|
Ernest Hello (1828-1885) Al mediocre le agradan los escritores que no dicen ni sí ni no, sobre ningún tema, que nada afirman y que tratan con respeto todas las opiniones contradictorias. Toda afirmación les parece insolente, pues excluye la proposición contraria. Pero si alguien es un poco amigo y un poco enemigo de todas las cosas, el mediocre lo considerará sabio y reservado, admirará su delicadeza de pensamiento y elogiará el talento de las transiciones y de los matices. Para escapar a la censura de intolerante, hecha por el mediocre a todos los que piensan sólidamente, sería necesario refugiarse en la duda absoluta; y aún en tal caso, sería preciso no llamar a la duda por su nombre. Es necesario formularla en términos de opinión modesta, que reserva los derechos de la opinión opuesta, toma aires de decir alguna cosa y no dice nada. Es preciso añadir a cada frase una perífrasis azucarada: “parece que”, “osaría decir que”, “si es lícito expresarse así”.
Al activista de la mediocridad le queda al actuar una preocupación: es el miedo a comprometerse. Así, expresa algunos pensamientos robados a Perogrullo, con la reserva, la timidez y la prudencia de un hombre receloso de que sus palabras, por demás osadas, estremezcan al mundo. Al juzgar un libro, la primera palabra de un hombre mediocre se refiere siempre a un pormenor, habitualmente un pormenor de estilo. “Está bien escrito”, dice él, cuando el estilo es corriente, incoloro, tímido. “Está mal escrito”, afirma él, cuando la vida circula en una obra, cuando el autor va creando para sí un lenguaje a medida que habla, cuando expresa sus pensamientos con ese desembarazo osado que es la franqueza de un escritor. El mediocre detesta los libros que obligan a reflexionar. Le agradan los libros parecidos a todos los demás, los que se ajustan a sus hábitos, que no hacen romper su molde, que caben en su ambiente, que los conoce de memoria antes de haberlos leído, porque tales libros se parecen a todos los otros que él leyó desde que aprendió a leer. El hombre mediocre dice que hay algo de bueno y de malo en todas las cosas, que es preciso no ser absoluto en el juicio, etc. Si alguien afirma categóricamente la verdad, el mediocre lo acusará de exceso de confianza en sí mismo. Él, que tiene tanto orgullo, no sabe qué es el orgullo. Es modesto y orgulloso, dócil frente a Marx y rebelde contra la Iglesia. Su lema es el grito de Joab: “Soy audaz solamente contra Dios”. El mediocre, en su temor de las cosas superiores, afirma amar ante todo el sentido común; sin embargo no sabe qué es el sentido común. Pues por esas palabras entiende la negación de todo cuanto es grande. El hombre inteligente eleva su frente para admirar y para adorar; el mediocre eleva la frente para bromear; le parece ridículo todo lo que está encima de él, y el infinito le parece el vacío.
* L’homme, Victor Palmé Éditeur, París, 1872, p. 56-67.
|
Presentación del Niño Jesús El cuarto misterio gozoso del santo rosario |
|
La Infancia de Jesús Herodes esperaba a los Magos para tener noticias acerca del nacimiento de Cristo, pero sus intenciones eran pérfidas. Temiendo un rival que pudiese tomar su puesto, quería a toda costa eliminarlo... |
|
La victoria siempre estará con Dios Nadie en su sano juicio puede dudar de cuál es la batalla que está librando la humanidad contra Dios. Se permite ciertamente el hombre, en abuso de su libertad, violar el derecho y el poder del Creador; sin embargo, la victoria siempre está de la parte de Dios... |
|
Los sacrificios de las almas justas aplacan la ira de Dios En las sorprendentes manifestaciones de la Divina Misericordia a santa Faustina, Dios no se limitó a mostrarle la cólera divina que se cierne sobre el mundo actual... |
|
Capítulo 1: La vida cristiana en una aldea portuguesa La vida en una aldea de la sierra portuguesa a comienzos del siglo XX estaba llena de encanto, paz y tranquilidad, lo cual era fruto del sentido del deber y de las consolaciones de la fe... |
|
El Cruzado El primer aspecto que llama la atención en la escultura del hombre que figura en esta página es la forma en que está de pie. Tal escultura bien podría representar al cruzado en el apogeo de la Edad Media... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino