ANTONIO AUGUSTO BORELLI MACHADO No es fácil discernir lo que el mensaje de Fátima tiene de medular. Revelado poco a poco por expreso deseo de la Santísima Virgen o por determinaciones humanas, es tan rico en aspectos relevantes que, conforme la índole propia de cada alma, esta se detendrá sea en uno, sea en otro de esos aspectos, sin fijarse en ninguno como su substrato fundamental. El presente artículo está escrito en la suposición de que el lector tiene un conocimiento al menos genérico de las apariciones, así como de los diversos aspectos que componen el mensaje, en particular los trechos más significativos de las cuatro principales Memorias escritas por la privilegiada vidente, la Hna. Lucía, muy en particular el contenido de los así llamados tres secretos. Oración y penitencia
Comenzando por los tradicionales, no podrían ser otros sino aquellos mismos ya pregonados por su Divino Hijo en el Evangelio: oración y penitencia. Las perspectivas apocalípticas aquí enunciadas parecerán a más de un lector fruto de alguna mente visionaria.No obstante, terminan con una perspectiva muy coherente y plena de sentido. La propia Santísima Virgen la anuncia (al final de la segunda parte del Secreto): “¡Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará!”. Laicismo, para no decir ateísmo… El laicismo y la descristianización que penetran a fondo la sociedad occidental, se refleja en las leyes inicuas, promovidas implacablemente por tantos políticos, organizaciones y gobiernos anticatólicos. Ahora bien, el proceso revolucionario que se desencadenó al final de la Edad Media intentó —y lo consiguió, a través de etapas y métodos diversos— minar la unidad de la Iglesia e introducirse hasta en su seno, llevando a la sociedad humana a descristianizarse, al punto de diseminar el principio de la laicidad del Estado por toda la Cristiandad. En esta concepción, aparentemente neutral en materia de religión, el Estado solo intervendría para mantener el orden público. Sin embargo, esta pretendida neutralidad religiosa del Estado laico no pasa de una falacia. En la práctica, los hechos se dan de modo muy diferente. Apostasía silenciosa de los católicos Pero ocurre algo en cierto sentido más grave. ¡Si al menos las poblaciones católicas se mantuvieran inmunes y firmes en la observancia de la moral y de la doctrina en que fueron formadas!... El efecto práctico de la implantación del Estado laico/ateo es el deslizamiento paulatino de las filas católicas para la aceptación de situaciones totalmente condenadas por la moral católica, como las relaciones prematrimoniales, seguido, en la mejor de las hipótesis, después de algún tiempo, de la realización del matrimonio en la Iglesia. En un gran número de casos, la intención de casarse en la Iglesia queda postergada para las calendas griegas… Tal fenómeno corresponde a lo que está siendo llamado —y de hecho lo es— una “apostasía silenciosa” (cf. Juan Pablo II, Ecclesia in Europa, 28 de junio de 2003, nº 9), que afecta a todos los campos de la vida católica, ¡inclusive la propia liturgia! “Ciertos aspectos de la cultura de masa post moderna —contrariamente a ciertas batallas ideológicas hijas del Iluminismo, que permanecieron como patrimonio de élites muy restringidas durante todo el siglo XIX y parte del siglo XX— llevan a reconocer influencias externas muy difusas sobre la liturgia, y que son propiamente no-cristianas o directamente anticristianas” (Giannicola D’Amico, Il canto gregoriano: itinerario storico-giuridico, in Alla scuola del canto gregoriano, a cura di Fulvio Rampi, Musidora, Parma, 2015, p. 168).
No hablar del castigo para no asustar… En esta perspectiva concreta y realista, sorprende que muchos de entre los más denodados propagandistas de Fátima omitan este aspecto fundamental. Sobre todo en la jerarquía eclesiástica, donde tantos estimaron que el anuncio de un castigo tan grande “asustaría a mucha gente”… Sin duda, muchos se asustarían. Sin embargo, por otro lado —¡fenómeno auspicioso!— crece poco a poco el número de los que perciben el desconcierto general que afecta al mundo moderno, y habiéndose creado una situación tan desprovista de remedio humano, piensan que, sin una intervención extraordinaria de la Providencia, ¡esa no tiene arreglo! La originalidad del mensaje de Fátima es justamente esta: la Santísima Virgen vino para anunciar al mundo que Dios preparó una salida divina para una situación humana sin salida.
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