SAN JUAN BOSCO
La casa de Lázaro, especialmente después de la conversión de la Magdalena, era el albergue de los predicadores del Evangelio y hasta el Salvador mismo se había hospedado en ella más de una vez.
Mientras predicaba, al otro lado del Jordán, fueron a anunciarle que Lázaro estaba gravemente enfermo. Jesús tardó algo, antes de ir a verle, y llegó a los cuatro días de haber sido sepultado. María Magdalena estaba triste en su casa en compañía de algunos judíos que habían ido de Jerusalén para consolarla. Su hermana Marta, sabedora de que Jesús iba a visitarlas, salió a recibirle, y luego que le vio, le dijo:
— “Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano” .
Jesús se turbó a la vista de aquel llanto, y habiendo preguntado dónde estaba, le llevaron al sepulcro que estaba cerrado con una losa. Al verlo el Salvador se conmovió de tal modo que empezó a llorar. Por esto dijeron los judíos:
—“¡Ved como le amaba!” Otros decían: — “Este que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no habría podido impedir que muriese?” Jesús se conmovió nuevamente, y mandó que quitaran la losa que cubría el sepulcro.
Entonces dijo Marta:
— “Hace cuatro días que está muerto y ya huele mal” .
A lo que replicó Jesús:
— “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?” Quitaron la piedra, y levantando Jesús los ojos al cielo, después de haber dado gracias al Padre, que siempre le había escuchado, gritó:
— “Lázaro, sal afuera” .
A estas palabras Lázaro salió inmediatamente fuera, atado de pies y manos cubierto el rostro con un velo.
Jesús dijo a los Apóstoles:
— “Desatadlo y dejadlo andar” .
Así tuvo lugar la resurrección de Lázaro.
Lázaro en el sepulcro es imagen del hombre en pecado. Puede resucitar de la muerte del alma, si corresponde a la voz del Señor que le llama a la penitencia, y, al absolverle los sacerdotes, quedará libre de sus pecados.
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La resurrección de Lázaro, José de Ribera, c. 1616 – Óleo sobre lienzo, Museo del Prado, Madrid |
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