Santoral
San Pío de PietralcinaLa figura de este santo sacerdote capuchino, canonizado el 16 de junio de 2002, es presentada por Mons. Juan Rodolfo Laise O.F.M. cap., obispo emérito de San Luis, Argentina. |
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Fecha Santoral Setiembre 23 | Nombre Pío |
Lugar San Giovanni Rotondo, región de Apulia, Italia |
La figura de este santo sacerdote capuchino, canonizado el 16 de junio de 2002,
Francesco Forgione (el Padre Pío) nació en Pietrelcina el 25 de mayo de 1887 y falleció en San Giovanni Rotondo (Italia) el 23 de setiembre de 1968. Ordenado sacerdote en 1910, se dedicó heroicamente al ministerio de la confesión, a fin de salvar almas, perdonando a los pecadores arrepentidos, librándolos de las garras del demonio. Devotísimo de la Santísima Virgen, practicó las virtudes de modo extraordinario, atrayendo con ello la veneración popular. Religioso consciente de los problemas de su época, tanto los de carácter espiritual como temporal, era al mismo tiempo un místico. Obró muchos milagros, poseía el don de la bilocación (estar en dos lugares al mismo tiempo) y de los estigmas (heridas en las manos, pies y pecho, como las recibidas por Jesucristo en la crucifixión). Fue canonizado el 16 de junio del 2002 por el Papa Juan Pablo II. Al ser exhumado el 28 de febrero del 2008, su cuerpo fue encontrado incorrupto. Su Excia. Revma. Mons. Juan Rodolfo Laise, obispo emérito de San Luis, Argentina, reside actualmente en el convento capuchino en que el Padre Pío pasó la mayor parte de su vida. En esa bendecida casa religiosa, concedió al Sr. Luis Dufaur, colaborador de Tesoros de la Fe, esta entrevista exclusiva sobre su santo hermano de hábito.
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Tesoros de la Fe — V. E. se encuentra en un lugar privilegiado para hablarnos de la exhumación de los restos mortales del Padre Pío. ¿Cuál es su impresión sobre este acontecimiento? Mons. Laise — Estuve presente en la exhumación. Ella se extendió hasta la una de la madrugada, habiendo sido presidida por el obispo de la diócesis de Manfredonia y San Giovanni Rotondo. Fueron cuatro horas de oración y alabanza al Señor, autor de todo bien. La parte principal de los actos consistió en la apertura de la sepultura del Padre Pío. Después de haber sido levantada la pesada laja de mármol que cubría el cajón, vino el turno de la lámina de zinc, adherida al vidrio, y que vedaba el acceso al ataúd. Aún cerrado, éste fue trasladado solemnemente a un cuarto, cuyas puertas fueron reforzadas para guardar el cuerpo del santo hasta que fuese colocado en la urna de cristal, donde se encuentra ahora expuesto a la veneración de los fieles. El cuerpo quedó en esa sala hasta el día 24 de abril. Sólo podían entrar los peritos del Vaticano que hacen el trabajo de preparación de los cuerpos de los beatos o de los santos en las urnas, donde permanecen para ser venerados por los fieles. Tesoros de la Fe — ¿Qué dijeron los peritos? Mons. Laise — Pude conversar con el responsable por el trabajo de tratamiento del cuerpo, hecho con elementos especiales para su conservación. Me dijo que el cuerpo del Padre Pío se encuentra intacto e incorrupto. Sólo fue damnificado a partir de la nuca por una filtración de agua que había quedado en la tumba, pues esta fue concluida pocos días antes de la muerte del santo Padre Pío. Por eso el rostro fue cubierto, tal como fue encontrado, con una máscara hecha en Londres, de acuerdo con sus facciones naturales.
El director me dijo que, en otros casos, él puede percibir un olor desagradable, generado por la natural descomposición del cuerpo. Pero en el caso del Padre Pío no notó ninguna sensación desagradable, debido al estado de incorrupción del cuerpo. El 24 de abril, mientras cantábamos la Letanía de Todos los Santos, el cuerpo fue llevado en procesión a través de la explanada del santuario hasta la cripta, donde está expuesto. Después de la liturgia el cuerpo fue incensado, y comenzó la veneración pública. Verdaderas multitudes vinieron a San Giovanni Rotondo para contemplar el cuerpo del Padre Pío y encomendarse a su intercesión. Tesoros de la Fe — En San Giovanni Rotondo V. E. debe haber oído muchos testimonios de personas que conocieron al Padre Pío. ¿Podría transmitir algunos de ellos a nuestros lectores? Mons. Laise — Aún existen hoy muchas personas que conocieron al Padre Pío. Puedo contarle el testimonio de un grupo de ancianas que no dejan de asistir a Misa y de comulgar todos los días. Como tenían mucha dificultad para andar, yo les pregunté: “¿Cómo es que ustedes están aquí en una mañana tan fría?” Ellas respondieron: “Para nosotras, un día sin Misa es un día sin sol”. — “¿Y quién les enseñó esa idea?” — “El Padre Pío, que era nuestro guía espiritual”. Otros testimonios mencionan gracias recibidas. Una anciana que vive en el centro de la ciudad vieja me contó que su hijo estaba muriendo, y fue entonces hasta el Padre Pío para pedirle una oración por él. El niño recuperó la salud. Ella volvió para agradecer el favor recibido, por lo que el santo le aclaró: “¿Por qué viene Ud. a agradecerme a mi? Vaya donde la Santísima Virgen. Agradézcale a Ella, que es la intercesora de todas las gracias que recibimos de su Hijo”. En el centro viejo de San Giovanni Rotondo reside una persona que era niña cuando fue objeto de un milagro aprobado en el proceso de canonización. Su padre es médico. La familia frecuenta la iglesia de San Onofre. Hablando con sus miembros, se siente la acción milagrosa del Padre Pío, sea en este milagro, sea en muchos otros de que ellos fueron testigos.
Tesoros de la Fe — ¿Cómo es la obra de la Casa Alivio del Sufrimiento? Mons. Laise — Es la obra del Padre Pío para los que padecen enfermedades. Él pasó toda su vida enfermo. Para los médicos sus males eran indescifrables, y esto desde su infancia hasta la muerte. Con las limosnas recibidas después de la Segunda Guerra Mundial, el 19 de mayo de 1947 el Padre Pío inició la obra, un inmenso hospital, que fue bendecido el 5 de mayo de 1956 por el cardenal Lercaro. Posteriormente fueron levantados cinco pisos más al edificio. Cada especialidad médica ocupa un sector, con sala de operaciones propia y el instrumental más avanzado. La capacidad es de dos mil camas. Hay 500 médicos, 2000 enfermeros y personal especializado en cada uno de los sectores. El hospital está siempre lleno. El Padre Pío quería que el hospital acogiera a los más necesitados; y que médicos, enfermeros y funcionarios se preocuparan sobre todo en atender a los enfermos con especial caridad cristiana. Este debería ser el espíritu propio de la obra. Actualmente es uno de los hospitales más reconocidos por su eficiencia en Italia. El 2002 le fue añadido un pabellón para emergencias y atención ambulatoria, de nueve pisos. Está también equipado con los más eficaces recursos de la medicina. La Casa Alivio del Sufrimiento es atendida espiritualmente por cinco capellanes capuchinos, dedicados a la atención espiritual de los pacientes. Ellos los visitan todas las mañanas, ocasión en que distribuyen la Sagrada Comunión. En la Casa Sollievo della Sofferenza [nombre del hospital en italiano], ejerce su apostolado una comunidad llamada Apóstoles del Sagrado Corazón, que cuenta con 35 religiosas presentes en todos los sectores del hospital.
Tesoros de la Fe — Cierta vez V. E. me dijo que el secretario del Padre Pío le contó muchos recuerdos del santo. ¿Podría narrar algunos de ellos para nuestros lectores? Por ejemplo, ¿el Padre Pío tenía el don de la clarividencia? Mons. Laise — El padre Paolo (que en el refectorio se sienta a mi izquierda) administró la Santa Unción al Padre Pío, momentos antes de su fallecimiento, y escribió un libro a partir de testimonios personales. En más de una ocasión él me dijo: “El Padre Pío sabía todo. Sabía lo que los otros pensaban, lo que iba o no a suceder. Sabía a respecto de los comunistas que había en el Vaticano en los tiempos de Pío XII. Sabía todo sobre las personas que venían a observarlo, sin que nadie le hubiese dicho algo en cada caso”. Tesoros de la Fe — El Padre Pío fue un apóstol del confesionario. Hoy la práctica de este sacramento está en disminución. ¿Qué diría el Padre Pío acerca de esto? ¿Cómo nos ayudaría él a hacer una buena confesión? Mons. Laise — El confesionario fue, junto con el altar, el centro de su acción apostólica. Confesaba durante muchas horas, por la mañana y por la tarde. A veces se rehusaba a atender a quien venía a confesarse sin estar en buena disposición. Uno de estos penitentes me contó que él viajaba todos los meses de Florencia a San Giovanni Rotondo, para agradecer al Padre Pío el rechazo de que fuera objeto en la primera ocasión de confesarse, porque tal rechazo constituyó el punto de partida de su conversión. Él pedía humildad a los penitentes, para que reciban la gracia del perdón, y el reconocimiento de que, sin el auxilio del Señor, nada podemos. La absolución perdona el pecado y al mismo tiempo comunica fuerzas para no reincidir en él.
Tesoros de la Fe — Dicen que el Padre Pío veía las razones profundas de la crisis de la sociedad contemporánea. ¿Cómo es que él enfrentaba lo que Paulo VI calificó de “humareda de Satanás” que penetró en la Iglesia? Mons. Laise — El demonio persiguió al Padre Pío durante toda su vida. Por eso, él es un maestro en cuanto al rechazo del demonio en la vida cristiana. Repetía que, en la lucha contra el poder del mal, debemos ser muy decididos para rechazar la menor tentación, con el auxilio de la gracia divina. Debemos estar prevenidos, por la oración continua, y fortalecidos por el sacramento de la Eucaristía y la protección maternal de la Santísima Virgen. Él previa que la acción del demonio sería más agresiva en los tiempos venideros. A las madres, les pedía que rezaran mucho por sus hijos y nietos, a fin de que no decayesen de su condición de hijos de Dios, debido a los ataques cada vez más virulentos del Maligno. Y pudiesen así corresponder al plan de salvación obtenido por la muerte de Cristo en la Cruz. Tesoros de la Fe — Después de gobernar durante muchos años la diócesis de San Luis, en Argentina, la Divina Providencia trajo a V. E. a San Giovanni Rotondo. ¿Sería indiscreto de nuestra parte preguntar algo sobre su apostolado? Mons. Laise — En la diócesis de San Luis, serví a la Iglesia durante 30 años. Juzgué que el mejor modo de continuar mi ministerio episcopal hasta la muerte era hacerme instrumento para obtener el perdón de los pecadores. Nuestro Señor Jesucristo confirió a los Apóstoles el poder especial de perdonar los pecados. Administrar el sacramento de la penitencia fue, por lo tanto, conferido a los Apóstoles, y a través de ellos a sus sucesores, los obispos, hasta el fin del mundo. En San Giovanni Rotondo, la sala de las confesiones fue el lugar más importante y más amado por el Padre Pío, y a través del confesionario él continua atrayendo a los pecadores. Ahí se pueden percibir conversiones verdaderas, con sus efectos de paz y alegría, no pocas veces acompañadas de lágrimas de reconocimiento y agradecimiento por el encuentro con Dios, única fuente de la única y auténtica felicidad.
Tesoros de la Fe — El Padre Pío, durante su vida, fue incomprendido por muchos, inclusive segregado injustamente. ¿Cuál fue el papel de esas probaciones en su vida? Mons. Laise — La vida del Padre Pío fue una continua probación y sufrimiento, a causa de la incomprensión y persecución permitidas por Dios para su santificación. La santidad del Padre Pío es una expresión de la santidad de Dios, no tanto por sus carismas particulares, por las llagas en las manos, pies y pecho, sino por las persecuciones que, desde que él recibió los estigmas, lo acompañaron hasta la muerte. Incomprensión y persecución por parte de sacerdotes y obispos, generando visitas apostólicas determinadas por dicasterios de la Iglesia, y consecuentes decisiones que le impedían de ejercer su ministerio sacerdotal, de dirigir las almas, segregándolo durante dos años. Él fue prohibido de comunicarse con aquellos que buscaban un consejo o el perdón de los pecados, de celebrar la Santa Misa en público, de tener contacto hasta con sus propios hermanos de la Orden Capuchina, etc. Lo más notable de su actitud frente a la persecución, injurias e incomprensión fue la aceptación del dolor, del sufrimiento, de la prueba, con espíritu de oblación, sin exteriorizar en ningún momento, durante toda su vida, una palabra de queja, de rechazo o de menosprecio en relación con aquellos que lo ofendieron. Su fórmula de santificación fue: “Aceptar las probaciones que el Señor permite o suscita, para santificarnos e identificarnos con las injurias sufridas por Cristo en toda su vida, y particularmente en su Pasión y Muerte en la Cruz, para salvar a los hombres hasta el fin de los siglos”. Tesoros de la Fe — Muchos santos capuchinos predicaron contra los males de su tiempo. El beato Marco d’Aviano alentó a los católicos que luchaban para liberar a Viena de los turcos. ¿El Padre Pío nos envía algún mensaje análogo para libertar a nuestra época del neopaganismo? Mons. Laise — En la liberación de Viena, el beato Marco d’Aviano infundió valentía y confianza por medio del rosario de la Santísima Virgen y de la unión con Nuestro Señor Jesucristo presente en la Eucaristía. Como él, San Pío de Pietrelcina es también protagonista de una cruzada que los hijos de la Iglesia deben realizar por la salvación de la sociedad contemporánea. En efecto, ésta se encuentra impregnada de autosuficiencia humana, no tomando a Dios en cuenta o negándolo directa o indirectamente en la vida privada y pública, impregnada del más craso relativismo y desprovista de contenidos sustanciales y de leyes constitutivas para la realización del hombre y de la familia. Para el triunfo de la cruzada de salvación mundial, el Padre Pío colocó en primer lugar la oración, particularmente aquella que él llamaba “su arma” —el santo rosario—, uniéndose al pedido de la Santísima Virgen en Lourdes y en Fátima, para implorar de un modo especial por la conversión de los pecadores. El mensaje del Padre Pío es, además, esencialmente eucarístico, instando en la asistencia diaria al Sacrificio del altar y en la recepción de la comunión del Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo. Él mismo recordaba frecuentemente, en el confesionario y en la dirección espiritual: “Lo que sucedió en el Calvario, cuando Cristo murió en la Cruz por la salvación del mundo, vuelve a repetirse cada vez que el sacerdote celebra la Misa en el altar”.
Tesoros de la Fe — ¿Cómo era su devoción a Nuestra Señora? Mons. Laise — El padre Pellegrino, hijo espiritual del Padre Pío, que vivió a su lado muchos años, asevera que él se había consagrado a la Virgen María, según las enseñanzas de San Luis María Grignion de Montfort en el Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, y fue esclavo voluntario de Jesús y de Nuestra Señora “en la vida y en la muerte”. Y sugería al padre Pellegrino que hiciera lo mismo: “Yo te garantizo que es infinitamente necesario y útil, para nosotros, colocarnos en las manos de Nuestra Señora como niñitos”. Pocos días antes de morir, le fue pedido al Padre Pío un recuerdo, una especie de testamento espiritual. Él dijo: “Amate la Madonna. Fatela amare. Recitate la Coronna. Recitatela bene” (Amad a la Santísima Virgen. Hacedla amar. Rezad el rosario. Rezadlo bien). El Padre Pío se unía a María Santísima cuando administraba el sacramento de la Penitencia, y le pedía a Ella que actuara en las almas para su conversión y santificación. Yo tendría mucho más que decir. Pero espero haber atendido al deseo de los lectores de Tesoros de la Fe. Pido a la Virgen Santísima y al Padre Pío que estas palabras puedan hacer gran bien a las almas y obtengan que muchas de ellas sigan a Jesucristo más de cerca, procurando identificarse más con Él, por la intercesión de Nuestra Señora, como lo hizo el Padre Pío en esta santa casa, durante cincuenta años.
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San Pío de Pietrelcina atrae multitudes |
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