fueron interpretadas como el aviso del terrible terremoto que sacudió a la ciudad el día 20 de octubre del mismo año.

3 Milagro Eucarístico de Eten

En 1649, aparición —visible y real— del Niño Jesús en la hostia consagrada. Ocurrió en la víspera de la fiesta de Corpus Christi, en el pueblo de indios de la Magdalena de Eten, al norte de Chiclayo. Fue visto clara y distintamente por todo el pueblo, como lo certifican numerosos testigos en sus declaraciones.

4 Sor Isabel de Astete (+1619), religiosa agustina del Monasterio de la Encarnación. “Fue tan inclinada al retiro de la religión, que huyéndose de la casa de sus padres, caminó ochenta leguas hasta Lima por recibir el hábito. De su fervorosa vocación se puede conjeturar la observancia de su vida y perfección de sus virtudes, con que ilustraría las obligaciones de su estado. Imitó cuanto le fue posible a santa Catalina de Sena, de quien era muy devota, copiando en sus costumbres un vivo retrato de aquel milagroso prodigio de Toscana”.2

5 † Fray Luis López de Solís OSA (1535-1606), prelado agustino, natural de Salamanca. Llegó a Lima en 1558, fue misionero en el Alto Perú, catedrático de la Universidad de San Marcos, prior del convento de San Agustín y teólogo del III y IV Concilio Limense. Como obispo de Quito “llevó a cabo una multitud de proyectos que sus sucesores reconocerían como pioneros. Emprendió minuciosas visitas y exigió a los doctrineros el aprendizaje de la lengua quechua. Defendió a los indios, muchas veces marginados en sus derechos y, como consecuencia de ello, no faltaron detractores entre varios miembros del poder civil y aun entre algunos sacerdotes”.3

6 P. Baltasar de Espinosa SJ (1677-1709), sacerdote y misionero jesuita, natural de Pisco. Victimado en el Alto Perú, “cuando evangelizaba la tribu indómita y arisca” 4 de los movimas, junto a varios indios y al P. Tomás de la Rocca SJ , que murió un mes después a causa de las heridas recibidas.

7 P. Fr. Juan de Navarrete OFM (1527-1617), sacerdote franciscano de origen español, de extremada penitencia y heroicas virtudes. “Estando los frailes en la Capilla Mayor [del convento de la Recolección de Lima, en la víspera de la fiesta de la Asunción] dando gracias al Señor, después de comer, interrumpió Solano cantando y bailando las glorias de la Virgen con estupor de todos los presentes, el severo Juan Navarrete, quien creía propio de los recoletos gemir y llorar, le llamó la atención, pero Solano le dio dos grandes voces y le convidó a cantar y celebrar las glorias de María, lo que al punto hizo el austero fraile, cantando y bailando”.5

8 P. Fr. Baltasar de Contreras OSA (1547-1632), sacerdote agustino, natural de Medellín, en Extremadura. “Fue religioso de gran virtud y tan recatado, que todo el tiempo de su vida la ocultó a la desvelada curiosidad de los frailes de su convento. Después de difunto manifestó el cielo el tesoro escondido, porque estando ya para enterrarle el día nueve de julio de seiscientos treinta y dos entró por la puerta de la Iglesia gran número de gente, aclamándole santo y así persuadidos de la voz del pueblo le empezaron a reverenciar los que antes no le supieron conocer”.6

9 P. Fr. Francisco Antonio de la Peña OFM (+1748), misionero franciscano del convento de Ocopa, natural de Galicia. Junto al P. Tomás de Cañas dieron los primeros pasos para la fundación de un Colegio de Propaganda Fide en Chillán, en Chile.

10 P. Fr. Manuel Biedma OFM (+1687), intrépido sacerdote y misionero franciscano limeño. Emprendió diferentes expediciones, con el fin de abrir nuevas rutas hacia la selva. “Fundó numerosas misiones y puertos fluviales, en los cuales dejaba frailes, los cuales fueron conociendo las lenguas locales y confeccionaron las primeras gramáticas y vocabularios. Murió martirizado en 1687 junto con los padres Juan Vargas Machuca y José Soto, y los hermanos Pedro Álvarez y Pedro Lauretano, el negro Juan Benítez y varios jóvenes cristianos. Los mataron los piros, siminches y cunabos en la margen derecha del río Tambo, cuando se dirigían a fundar un centro misionero que sirviera de avanzada para las misiones del Ucayali”.7

11 † Mons. Francisco Rubén Berroa y Bernedo (1876-1958), obispo de Huánuco y posteriormente de Ica, natural de Omate. Estudió en Arequipa bajo la dirección del padre Hipólito Duhamel. Se recibió como abogado en la Universidad de San Agustín. Fue párroco de Chala y de Cayma, y director del diario arequipeño El Deber, en el que se enfrentó a liberales y protestantes (1911-22). Proclamó Rey de Huánuco al Señor de Burgos y consagró la diócesis al Sagrado Corazón de Jesús. Asimismo, este piadoso prelado edificó el santuario a Nuestra Señora del Rosario de Yauca, en Ica.

12 P. Fr. Gaspar de Carvajal OP (1500-1584), sacerdote y evangelizador dominico, natural de Trujillo en Extremadura. Llega al Perú en 1537 y pronto se une como capellán a la expedición que Gonzalo Pizarro dirigió a la región oriental de la Canela, donde acompaña a Francisco de Orellana en la epopeya del descubrimiento del Amazonas. Consignó la narración de sus peligros y aventuras en la Relación o Diario del Descubrimiento del gran río de las Amazonas. Según el juicio del P. Vargas Ugarte: “Su obra es inapreciable tanto bajo el punto de vista histórico como geográfico y, merecidamente, el nombre del gran río debe ir asociado al del dominico que fue el primero en dárnoslo a conocer por extenso”.8 Luego de tres años de ausencia, fray Gaspar regresó a su convento de Lima “con el rostro demacrado, el cabello encanecido y lamentando la pérdida de un ojo como consecuencia de un flechazo”. Pero en nada disminuyó su ímpetu apostólico. Felipe II confirmó su nombramiento como protector de los indios de Tucumán. Ocupó los más altos cargos en su Orden y “después de una virtuosa y ejemplar ancianidad”,9 entregó su alma a Dios.

13 Sor María Jacoba OSC (1570-1640), religiosa clarisa, natural de Huamanga. “Habíale tocado Dios el corazón de manera que era un perpetuo estímulo y despertador de todas las que veían sus ejemplos y oían sus palabras para servir más al Señor. Fue observantísima de su regla, constituciones y seguimiento de comunidades. En la mortificación era extremada, pues casi todo el tiempo que vivió en la Orden fue un perpetuo ayuno. No comió carne muchos años; con yerbas se sustentaba y un poco de pan”.10

14 San Francisco Solano OFM (ver San Francisco Solano, Tesoros de la Fe, nº 7, julio de 2002).

15 Lic. Francisco de Molina (+1600), médico y benefactor, fundador en 1552 del Hospital Real de San Andrés (Lima). “Atendía en su casa en el callejón de Santo Domingo a enfermos que carecían de recursos. El número de pacientes fue aumentando progresivamente y hubo que recurrir a la caridad pública y luego a la ayuda del virrey Andrés Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, quien le escogió un arrabal, le asignó algunas rentas comenzando la construcción por la edificación de las enfermerías. Agradecido Francisco de Molina, puso como nombre al naciente Hospital el nombre de su benefactor Andrés”.11

16 Nuestra Señora del Carmen

(ver La Mamacha Carmen de Paucartambo y La Virgen del Carmen de la Legua, Tesoros de la Fe, nº 7, julio de 2002 y nº 55, julio de 2006).

P. Fr. Elías del Carmen Passarell OFM (1839-1921), sacerdote y religioso franciscano descalzo, natural de Cataluña. Misionero apostólico y escritor apasionado. Entre sus obras se destaca La Regeneración Social por medio de María y Vida de la V. M. Sor Ana de los Angeles Monteagudo.

17 D. Luis Antonio de Oviedo y Herrera (1636-1717), militar y dramaturgo, nacido en Madrid. Llegó al Perú en 1667 para ocupar el cargo de corregidor de la ciudad de la Plata y de la villa imperial de Potosí. Por sus servicios a la corona, Carlos II le concedió el título de conde de la Granja. Como escritor se destacan dos de sus obras: Vida de Santa Rosa de Santa María y Poema sacro de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

18 P. Fr. Laureano Ibáñez OSA y P. Bernardo Reus SJ (+1644), ambos sacerdotes y misioneros, uno agustino y el otro jesuita. Muertos a flechazos por los indios chunchos de Apolobamba, cuando intentaban enseñarles la fe de Jesucristo.

19 P. Fr. Elías de la Eternidad OSA (+1644), sacerdote agustino, natural de Madrid. Vino al Perú en 1630 y se estableció en el colegio de San Ildefonso. “Publicó guerra sangrienta a los vicios, a los abusos y pecados públicos, predicando contra ellos con palabras eficaces, aunque sencillas y llanas”. Ejercía su ministerio “donde quiera que hallaba auditorio, así en las calles y plazas, como en las iglesias y cementerios”. Acompañado de un crucifijo, insistía en tres puntos sustanciales: “la gravedad del pecado mortal, la eternidad de las penas del infierno, la necesidad de la contrición y penitencia”.12 Con una vida ejemplar de penitente, apóstol y contemplativo hasta el último de sus días.

20 † D. Francisco Verdugo Cabrera (1561-1636), prelado español, natural de Carmona. “Su doble condición, de sacerdote del clero secular y legista, le permitió seguir una brillante carrera dentro del Tribunal de la Inquisición”. En 1601 fue designado para presidir dicha institución en Lima. “Su impecable labor inquisitorial le valió su elección como obispo de Huamanga. […] Comprometido con la salvación de los indios y preocupado por las condiciones de los evangelizadores, organizó cuatro visitas en su jurisdicción y celebró el primer sínodo local. […] La fama santa que había ganado en vida se vio incrementada, pues su cadáver mostró signos de incorrupción, motivo por el cual se abrió en Huamanga un proceso informativo de sus virtudes”.13

21 P. Fr. Juan del Canto OSA (1529-1614), sacerdote y misionero agustino, natural de la villa de Amusco. Uno de los doce fundadores de la provincia agustina del Perú. “Unas veces subía por laderas y ásperas sierras, hasta las cumbres nevadas, y otras bajaba hasta los profundos senos de los calurosos valles, por ganar las almas, así con la predicación, como con el ejemplo de su vida y virtudes: porque fue varón de fervorosa penitencia, de evangélica pobreza, de frecuente oración, de agradable mansedumbre y de perseverante paciencia”.14

22 Sor María de los Ángeles OSC (1620-1643), religiosa franciscana de Monasterio de Santa Clara de Lima. “En el año catorce de su vida, dejó María de los Ángeles el mundo, sus caricias y regalo de su casa, y se vino a la soledad de la Religión a dar principio en ella a la negociación del talento, que el verdadero Padre de familias le había entregado y donado, para que se le volviese con más aumento y ganancia, y tomó puerto en este Monasterio, donde en nueve años, que fue todo el tiempo que vivió en él (pues murió a los veinte y tres de su florida edad) fue el ejemplar de humildad, caridad, mortificación, modestia, silencio y devoción, que las abadesas ponían delante los ojos de las demás religiosas, para su fervor y aprovechamiento”.15

23 P. Fr. José Ramón Rojas OFM (1775-1839), sacerdote franciscano conocido por el apelativo de Padre Guatemala, por ser originario de Quetzaltenango. “Expulsado de su patria por no jurar la constitución liberal de la República Federal de Centroamérica, pasó al Perú en 1831”.16 Hizo brotar agua en un arenal iqueño, desde entonces llamado Pozo Santo. Alcanzó en vida fama de santidad.

24 † D. Manuel de Moscoso y Peralta (1723-1811), regidor, alférez real y alcalde ordinario de Arequipa, su ciudad natal. Al enviudar optó por el sacerdocio. Fue auxiliar de Mons. Salguero, obispo de Córdoba del Tucumán, en 1778 trasladado a la Ciudad Imperial y elevado posteriormente al arzobispado de Granada (España). Durante su gobierno en el Cusco ocurrió la sublevación del cacique de Tungasuca, José Gabriel Condorcanqui, por cuya conducta fue cuestionado por las autoridades españolas y después reivindicado.

25 P. Fr. Benito de Huertas OFM (+1620), sacerdote franciscano, natural de la villa de Porcuna. Llegó al Perú en 1589 en la armada del virrey García Hurtado de Mendoza, junto con san Francisco Solano y otros religiosos. Fue guardián de los conventos de Chuquisaca y de Lima, y provincial de San Antonio de loa Charcas. “Era prelado de grande y generoso ánimo, exactísima observancia, gran celador de la honra de Dios, de excelente ingenio y de prudencia maravillosa”.17 A raíz de su glorioso tránsito se obraron múltiples prodigios. Su cuerpo descansa en el convento del Cusco.

26 SS. Joaquín y Ana Padres de la Virgen María

27 P. Fr. Reginaldo de Pedraza OP (+1532), sacerdote y evangelizador dominico, natural de Sevilla. “Fue compañero incansable de Don Francisco Pizarro en la exploración que hizo de las costas del reino del Perú, desde el año 1524, y pasados cuatro años de peregrinación, en que padeció con todos los que andaban con Pizarro […]; le acompañó también en el viaje que hizo la vuelta de España, por el de 1528”,18 para reclutar a otros predicadores en la epopeya de la evangelización del Perú. Una real cédula, fechada el 11 de marzo de 1531, le nombró “Protector General de los Indios de la Provincia del Perú”.

28 Bicentenario de la Independencia

Nuestra Señora de la Paz (ver Nuestra Señora de la Paz: Patrona de El Salvador, Tesoros de la Fe, nº 103, julio de 2010).

29 Beato P. José Calasanz Marqués SDB (1872-1936), presbítero y misionero salesiano, natural de Azanuy (Huesca). Llevó a cabo la primera fundación salesiana en Cuba y fue provincial de su congregación en Perú y Bolivia (1923-25). De regreso a España, trabajó incansablemente en Cataluña. La gracia del martirio le alcanzó en Valencia, al comienzo de la Guerra Civil.

30 Hno. Antonio de San Pedro OdeM (1561-1622), donado mercedario, natural de Portugal. “Fue bautizado cristiano, pero cuando sus padres pasaron al judaísmo lo educaron en aquella religión. Trasladado a Lima se dedicó al comercio. Descubierto como judío observante fue arrestado por la Inquisición el 22 de marzo de 1604. Movido por la gracia, abjuró para volver a la religión católica. Como castigo de su error le impusieron tres años de penitencia pública que cumplió en el convento de la Merced de Lima como ayudante de cocina. Allí encontró al siervo de Dios Gonzalo Díaz de Amarante que lo instruyó en las verdades de la fe y en la práctica de las virtudes cristianas”.19 Vuelto a España, fue recibido en el convento de los mercedarios descalzos de Osuna.

31 Sor Ana María Rosa de Jesús Nazareno OP (1678-1731), religiosa dominica en Lima, natural de Huacho.


< JUN AGO >


“Divulgada la fama de Francisco [Solano] y aumentada con admirables hechos, huyendo y ocultándose, pretendía desvanecerla; y si no fuera por obedecer a sus superiores, no hubiera admitido los empleos en que le pusieron, hasta que fue enviado a Lima, Ciudad principal y Corte del Orbe Americano, en donde, como otro Jonás, les vaticinó a sus moradores, persuadiendo sus ánimos a que era llegada su última ruina, si no hacían penitencia. Mas con tal eficacia los redujo y persuadió, que sin tardanza alguna, todos hicieron seria penitencia de sus culpas” (Benedicto XIII, Ad fidelium Dei Servorum gloriam, 27 de diciembre de 1726).

 

Notas.-

1. Fr. Juan Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias, Imp. Tinassio, Roma, 1681-82, t. III, p. 354-355.

2. Manuel Tovar, Apuntes para la Historia Eclesiástica del Perú (Primera parte), Tipografía de “La Sociedad”, Lima, 1873, p. 83.

3. Rafael Sánchez-Concha B., Santos y Santidad en el Perú Virreinal, V&E, Lima, 2003, p. 168.

4. Juan María Lienhart CSSR , El Perú, tierra de santos, Lumen, Lima, 1962, p. 51.

5. Jorge Bernales Ballesteros, El primer convento recoleto en Lima, Boletín del IRA, nº 7, Lima, 1966, p. 99-100.

6. Tovar, op. cit., p. 75.

7. Gonzalo Ruiz Freites IVE , La Epopeya Misionera del Convento de Santa Rosa de Ocopa, in revista Diálogo, nº 52, diciembre de 2009, p. 95.

8. Rubén Vargas Ugarte SJ , Historia de la Iglesia en el Perú, Aldecoa, Burgos, 1960, t. I, p. 345.

9. Miguel A. Medina Escudero OP inhttp://dbe.rah.es/biografias/34272/gaspar-de-carvajal.

10. Diego de Córdova y Salinas, Crónica franciscana de las provincias del Perú (1651), AAFH, México, 1957, p. 856.

11. Agustín Iza y Oswaldo Salaverry in https://sisbib.unmsm.edu.pe/BVRevistas/anales/v61_n3/Hosp_Real_San_And.htm.

12. Sebastián de Portillo y Aguilar OSA , Chronica Espiritual Augustina, Imp. del V. P. Alonso de Orozco. Madrid, 1731-32, t. III, p. 109-110.

13. Sánchez-Concha, op. cit., p. 205-206.

14. Portillo y Aguilar, op. cit., t. III, p. 120.

15. Córdova y Salinas, op. cit., p. 901.

16. Sánchez-Concha, op. cit., p. 319.

17. Córdova y Salinas, op. cit., p. 384.

18. Meléndez, t. I, p. 24-25.

19. Cf. La Orden de Santa María de la Merced (1218-1992). Síntesis Histórica in www.mercedaragon.org.


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Grandeza, Señorío y Santidad

Al conmemorarse el Bicentenario de la Independencia, la campaña El Perú necesita de Fátima quiere honrar de un modo especial a quienes de una u otra forma han colaborado para hacer grande el nombre del Perú, destacando cada día el nombre de uno de ellos. Sin embargo, como los 365 días nos quedan cortos para mencionarlos a todos, hemos tenido que proceder a una compleja selección. Escogiendo de preferencia el día de su fallecimiento y cuando esto no era posible una fecha próxima.

Hago hincapié en que no se trata de un santoral, como los que esta publicación ha consignado antes. Se trata simplemente de una mención honrosa, extraordinaria, debida a la importante efeméride.

Queremos, sin embargo, destacar particularmente las figuras de los más olvidados, a muchos de los cuales la incuria de los tiempos ni siquiera les honró con una calle que perpetúe su memoria. En su mayoría nacieron o murieron en nuestro suelo; otros vivieron en él o lo recorrieron lo suficientemente como para identificarse y amar esta tierra.

Encabezan esta dilatada legión de almas, como auténticas lumbreras, los santos, beatos, venerables y siervos de Dios, ya reconocidos por la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. A los demás les debemos un reconocimiento meramente humano. A los primeros les pedimos su intercesión y a los segundos les ofrecemos nuestras oraciones, para que juntos algún días podamos todos gozar de las misericordias de Dios.

Son los evangelizadores que padecieron los mayores trabajos y fatigas para expandir e irradiar el cristianismo por valles, quebradas y montañas.

Son los religiosos y seglares, de uno y otro sexo, de todas las edades, razas y condiciones sociales, que practicaron las virtudes en grado heroico y alcanzaron la eterna bienaventuranza.

Son los prelados y gobernantes que velaron por el progreso espiritual y material de la nación.

Son las mujeres que en la clausura de sus monasterios ofrecieron una vida de recogimiento, oración y sacrificios para aplacar la justicia divina.

Son los mártires de la fe, que vertieron su sangre por la propagación del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.

Finalmente, son los cronistas, literatos, artistas, poetas y escritores que transmitieron con fidelidad a las generaciones futuras las glorias y epopeyas de nuestra historia.

Asimismo, hemos querido destacar algunas de las advocaciones y fiestas católicas más populares. Tanto las provenientes del Viejo Mundo y que echaron raíces profundas en nuestro medio, como las que surgieron en el Perú en los últimos cinco siglos.

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Ciertamente, la enumeración de tantos personajes y el motivo de nuestra elección, despertará en muchos lectores el deseo de conocer algunos de sus rasgos más notables.

Con esto pretendemos rendir un homenaje al Perú en el del Bicentenario de su Independencia. ¡Viva el Perú católico!





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