Abad y reformador benedictino Glorioso taumaturgo del siglo XI, consejero de obispos y de reyes. Reformó el monasterio de San Sebastián, uno de los más famosos de la España medieval, el cual desde entonces lleva su nombre. Plinio María Solimeo
Natural de Cañas, en La Rioja (España), Domingo nació alrededor del año 1000. De pequeño, apacentaba el ganado de su padre y era muy caritativo. A menudo ofrecía la leche de sus ovejas a los caminantes pobres que pasaban por la zona. Le atraían los estudios y sus padres lo confiaron al párroco local, cuya escuela estaba al lado de la iglesia, y allí aprendió los conocimientos que le permitieron seguir la carrera sacerdotal. A los 26 años de edad fue ordenado sacerdote por el obispo de Nájera. Limosnero, maestro de obras, benedictino Domingo sintió la atracción de la vida monástica, entonces en su apogeo. Pero antes de entrar en un monasterio, quiso experimentar la vida eremítica, practicando la oración y la penitencia en la soledad durante dieciocho meses. Tras esta experiencia, decidió ingresar en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla. Dotado de gran talento, pronto se convirtió en maestro de los jóvenes que estudiaban en el monasterio. Luego se le encomendó la reforma del priorato de Santa María de Cañas en su ciudad natal, pasando un año con su familia. Para cumplir esta misión, tuvo que convertirse en limosnero para obtener los recursos necesarios. También trabajó como albañil y maestro de obras, haciendo todo lo posible para reconstruir el monasterio en ruinas con el fin de recibir nuevos candidatos a la vida religiosa benedictina. Al terminar la obra, su mayor sorpresa y alegría fue ver a su propio padre y a algunos otros familiares entre los candidatos a la vida religiosa. De regreso a San Millán, fue nombrado prior por el abad García el año 1038. Poco después se convirtió en abad del monasterio. Destitución abusiva y exilio
En la agitada época de Santo Domingo, España se hallaba en plena Reconquista y todos los príncipes luchaban por retomar las tierras bajo dominio musulmán. Gran parte del esfuerzo bélico era financiado por monasterios e iglesias, a veces muy ricos gracias a las donaciones de príncipes y nobles. En 1030, Don García Sánchez III, rey de Navarra, exigió los tesoros del monasterio de San Millán para sostener su guerra. Para esto, alegó que la mayor parte de ellos habían sido donados por sus antepasados. Los monjes estaban dispuestos a ceder, pero el santo abad manifestó su negativa —humilde pero categórica— que contrarió mucho al príncipe. Tan grande fue su cólera que obligó a los monjes a deponer al abad y lo desterró del reino de Navarra. Domingo se exilió en Burgos, por entonces capital de Castilla. Sus dotes intelectuales y de reformador pronto atrajeron las simpatías del obispo local y del rey de Castilla y León, Fernando I, el Grande (1035-1065), que lo acogió en su palacio. Pero el santo prefirió retirarse a una ermita fuera de la ciudad. El monarca, deseando aprovechar este gran talento para el bien de la Iglesia, propuso a Domingo el 14 de enero de 1041 que asumiera la reforma del monasterio de San Sebastián de Silos, que se encontraba en un estado lamentable. Orígenes de la abadía de San Sebastián de Silos
El monasterio se remonta a la época visigoda (siglo VII), pero casi desapareció a raíz de la ocupación musulmana. En el siglo X, cuando el conde Fernán González gobernaba Castilla, el monasterio conoció un nuevo esplendor, antes de volver a decaer durante las invasiones de Almanzor. Cuando santo Domingo asumió su dirección, “Silos había perdido su esplendor y su riqueza”, la casa albergaba únicamente a seis monjes y se encontraba en una terrible situación espiritual y financiera. Uno de los problemas más dolorosos de la península ibérica, cuando estaba parcialmente ocupada por los árabes, eran los cristianos que gemían bajo su yugo. Casi todos los santos españoles de la época dedicaron gran parte de sus esfuerzos y energías al rescate de los esclavos cristianos. Con su vigoroso carácter, Domingo destaca por los beneficios prestados a los cristianos cautivos de los musulmanes, así como por la restauración de la vida monástica. Restaurando una joya del arte románico La iglesia románica del monasterio y el resto de las dependencias monacales fueron reconstruidas por el santo. El claustro fue edificado después de su muerte, y sigue siendo una joya del arte románico. La abadía restaurada aún existe, y está considerada como uno de los grandes tesoros de la arquitectura española. Domingo también “organizó el scriptorium o sala de copistas, donde se creó una de las más completas y ricas bibliotecas de la España medieval”. Recogió un gran número de escrituras visigóticas y consiguió que algunos monjes se convirtieran en auténticos eruditos para estudiarlos. La imprenta aún no se había fundado y los libros eran manuscritos. Es de fundamental importancia el papel de los copistas de los monasterios, que dejaron para la posteridad todo el acervo cultural de la época antigua y medieval. El monasterio pronto se hizo famoso por sus libros, el arte miniado y la platería, además de ser un importante centro espiritual. El número de monjes se multiplicó rápidamente, lo que exigió la ampliación de la casa para acogerlos. Santo Domingo tuvo una especial caridad hacia los pobres, socorriéndolos en todas sus necesidades. A su vez, enseñaba a los campesinos la agricultura y diversos oficios.
Tres coronas ofrecidas por un ángel Domingo restableció el culto divino diurno y nocturno. Su contemporáneo Grimaldo, también monje de Silos, afirma que un ángel, para animar al santo, le prometió en sueños tres coronas: una por haber abandonado el mundo perverso y haberse encaminado hacia la vida perfecta; otra por haber construido Santa María de Cañas y haber observado la castidad perfecta; y la tercera por la restauración del monasterio de Silos. De hecho, esta última corona se realizó a la perfección, pues durante los 30 años en que Santo Domingo fue abad del monasterio de San Sebastián de Silos, este lugar se convirtió en centro de cultura y cenáculo de evangelización para la Iglesia y el mundo. Poco a poco el abad alcanzó fama de gran taumaturgo y fue tenido como uno de los hombres más populares de España. Otro Domingo, también santo
Por aquel entonces vivía en España otro Domingo, un eremita que se preocupaba por los peregrinos. Estos se desplazaban por caminos muy accidentados para visitar el famoso santuario de Santiago de Compostela. Una de las grandes dificultades que tenían era cruzar el río Oja, por lo cual construyó un puente de madera sobre el mismo para facilitar el tránsito de los peregrinos. De ahí el nombre con el que pasó a la historia: Santo Domingo de la Calzada, cuya fiesta se celebra el 12 de mayo. El primer Domingo animó mucho al segundo en su obra, demostrando así que el trabajo de los monjes también tiene una gran repercusión social. Muerte y glorificación, respetado por reyes y reinas El santo abad de Silos murió el 20 de diciembre de 1073, rodeado de numerosos hijos espirituales y asistido por el obispo de Burgos. Fue sepultado en el claustro de su monasterio. Como los milagros por su intercesión se multiplicaron, el mismo obispo trasladó el cuerpo a la iglesia del monasterio de San Sebastián, que poco a poco fue perdiendo su nombre y finalmente adoptó el de Santo Domingo.
Muy querido por el pueblo y respetado por reyes y reinas, Santo Domingo obró en vida muchos milagros, que continuaron después de su muerte, de ahí que sea llamado el Taumaturgo del siglo X. La popularidad adquirida por el santo fue tan amplia, que al morir su nombre fue inscrito junto al del Cid Campeador, el famoso héroe de la España medieval. Asimismo “el primer poeta castellano de nombre conocido, Gonzalo de Berceo, trazó su biografía en la Vida de Santo Domingo de Silos, escrita en el siglo XIII”. El nombre de Domingo identifica unas cincuenta iglesias en España. Las regiones del sur lo honraron especialmente por los cautivos liberados. Las futuras madres le invocaban para que tuvieran un buen parto. Cuando una reina de España estaba a punto de dar a luz, el abad de Silos llevaba el báculo de Santo Domingo al palacio real, y esta reliquia permanecía allí hasta el feliz alumbramiento. Alrededor de 1170, la beata Juana Aza de Guzmán fue a rezar a Silos, para tener un buen parto, y luego dio el nombre del santo patrón al niño que nació: Domingo de Guzmán, fundador de los Padres Dominicos. En la actualidad, los monjes de Santo Domingo de Silos están entre los mejores intérpretes de canto gregoriano de todo el mundo.
Fuentes consultadas.- – http://www.santiebeati.it/dettaglio/90512. – https://santo.cancaonova.com/santo/sao-domingos-de-silos-sacerdote. – https://cruzterrasanta.com.br/historia-de-sao-domingos-de-silos/426/102/. – https://es.wikipedia.org/wiki/Monasterio_de_Santo_Domingo_de_Silos. – https://www.biografiasyvidas.com/biografia/d/domingo_de_silos.htm.
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