Plinio Corrêa de Oliveira
El marqués de Espínola, comandante de las valerosas tropas de Felipe IV, recibe de manos de Justino de Nassau, en Breda (Países Bajos), las llaves de la ciudad, que capitula después de una resistencia intrépida. Se trata de uno de los más famosos cuadros de Velázquez. El general del rey católico está revestido con una armadura imponente, sobre la cual una golilla con encajes da una nota de levedad, realzada aún por la gran banda, propia del comandante en jefe. En su mano izquierda se advierte el bastón del mariscal. Justino de Nassau se presenta con un rico traje y usa también golilla y puños de encajes. La escena ocurre en el campo, en un ambiente estrictamente bélico. Destacamos aquí, para nuestro comentario, la parte central del cuadro, a cuyos lados figuraban las tropas armadas de los combatientes. El encuentro tiene, no obstante, una nota de distinción y de afabilidad que recuerda una escena de salón. Justino de Nassau, habiendo sido derrotado, se presenta con el sombrero en la mano y entrega las llaves, inclinándose ligeramente. Espínola, por respeto hacia el valiente vencido, está también con la cabeza descubierta. Detrás de él, los hidalgos de su séquito lo imitan. Se advierte que el jefe vencedor, además de inclinarse levemente, contiene con el brazo la reverencia del gentilhombre flamenco; su rostro está lleno de simpatía y consideración. Se ve que felicita al adversario por el valor de la resistencia, atenuando así con caballerosidad, lo que el acto de rendición tiene de amargo para el vencido. Toda una doctrina de cortesía, toda una tradición de nobleza de alma se expresa hasta en los menores pero elocuentes detalles de este cuadro admirable. Elevación de alma que viene de la fe, cortesía nacida de la caridad, que hacían brillar valores espirituales inestimables, en un acto que, en sí mismo, es inevitablemente rudo y humillante, como toda rendición. * * *
La misma escena en la Segunda Guerra Mundial. Los norteamericanos, valientes defensores del fuerte Corregidor, en Filipinas, se entregan a los japoneses. De acuerdo al estilo pragmático y nivelador de nuestros días, todo protocolo entre las partes ha sido suprimido. No hay nada que signifique aprecio y confianza recíproca. El vencedor exige que el vencido levante las manos porque teme una celada. El vencido obedece, también desconfiado, esperando reducir así a la categoría de asesinato vulgar, cualquier ataque de que sea objeto. Por ambos lados, en este encuentro trágico, todo está reducido al mínimo exigido por el espíritu práctico. Ningún valor cultural o moral ilumina el ambiente pesado y vulgar, que sucede al heroísmo inmortal de la resistencia norteamericana. La cortesía, la caballerosidad, la elevación de miras de antaño, ya no se manifiesta en el acto de rendición. Escenas como ésta no sólo ocurren entre norteamericanos y japoneses, sino que se repiten idénticamente entre otros pueblos. * * * Desde 1789 en adelante, la sociedad se va nivelando en una progresión alarmante, rumbo a la más completa igualdad. Poco a poco las costumbres se van vulgarizando. Y si llegásemos a la completa igualdad, llegaríamos también a la más completa vulgaridad. Pero como la completa vulgaridad es la reducción de las cosas a su expresión más ínfima, y en las cosas lo que hay de más ínfimo es la materia, ¡el vendaval igualitario nos llevará al más completo materialismo!
|
![]() La Niña MaríaEl augusto nombre de la Madre del Salvador |
![]() |
Continuidad de las tradiciones Definir la palabra ambiente en el sentido que se da en esta sección, considera las afinidades que Dios estableció entre ciertas formas, sabores, colores y sonidos con ciertos estados de alma del hombre... |
![]() |
Las parábolas de los Evangelios Jesús transforma cosas banales en rayos de sol. Por momentos, hay en el espíritu humano cierta atracción por cosas banales. Esto debido a que la realidad creada por Dios es tan excelente, que nuestros ojos no se interesarían por ciertas cosas comunes si no fuera por... |
![]() |
El Príncipe de la Paz El mundo católico, y con él, todos los pueblos de la tierra se vuelven el día 25 de diciembre hacia el pesebre de Belén, a fin de adorar, lleno de fe, al Niño que ahí reposa, o admirar un acontecimiento cuya explicación se busca en vano en las leyes que rigen los acontecimientos humanos…... |
![]() |
Pintando el alma humana Una tendencia muy frecuente en los artistas cuya producción puede ser reputada como típicamente del “siglo XX” consiste en la deformación del hombre. Huyendo de copiar la realidad con las formas en que las ve habitualmente el ojo humano, la representan con alteraciones... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino