Obispos, sacerdotes y laicos católicos son presos, enviados a campos de trabajo forzado, torturados y ejecutados. Sin embargo, a pesar de tan atroz persecución, crece el número de católicos en China. «El martirio de un católico conduce a la conversión de otros», afirma el P. Cervellera.
Actualmente mucho se habla sobre China, pero poco se sabe acerca de la verdadera situación de los católicos chinos. A fin de proporcionar a nuestros lectores una idea de lo que está ocurriendo en aquel país, Valdis Grinsteins, colaborador de Tesoros de la Fe, entrevistó en Roma al padre Bernardo Cervellera, del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, considerado el mayor especialista romano sobre la Iglesia en China. Ex profesor de la Universidad Beida, en Pekín (1995-1997) y ex director de la agencia de noticias vaticana “Fides” (1997-2002), actualmente se desempeña como director de la prestigiosa agencia “AsiaNews” (www.asianews.it). * * * Tesoros de la Fe — Últimamente circularon muchas noticias sobre un enfriamiento de las relaciones entre China y el Vaticano. ¿Qué hay de cierto en eso? P. Cervellera — Soy invitado algunas veces a participar en reuniones con industriales italianos que me preguntan sobre China. Cuando me refiero a las persecuciones que los católicos sufren allá, quedan sorprendidos. Porque hoy muchísimas personas poseen una imagen turística de China, aliada a una noción confusa oriunda de noticias que informan sobre la cantidad de rascacielos construidos en las grandes ciudades, de la existencia de gran número de automóviles Ferrari, del aumento de la renta media del trabajador chino, etc. Piensan tales personas que, por el hecho de que China esté presentando aparentes cambios del comunismo hacia el capitalismo, la situación de los derechos humanos también se alteró. Hace 20 años que acompaño la situación china y puedo afirmar que, si del punto de vista geográfico muchas cosas cambiaron (nuevas autopistas, condominios, trenes, etc.), del otro, la persecución religiosa se mantuvo siempre constante. Hubo hace pocos meses consagraciones ilícitas de obispos, o sea, sin mandato papal. En los últimos cuatro años ocurrieron cinco consagraciones de ésas. Algunos obispos débiles o timoratos fueron obligados a participar en las mismas, habiendo sido conducidos a la fuerza por la policía. Esto es algo que no se registraba desde la época de la Revolución Cultural de los años 50 y del comienzo del maoísmo. Época en la cual se intentaba crear una iglesia nacional compuesta de sacerdotes y obispos bajo la dirección del Partido Comunista Chino. En teoría, una iglesia independiente de Roma; en la práctica, dependiente del gobierno comunista. Pregunté recientemente a un católico chino sobre el cambio de rumbo del gobierno. Él simplemente me respondió diciendo que a los extranjeros les parece que China cambió, cuando ella, de hecho, siempre fue así. Existe una persecución continua, cuya extensión puede haber variado un poco, pero nunca cesó desde que los comunistas tomaron el poder en 1949. Tesoros de la Fe — ¿Los obispos chinos fieles al Papado continúan siendo apresados?
P. Cervellera — Por una sugerencia de Stalin a Mao Tse-tung, el Partido Comunista Chino quiso inicialmente exterminar a la Iglesia, pero esto no funcionó. Crearon entonces, en 1957, la Asociación Patriótica, la cual quedó encargada por el Partido Comunista de controlar a la Iglesia. Ya el Papa Pío XII condenó esa asociación en 1958 y declaró que los obispos que consagrasen a otros obispos escogidos por ella estaban excomulgados. Todos los obispos que se opusieron, en los años 50, a esta maniobra comunista, terminaron en prisión, siendo obligados a permanecer 20 ó 30 años bajo el régimen de trabajos forzados. Por ejemplo, el obispo de Shanghai, Mons. Ignatius Kung; el obispo de Baoding, Mons. Joseph Fan Xueyan; el obispo de Cantón, Mons. Dominic Tan Yee-ming, y tantos otros. Existen aún varios obispos “clandestinos” —o sea, que se niegan a hacer parte de esa Asociación Patriótica— los cuales se encuentran en manos de la policía. Es el caso, por ejemplo, de Mons. Jacobo Su Zhimin, hace 15 años en esa situación. Él está desaparecido y sin señales de vida. Y eso apenas por no querer hacer parte de la Asociación Patriótica. También el obispo de Yixian, Mons. Cosme Shi Enxiang, se encuentra en manos de la policía hace 10 años. De manera totalmente ilegal, a pesar de las pocas leyes existentes en China. Estamos preocupados, porque muchos obispos que la policía hizo desaparecer, reaparecieron después… muertos. Fue el caso, entre otros, de Mons. Joseph Fan Xueyan, obispo de Baoding. Después de pasar tres meses en manos de la policía, en 1992, su cadáver fue dejado frente a la puerta de su casa, envuelto en papel celofán. Sus familiares constataron que él había sido brutalmente torturado, al punto de tener quebrada una de sus piernas. Era un anciano de 90 años, que ya había pasado 32 años en prisión. Hace pocos años ocurrieron otras muertes. El 2007, algunos meses antes de las Olimpíadas (esa celebración de la modernidad China…), uno de los prelados de la provincia de Hebei, Mons. Giovanni Han Dingxian, obispo de Yongnian, reapareció en un hospital después de seis años de detención. Sus familiares lo encontraron moribundo. De hecho, falleció a las 11 de la noche de aquel mismo día. Su cuerpo fue cremado y sepultado a las 5 de la mañana, sin la presencia de sus familiares. Los fieles juzgan que la cremación fue efectuada para evitar las pruebas que derivarían de la autopsia. Tesoros de la Fe — ¿Cuál es la situación actual de los obispos “subterráneos”, considerados “ilegales” por el régimen comunista?
P. Cervellera — Existen en China 37 obispos “subterráneos”, o sea, que no pertenecen a la iglesia oficial, controlada por la Asociación Patriótica. Estos obispos se encuentran en prisión domiciliaria; están aislados, no pueden ejercer su ministerio. El mayor de ellos es el obispo de Zhengding, Mons. Julio Jia Zhiguo, muy estimado por la población. Él mantiene a 200 niños abandonados, sobre todo deficientes físicos, que no son aceptados por motivos culturales. El obispo les proporciona ropa y alimento, cuida de estos niños con la ayuda de algunas monjas. Él es vigilado día y noche por cuatro policías, para que no pueda salir de casa ni encontrarse con nadie. Su “culpa”: no querer renunciar a sus vínculos con el Papa. Muchas veces fue apresado y llevado de “vacaciones” forzadas, a fin de recibir adoctrinamiento político del Partido Comunista sobre la grandeza de su programa y de cómo se debe dar adhesión al mismo. Actualmente hasta los obispos de la iglesia oficial —de obediencia al gobierno— están en la mira del Partido Comunista. No es una persecución en la cual ellos sean conducidos a campos de trabajos forzados o fusilados, sino que son controlados. Desde el 2006, cuando ocurrieron las nuevas consagraciones ilegales, ellos fueron seguidos y controlados en sus viajes pastorales. ¿Por qué ese miedo del gobierno? Es que, gracias al trabajo de los Papas, casi todos estos obispos de la iglesia oficial —consagrados por intervención del partido y sin permiso papal— escribieron al Vaticano pidiendo perdón por su situación, habiendo sido reintegrados a la comunión católica. Cuando el Papa Benedicto XVI en el 2007 escribió una carta a los católicos de China, la envió indistintamente a los obispos de la Iglesia Católica, sin hacer distinción entre aquellos que eran fieles y los que no lo eran. Tesoros de la Fe — Si hay tantos obispos que tuvieron que pedir perdón al Papa por estar relacionados con la Asociación Patriótica, ¿por qué el gobierno tiene tanto miedo de ellos? P. Cervellera — Porque la Iglesia Católica china está hoy muchísimo más unida que en el tiempo de la Revolución Cultural o en los años 80. Éste es el punto importante y el que explica el aumento de la persecución. La unidad de la Iglesia en China es uno de los grandes fracasos del Partido Comunista Chino. En los años 50 ellos querían destruir todas las religiones. Al convencerse que no lo conseguían, intentaron entonces crear religiones nacionales —tanto la budista, la islámica, o iglesias protestantes nacionales. Y, transcurridos 60 años, en la práctica, la Iglesia Católica es hoy más unida que antes. Es por ello que la Asociación Patriótica —cuyo nuevo presidente es paradójicamente un obispo en comunión personal con el Papa— desea la consagración de obispos ilegítimos, al punto de forzar a un obispo excomulgado a ser presidente de un organismo subordinado a ella, la conferencia de los obispos de la iglesia patriótica. Éste es un modo de mezclar las cosas, crear división y confusión generalizada.
La situación es muy dura. Los obispos oficiales [subordinados al régimen] y los “subterráneos” [obedientes a Roma] son muy controlados. Se fiscalizan todos sus encuentros y discursos, son llevados a la fuerza a reuniones donde los obligan a oír disertaciones sobre la política del partido, además de ser aislados, para que no reciban el consuelo y el apoyo de la Iglesia. En mayo, por ocasión de la fiesta de la Patrona de China —Nuestra Señora de Sheshan, próximo de Shanghai— Benedicto XVI pidió oraciones por la Iglesia en aquel país y, sobre todo, por los obispos, para que no deserten. Y para que no sean derrotados por la tentación de oportunismo, o sea, de una vida cómoda y de no persecución. Una vida tranquila es mejor que una vida aislada. Y la Asociación Patriótica ejerce ese tipo de persecución, dominando el corazón por sus debilidades. Lamentablemente, existen quienes por oportunismo desean llegar a obispos, o sea, ser promovidos como tales por el partido, recibir distinciones, una residencia cómoda y nueva y, de vez en cuando, acordarse del Papa en la oración. Es necesario rezar mucho por ellos. Tesoros de la Fe — ¿Se podría entonces afirmar que el Partido Comunista está preocupado porque no consigue controlar a la Iglesia? P. Cervellera — El partido no está más preocupado con el control de la IglesiaCatólica que con la difusión de ella. El cristianismo se difunde muchísimo en China. Y ello no obstante ser necesarios de tres a seis meses de catecismo, asistencia a la misa, participación en las oraciones, etc. Hay anualmente por lo menos 150,000 adultos —no nos referimos a los niños— que se bautizan. Mientras el gobierno predica que la riqueza es lo más importante, las personas buscan la vida espiritual. Éste es el motivo de la persecución. Mientras los derechos humanos sean comer, beber, vestir, etc., el partido puede controlar la situación. Éste puede permitir que se construya una casa o que la gente vista con la marca Armani; permite la satisfacción de las necesidades materiales. Pero cuando surgen necesidades espirituales, el partido no sabe qué hacer y teme que las personas escapen de su control. Para los comunistas, las religiones deben ser controladas o eliminadas. Esto crea problemas para el partido, porque en China está ocurriendo un gran renacimiento religioso. Nosotros afirmábamos esto años atrás y no nos daban crédito. Hoy se trata de este tema con frecuencia, existiendo abundante documentación al respecto. Se habla del regreso de Dios a China. Las personas buscan algo más que el materialismo. Tesoros de la Fe — ¿Qué clase de personas se convierten al catolicismo?
P. Cervellera — Toda clase de personas. Pero existe una categoría que llama especialmente la atención. Se convierten al catolicismo antiguos —y de los más ardorosos— miembros del Partido Comunista, que están desengañados por lo que allí se hace. Ellos ven que están en manos de un grupo que los utiliza para ganar dinero —con el cual, a su vez, financian al partido para que éste controle al pueblo. Notan que existe una gran simbiosis entre capitalismo y comunismo. Están desengañados con la insensibilidad del partido frente a las necesidades de las personas. El salario de los trabajadores es diez veces menor que en Occidente, no existen auxilios de seguridad social, etc. Estos desengañados se aproximan a la Iglesia. Por ejemplo, un activista que creó un sindicato no oficial y que había estado en la masacre de la Plaza de Tiananmen se hizo católico. Tesoros de la Fe — ¿Existe alguna posibilidad real de que la Iglesia cambie la situación en China? P. Cervellera — Lo que teme el partido es que haya una fusión entre la búsqueda de valores espirituales y la tensión dentro de la sociedad. Existe en esto algún nexo. Esta tensión aparece en situaciones que son relativamente poco conocidas, pero en China hay anualmente 180 mil rebeliones sociales. El gobierno las llama “incidentes de masa”. Son personas que se rebelan debido a injusticias, porque confiscaron sus casas, contaminaron los ríos y no hay agua para beber, por problemas de transporte, salud, etc. Los ex-comunistas que se vuelven religiosos procuran alguna dignidad para las personas, y el fundamento para ello es religioso. El hombre posee derechos inalienables. Al Estado le incumbe reconocerlos, y no alardearse en detentar poderes para concederlos o no. Si el hombre no tuviese una dimensión religiosa, sería apenas un objeto en manos del poder. Las personas buscan los fundamentos espirituales del derecho del hombre. Un abogado cristiano que defendía personas perseguidas por su fe, fue secuestrado por la policía, torturado, colocado en situación de aislamiento, sin poder comer, etc. Al ser liberado, en junio último, él denunció todo cuanto sufrió. Eso antes no sucedía. Las personas comienzan a denunciar los malos tratos recibidos y pierden el miedo que tenían. Para el gobierno, esta mezcla de rebelión social aliada a la búsqueda de fundamentos religiosos y de valentía puede ser fatal.
Tesoros de la Fe — Es conocido el dicho de Tertuliano de que “la sangre de los mártires es semilla de cristianos”. ¿Conoce usted algún caso en China que nos pudiese contar? P. Cervellera — Recientemente entrevisté a un chino que acababa de convertirse al catolicismo. Yo quería saber qué lo había llevado a abrazar la fe. Él me contó que todo comenzó cuando la policía detuvo a uno de sus vecinos. Intrigado sobre el motivo de la detención de alguien tan tranquilo y normal como ese vecino, fue a indagar con los familiares de él. Éstos le dijeron que había sido preso por ser católico. Esto llamó su atención, pues ¿qué tanta importancia podía tener una fe cuando lo más valorizado en la sociedad era poseer bienestar material, comodidades y reconocimiento social? Como no entendía, comenzó a estudiar los fundamentos de nuestra religión y constató que la fe es el bien más importante de la vida. Es por ella que arriesgamos todo lo que tenemos. Es la más preciosa perla. Como resultado, decidió convertirse y fue bautizado. El martirio de un católico conduce a la conversión de otros.
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