|
Plinio Corrêa de Oliveira
Parece que esta fotografía fue tomada un día de calor tórrido en Roma, ya que el ambiente está completamente soleado, con la cúpula de la Basílica de San Pedro inundada de sol. San Pío X aparenta estar con los ojos ligeramente retraídos, debido al exceso de luz. La palmera parece un poco cansada de tanto tomar sol. Distinguidísima, ostenta una buena proporción entre las hojas, y es como un magnífico pero sereno chorro vegetal. No se mueve, dando la impresión de haber alcanzado la plenitud de la vitalidad. Está para el resto de la vegetación, como la cúpula para el conjunto del cuadro. En aquellos días de mucho calor, todas las cosas sobre las que incide el sol adquieren cierta estabilidad. Imagen de la propia estabilidad y del dominio de este Papa santo, porque da la impresión de que es eterno. La cúpula da esa impresión de estabilidad. Representa el triunfo eterno de la Iglesia y del Papado, como si dijera: “¡Nadie me mueve, soy una cúpula eterna!”. San Pío X parece tener en sí toda la estabilidad, firmeza y fuerza de la cúpula y de la palmera. Firmemente plantado sobre los pies, la cabeza erguida sobre el tronco erecto, la mirada serena pero fuerte. En esta foto del Sumo Pontífice podría anotarse lo que los romanos inscribían bajo ciertas columnas: Mole sua stat (esta en pie por sí misma). Él posee una fuerza sobrenatural que no es suya, pero con la cual parece reducir a nada la cúpula, la palmera, el sol y todo lo que le rodea, aunque ordenando el conjunto; tal es su seguridad. Un santo que posee las virtudes teologales y cardinales, practicándolas en grado heroico. El Papa representa una nota de albura dentro de lo oscuro de la capa, que lleva de una manera especialmente hermosa. Una albura que combina con el blanco del cabello y de las cejas. Es un santo en el esplendor plateado de sus canas. Sostiene ambos lados de la capa como un hombre que domina los acontecimientos. Sujeta y domina, como sujetó y dominó la herejía del modernismo. Su figura irradia algo de sobrenatural, que fundamenta una interpretación del resto del cuadro. Es la irradiación de un santo.
|
Sta. Bernadette Soubirous La vidente de la Virgen de Lourdes |
|
Santa Bernardita: testimonio vivo de las apariciones de Lourdes La Salette (1846), Lourdes (1858) y Fátima (1917), las tres grandes apariciones de la Santísima Virgen en los tiempos modernos. Tres mensajes, tres secretos, seis pastorcitos… Pareciera que la Madre de Dios quiso mostrar su preferencia por las almas puras y sencillas de niños alejados del contexto de las ciudades... |
|
Nuestra Señora de la Buena Guardia Más de medio siglo antes del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, en los bosques considerados sagrados de Longpont, en las proximidades de Lutecia... |
|
La vida del Divino Salvador comenzó en medio de afrentas Jesucristo en su Encarnación, en su Natividad y en toda su vida aceptó voluntariamente ser anonadado por otros... |
|
San Albino de Angers El primer biógrafo de san Albino fue san Venancio Fortunato (530-609), obispo de Poitiers, poeta y compositor de himnos latinos... |
|
En ningún caso es lícito inducir a otro a pecar En una sociedad paganizada como la actual, el bien y el mal coexisten —por desgracia, con un mayor predominio del mal— como en la parábola de la cizaña y el trigo... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino