La prodigiosa historia del Santo Sudario de Turín y las pruebas de su autenticidad. Nuevos e importantes datos de una gran especialista.
Emanuela Marinelli es graduada en ciencias naturales y geológicas, y profesora de Matemática, Ciencias Naturales, Química y Geografía. Trabajó como contratada por el Instituto de Estudios de Mineralogía de la Universidad de Roma en 1974 y 1975. Desde 1976 ejerce la docencia en escuelas públicas, y a partir de 1981 en el Instituto Profesional para Servicios Comerciales y Turísticos Julio Verne, de Roma. También enseñó iconografía, icnología y simbología cristiana en la Universidad Asunción, de Orvieto. En 1977 ingresó al Centro Romano de Sindonología, donde frecuentó el curso bienal de estudios del Sudario sobre la Pasión de Cristo, convirtiéndose en profesora de los referidos cursos. Tras haber participado en 1987 de un curso impartido por el Vicariato de Roma, recibió el diploma de catequista especializada en Catequesis de la Pasión. Como profesora, participó en 1987 del primer curso de Sindonología, realizado en Roma por el Santuario de Nuestra Señora del Divino Amor. Entre 1988 y 1992, promovió cursos de perfeccionamiento para profesores de Religión de la diócesis de Roma, sobre los tópicos relativos al Sudario, habiendo hecho lo mismo en otras diócesis de Italia. A partir de 1977, profiere conferencias en diversas regiones de Italia y en el exterior, escribe artículos en periódicos y revistas, y participa de programas de radio y televisión. Participó de los congresos sobre el Sudario realizados en Turín (1978), Boloña (1981), Trani (1984), Siracusa (1987), París (1989), Cagliari (1990), Roma (1993), Niza (1997), Turín (1998), Richmond (1999), Río de Janeiro (1999), Orvieto (2000), Dallas (2001), París (2002), Río de Janeiro (2002) y Dallas (2005). En 1990, en colaboración con Orazio Petrosillo, escribió para la Editora Rizzoli el libro La Sindone - Un enigma alla prova della scienza, traducido al ingles, francés, español y polaco. En 1996, para la Editora S. Paolo, el libro La Sindone, un’immagine «impossibile», traducido al portugués y al polaco. En 1997, para la Editora S. Paolo y en colaboración con Maurizio Marinelli, elaboró los textos para el CD-ROM Sindone viva, además de trabajar para su realización. Escribió en 1998 para la Editora Rizzoli, en colaboración con Orazio Petrosillo, el libro La Sindone - Storia di un enigma, edición actualizada de aquella publicada en 1990; y para la Editora S. Paolo, en colaboración con Maurizio Marinelli, el libro Cosa vuoi sapere sulla Sindone? En colaboración con Giulio Fanti, escribió en 1999 el libro Cento prove sulla Sindone - Un giudizio probabilistico sull’autenticità. En 2002, redactó para la Editora Delta 3, en colaboración con Maurizio Marinelli, la obra La Sindone - Un incontro con il misterio. Y en 2003, para la Editora Progetto Editoriale y en colaboración con Giulio Fanti, el libro La Sindone rinnovata - Misteri e certezze. Ella figura entre los promotores del movimiento Collegamento pro Sindone (Coalición por el Sudario) y de la revista bimestral homónima, ahora en internet, iniciativas para las cuales trabajó activamente desde sus comienzos.
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El rey Abgar recibe el Mandylion Dra. Marinelli — En el siglo II, existía en Edesa (actual Urfa, en Turquía) una imagen especial del rostro de Jesús en tejido. En la Doctrina de Addaï, probablemente del Apóstol Judas Tadeo (una composición siríaca que remonta al fin del siglo IV), se lee que Abgar V Ukama (el Negro), rey de Edesa en la época de Cristo, estaba enfermo. Abgar envió entonces a su archivero y pintor Hannan a Edesa, el cual regresó de esa ciudad con una copia de la imagen de Cristo, pintada por él, con una carta que contenía una promesa de Jesús asegurando la incolumidad de la ciudad. En el siglo VI, fue descubierta esa imagen del rostro de Jesús en tejido (acheropita, o sea, que no fue hecha por manos humanas), dicha Mandylion (lienzo). En 944, después de un intenso asedio, los bizantinos arrebataron el Mandylion de la autoridad islámica del sultanato árabe de Edesa, y el día 15 de agosto la reliquia llegó a Constantinopla. Numerosos testimonios y descripciones relacionan el Mandylion con el Sudario, y con toda probabilidad él era el propio Sudario doblado de otra manera, permitiendo que se viese solamente el rostro. En 1204, Roberto de Clary, cronista de la IV Cruzada, en su obra La conquista de Constantinopla, registra que después de la caída de Constantinopla en manos de los cruzados occidentales (14 de abril de 1204), un Sudario era expuesto todos los viernes en la iglesia de Santa María de Blanquernas; y que sobre aquella tela la figura de Cristo era claramente visible. Y añade: “Pero nadie sabe lo que habrá sucedido con el Lienzo después de conquistada la ciudad”. En 1205, Teodoro Angelo-Comneno, hermano de Miguel I, déspota de Epiro y sobrino de Isaac II, emperador de Bizancio cuando ocurrió el asedio de la ciudad por la Cruzada latina, afirma que el Sudario se encontró en Atenas. En 1208, Pons de la Roche donó al arzobispo de Besançon, Amadios de Tramelay, el Sudario que su hijo Othon de la Roche, duque latino de Atenas, le había enviado de Constantinopla. En 1314, los Templarios (orden de caballería de cruzados) fueron condenados como herejes, bajo la acusación de practicar un culto secreto a un rostro que parece haber sido reproducido del Sudario. Uno de ellos se llamaba Geoffroy de Charny. En 1356, Geoffroy de Charny, caballero cruzado homónimo del precedente, arrebató el Sudario de los canónigos de Lirey, localidad próxima de Troyes, en Francia. La preciosa tela permaneció en posesión suya al menos por tres años. Su esposa, Jeanne de Vergy, es bisnieta de Othon de la Roche. En 1453, Margarita de Charny, descendiente de Geoffroy, la cedió a Ana de Lusignano, mujer del duque Ludovico de Saboya, que pasó a custodiarlo en Chambéry. En 1532, se desbarató uno de los lados de la urna de madera revestida de plata, que guardaba el Sudario en la Santa Capilla del castillo de los Saboya, sufriendo la reliquia daños notables. Por fin, en 1578 el duque Manuel Filiberto de Saboya transfirió el Sudario a Turín, a fin de abreviar el viaje de San Carlos Borromeo, que deseaba venerarlo para cumplir un voto. Éste es el itinerario conocido del Santo Sudario.
Tesoros de la Fe — ¿Cuáles son las características del tejido del Sudario? Dra. Marinelli — Es un gran lienzo de lino marcado por el tiempo. La manufactura rudimentaria del tejido, la torsión de los hilos en Z (en sentido horario), la textura en diagonal 3 por 1, la presencia de trazos de algodón egipcio antiquísimo, la ausencia de trazos de fibra animal —todo eso hace verosímil el origen del tejido en el área sirio-palestina del primer siglo. Otros indicios importantes de autenticidad: gran abundancia de polen de origen medio-oriental, de áloe y mirra; presencia de un tipo de carbonato de calcio (aragonito) similar al encontrado en las grutas de Jerusalén; una costura lateral idéntica a la existente en los tejidos hebraicos del siglo I provenientes de Masada, un lugar vecino del Mar Muerto. Franco Testore, profesor de tecnología textil del Politécnico de Turín, subraya que ese tipo de textura ya era bien conocido en Egipto al 3400 a.C. Pietro Savio, archivero del archivo secreto del Vaticano, publicó en 1973 las fotografías de las guarniciones en espina de pez de las dos cruces funerarias encontradas en la necrópolis de Antinoe (Alto Egipto, inicios del siglo II). Mechthild Flury-Lemberg, especialista en tejidos, nota que en los tejidos judaicos descubiertos en Masada (actualmente en el Estado de Israel) es documentada, en el período comprendido entre 40 a.C. y la caída de Masada en 74 d.C., una especial tipología del borde igual a aquél presente en el Sudario. Además de eso, la costura longitudinal que une el tejido del Sudario a la línea lateral se asemeja a fragmentos de tejido de los citados descubrimientos de Masada. Tesoros de la Fe — ¿Cuáles son las principales señales de la Pasión de Cristo presentes en el Santo Sudario, de la Agonía en el Huerto de los Olivos hasta su Muerte? Dra. Marinelli — El Sudario es la imagen completa, frontal y dorsal de un hombre cruelmente crucificado. Su cuerpo presenta numerosas heridas, habiéndose comprobado que se trata de sangre humana. Por lo tanto, la reliquia envolvió ciertamente el cadáver de un hombre flagelado, coronado de espinas, crucificado con clavos, traspasado al costado por una lanza. Todo lo que se observa en el Sudario presenta una perfecta coincidencia con los relatos de los cuatro Evangelios sobre la Pasión de Cristo, incluso en lo tocante a los pormenores “personalizados” del suplicio: la flagelación como pena independiente, muy intensa, como un preludio de la crucifixión (120 golpes en vez de los ordinarios 21, con un instrumento compuesto de tres cuerdas, algunas provistas de dos piezas de hueso puntiagudo); la coronación de espinas, hecho del todo insólito; el acarreo del patíbulo, que es la pieza horizontal de la cruz; la suspensión en una cruz con clavos en vez de la cuerda, que era el uso más común; la ausencia de rotura de huesos; la herida del costado, infligida después de la muerte, con efusión de sangre y linfa; la ausencia de lavado del cadáver (debida a la muerte violenta y a una sepultura apresurada); la envoltura del cuerpo en un lienzo precioso y su deposición en una tumba propia.
Cartel anunciando la exposición de este año en la Catedral de Turín Dra. Marinelli — En el Sudario fue envuelto el cadáver de un hombre con la sangre ya coagulada, pero el óleo perfumado con el cual el lienzo estaba embebido disolvió parcialmente el coágulo. Del aspecto de las manchas, producidas por una sucesiva disolución parcial de la costra, se deduce que el cuerpo estuvo en contacto con el Sudario solamente alrededor de 36 horas, que es el tiempo exacto que se deduce del Evangelio de la permanencia de Jesús en la sepultura: el cuerpo fue colocado en el sepulcro al atardecer del viernes; pasadas 36 horas, hasta la aurora del día después del sábado, el Sudario fue encontrado vacío. Las marcas de sangre que se observan en el Sudario no tienen señal de movimiento, ni siquiera en las extremidades. El contacto entre el cuerpo y el lienzo cesó, sin que hubiese habido movimiento del tejido. Las marcas de sangre y linfa presentes no se pueden reproducir por medios artificiales. Se trata de sangre coagulada sobre la piel de un hombre herido, y nuevamente disuelta por el contacto con el tejido húmedo. Además de la sangre, en el Sudario está la imagen del cuerpo que en él fue envuelto. Tal imagen, debido a la degradación por deshidratación y oxidación de las fibras superficiales del lino, es comparable a un negativo fotográfico. Es superficial, detallada, tridimensional, térmica y químicamente estable. Es resistente hasta al agua, no está compuesta de pigmento, es privada de dirección y no fue provocada por el simple contacto del cuerpo con el lienzo: con el contacto, el tejido toca o no toca, no hay medio término. Por el contrario, en el Sudario existe una imagen en la cual ciertamente no hubo contacto. Sus claroscuros son proporcionales a las diversas distancias existentes entre el cuerpo y el tejido en los varios puntos de pliegue. Se puede, pues, levantar la hipótesis de un efecto a la distancia de tipo radiante.
El gran misterio de este lienzo es, pues, la imagen humana. No está formada por pigmentos u otra sustancia aplicada sobre el tejido. No es debida a sustancia líquida. Es un amarillamiento extremamente superficial de los hilos semejantes, que se oxidaron y deshidrataron. Un fenómeno idéntico al provocado por la luz sobre un periódico viejo abandonado en el suelo. Sin embargo, no se trata de un amarillamiento difuso, sino localizado donde estaba el cuerpo, haciendo que formara su negativo; con un claroscuro que permite reconstruir en la computadora la forma tridimensional de cuerpo igual, sin las deformaciones que serían normales tratándose de una imagen plana como la que se observa en el lienzo. La imagen se formó después de que la sangre hubiera pasado del cuerpo al tejido, por lo tanto pasando las 36 horas de contacto, pues es cierto que la imagen se originó del cadáver. Cualquier manipulación posterior del lienzo habría tenido el efecto de dañar las marcas de sangre, que son cientos de cientos. Tesoros de la Fe — ¿Cómo puede un cadáver proyectar su imagen sobre el lienzo, como si hubiese emitido un rayo de luz? Dra. Marinelli — Un grupo de físicos llegó a una respuesta próxima que atiende a tal interrogante. En los laboratorios del ENEA (Agencia para las Nuevas tecnologías, la Energía y el Ambiente) de Frascati (Roma), algunos tejidos de lino fueron sometidos a la irradiación con un láser excimer, aparato que emite una radiación ultravioleta de alta intensidad. Los físicos fueron así obteniendo un amarillamiento que, confrontado con la imagen del Sudario, muestra interesantes analogías y confirma la posibilidad que la imagen haya sido causada por una irradiación ultravioleta direccional. Quien cree en la Resurrección de Cristo no tiene dificultad en admitir que una irradiación de luz pueda haber acompañado aquel acontecimiento extraordinario, puesto que en el Evangelio se lee que Jesús se transfiguró en el Monte Tabor, haciéndose luminoso.
Un «carabiniere» hace guardia ante la reliquia del Santo Sudario que fue expuesta en la Catedral de Turín, del 10 de abril al 23 de mayo último Dra. Marinelli — Se trata de sangre humana del grupo AB, que por el análisis del ADN resulta ser muy antigua. El grupo AB es el menos común, se encuentra solamente en cerca del 5% de los individuos. No hay una prueba certificante de que la sangre del Sudario pertenezca a Jesús, pero es interesante el cotejo de esa sangre con los estudios análogos realizados acerca del milagro eucarístico de Lanciano (Chieti), el único estudiado en laboratorio. En el siglo VIII, en la pequeña iglesia de San Legonziano, en Lanciano, un monje basiliano fue asaltado por la duda sobre la presencia real de Cristo en las especies eucarísticas. Durante la celebración de la misa, en el momento de la Consagración, la Hostia se volvió carne y el vino se transformó en sangre, que se coaguló en cinco glóbulos irregulares y diversos por la forma y grandeza. De las investigaciones realizadas en 1970 por Odoardo Linoli, docente libre en anatomía, histología patológica, química y microscopía clínica en la Universidad de Siena, se comprobó que la carne surgida por ocasión del milagro de Lanciano es verdadero tejido miocárdico de un corazón humano, y la sangre es auténtica sangre humana del grupo AB. Una coincidencia muy significativa.
Para profundizar en la materia: Emanuela Marinelli, El Sudario, una imagen “imposible”, Paulus, São Paulo, 1998. Ver también: www.sindone.info
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