Mezclando conceptos gnósticos con groseras invenciones a las cuales atribuye veracidad histórica, en una trama de pura imaginación, el libro «El Código Da Vinci» inocula en el espíritu del lector desprevenido las dudas ocultistas contra la fe católica Luis Sergio Solimeo
La Comisión de Publicaciones de la TFP norteamericana acaba de lanzar el libro Rechazando el Código Da Vinci, que califica a la obra de Dan Brown como una novela brutalmente agresiva contra Nuestro Señor Jesucristo y la Iglesia Católica. El libro de la TFP forma una trilogía con otras dos obras anteriormente publicadas por la entidad: Yo ya enfrenté otras tempestades (Una respuesta a los escándalos y a las reformas democráticas que sacuden la Iglesia Católica); y, En defensa de una Ley Superior (¿Por qué debemos oponernos al pseudo “matrimonio” y al movimiento homosexual?).1 Un libro ocultista bajo la forma de novela policial De la misma forma que ocurrió con la fantasmagoría ocultista del pequeño brujo Harry Potter, la novela El Código Da Vinci se volvió un bestseller, y pronto se transformará también en una superproducción hollywoodiana. Algunos pueden tomarla como una novela frívola para ser leída en salas de espera o durante un viaje, pero es mucho más que eso. Un avance propagandístico de la película ilustra muy bien el clima psicológico que la novela crea. Con un fondo musical New Age, una voz cargada de misterio habla de “un mensaje que fue ocultado durante siglos, [...] un secreto que puede cambiar la trayectoria de la humanidad para siempre”. Y concluye: “No importa lo que usted haya leído, no importa lo que usted crea, la caminata ya comenzó”. El secreto así mencionado, que sirvió de base para la novela de Dan Brown, es la alegación de que “casi todo lo que nuestros padres nos enseñaron sobre Jesucristo es mentira”.2
La pretensión de El Código Da Vinci es mostrarnos lo que sería el “verdadero evangelio” y probar que Nuestro Señor Jesucristo no es Dios. Se trata, por lo tanto, de un libro de “apologética” religiosa, bajo los disfraces de una obra de pura ficción. Una “apologética” en defensa del ocultismo pagano —la gnosis (ver recuadro en la siguiente página). Muchas personas que no están dispuestas a leer un libro de formación religiosa, frecuentemente son atraídas por la lectura de una novela en que, en medio del suspenso, aventura y misterio, el novelista desarrolla los principios de una religión. Envueltos por la excitación de la trama, tales lectores fácilmente asimilan al menos parte del mensaje religioso en él contenido. A lo largo de sus páginas excitantes, de suspenso y acción, El Código Da Vinci alega que el Nuevo Testamento es un instrumento de la Iglesia para engañar al pueblo acerca de Cristo. Para su relato de la vida de Cristo, cita los gnósticos “El Evangelio de Felipe” y “El Evangelio de María Magdalena”, alegando que se trata de los “más antiguos registros cristianos” y de los verdaderos “evangelios originales e inalterados”.3 Documentos gnósticos sin base histórica En la introducción, Brown informa al lector sobre la existencia del “Priorato de Sion”, que habría sido fundado en 1099 por Godofredo de Bouillon. Esta información la basa sobre un hipotético documento supuestamente descubierto en París en 1975, en la Biblioteca Nacional, y lo denomina “les dossiers secrets”. Termina la introducción defendiendo la exactitud de sus descripciones. Con eso crea él en la mente del lector una sensación de credibilidad, preparándolo para aceptar el mensaje gnóstico que oculta en su enredo novelesco. En el centro de la su trama absurda y blasfema contra Nuestro Señor Jesucristo, el autor coloca un supuesto matrimonio con Santa María Magdalena, cuyo hijo habría sido el inicio de un linaje divino. Para impresionar a lectores crédulos, uno de los personajes, Sir Teabing, afirma que esa descendencia de Jesucristo y María Magdalena es refrendada por numerosos historiadores.4 En verdad, se trata de escritores claramente ocultistas, que usan “el espectro de disciplinas conocidas colectivamente como ‘esotéricas’: astrología, alquimia, cabala, tarot, numerología y geometría sagrada”.5 Una de las autoras consultadas por Dan Brown, Deike Begg, es astróloga consultora de la London Faculty of Astrological Studies. Estos “historiadores” ocultistas no hacen distinción entre realidad e imaginación. Margaret Starbird, principal fuente de Dan Brown para sustentar el supuesto matrimonio de Nuestro Señor con María Magdalena, afirma sin ambages: “Mi narración de María Magdalena y de la pequeña Sara (la supuesta hija de Nuestro Señor) [...] es ficción.6 [...] Claro está que yo no puedo probar [...] que Jesús se casó o que María Magdalena fue la madre de su hija”.7 Villanos católicos y héroes ocultistas
Cuando se lee con atención El Código Da Vinci, buscando mantener el hilo lógico de los acontecimientos y sin dejarse llevar por los trucos literarios que complican los hechos para provocar suspenso, lo que se encuentra es una historia ridícula y una trama absurda. Hagamos aquí un resumen. Un Papa enemigo de la Prelatura papal del Opus Dei 8 decide acabar con ella. Su Obispo Prelado recibe una misteriosa llamada telefónica de un desconocido, que le propone un pacto: él le pondrá en las manos el Santo Grial, si el Opus Dei le proporciona a uno de sus miembros para obedecerle ciegamente. El prelado (al contrario de todo lo que es creíble) sería tan ingenuo y amoral, que llega al punto de confiar en un desconocido y aceptar su absurda propuesta. Entonces el desconocido, que (después se llega a saber) es un ocultista gnóstico, enemigo de la Iglesia, hace al supuesto miembro del supuesto Opus Dei matar a varias personas. Una de ellas es, pretendidamente, el encargado del Museo del Louvre, en París, el cual sería el gran-maestre de una sociedad secreta ocultista, el Priorato de Sion, que habría sido fundado por Godofredo de Bouillon, uno de los líderes de la Primera Cruzada, y tendría como “brazo armado” a los Caballeros Templarios. Éstos serían ocultistas y adorarían a Santa María Magdalena como a una diosa.9 Leonardo Da Vinci habría sido uno de los gran-maestres del Priorato de Sion, y sus pinturas estarían llenas de ocultismo. Por ejemplo, en el “cuadro” de La Última Cena él habría pintado a Santa María Magdalena en lugar de San Juan Evangelista, contrariando la concepción corriente de la escena. Eso probaría el matrimonio de Nuestro Señor con la santa.10 En el célebre cuadro “Mona Lisa”, Leonardo se habría pintado a sí mismo en trajes femeninos.11 La nieta del ocultista administrador del Louvre y un profesor americano de “simbología religiosa” son envueltos en el asesinato cometido por el “monje” del Opus Dei, y pasan a ser perseguidos por un policía católico, el cual quiere probar la inocencia de la organización católica. Comienza entonces una correría a través de París y de Francia, y después en Inglaterra y Escocia, con la pareja huyendo, perseguida por el “monje”, y al mismo tiempo buscando el Santo Grial. Contrariamente a la leyenda medieval, el Grial no sería el cáliz en el cual Nuestro Señor consagró el Jueves Santo, y en el cual José de Arimatea habría recogido la sangre que Jesús vertió en la cruz, sino el cuerpo de Santa María Magdalena. Esto porque ella sería una diosa y se habría casado con Jesús, y de ahí habría surgido un linaje divino que existiría hasta hoy.
En medio a precipitadas correrías, la nieta del dirigente del Museo del Louvre y el profesor americano van discutiendo todas las tesis gnósticas y haciendo críticas a la Iglesia. Se une a ellos el ocultista que está por detrás de toda la trama, el cual pasa a explicar que la verdadera religión es la gnosis, y que la Iglesia Católica es una impostora. De acuerdo con esta versión, Nuestro Señor Jesucristo no sería Dios ni el fundador de la Iglesia, sino que ésta habría sido fundada por el emperador Constantino. Del mismo modo la Biblia habría sido obra de ese emperador, como también el “mito” de la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. Más allá de ello, de acuerdo con el plan primitivo, el jefe de la Iglesia no sería San Pedro, sino Santa María Magdalena (lo que estaría probado por los “evangelios gnósticos”). Al final de la novela la pareja consigue librarse de las garras de sus perseguidores y el profesor americano descubre el “verdadero Santo Grial”, que sería la tumba de Santa María Magdalena en pleno centro de París: en un gesto idolátrico, se arrodilla y adora sus restos. Rechazo total a El Código Da Vinci El Código Da Vinci no es una novela histórica. Es un trabajo fantasioso, una narrativa envolvente para diseminar creencias gnósticas sobre la vida de Nuestro Señor Jesucristo y la Iglesia. Un lector poco atento, hipnotizado por la narrativa, puede no discernir esa propaganda gnóstica. Pero, tal vez sin percibirlo, podrá ser picado por la duda: ¿será que Brown está en lo cierto? ¿Será que la Iglesia ocultó la verdadera historia de Cristo durante 2000 años? Aunque El Código Da Vinci se presentase como una mera ficción, y no alegase basarse en hechos y documentos dignos de crédito, su ataque blasfemo a la Fe católica merecería nuestro rechazo indignado. Estas embestidas e insinuaciones nos incentivan a la reparación y acción. Nosotros adoramos a Cristo como Hombre-Dios y creemos en la Iglesia una, santa, católica y apostólica, que es el Cuerpo Místico de Cristo. Por eso rechazamos las blasfemias de Dan Brown contra nuestro adorable Salvador y sus afirmaciones históricamente falsas y fantasiosas de que Constantino fundó la Iglesia e impuso la creencia en la divinidad de Cristo. Al ver nuestra Fe atacada y nuestro Dios ofendido de ese modo, nosotros también nos consideramos ofendidos y tenemos el deber de protestar. Nuestra protesta pacífica adquiere especial urgencia por el hecho de que El Código Da Vinci no sea una oscura obra de ficción, y sí un libro de éxito, extremamente favorecido por la propaganda, con más de 35 millones de ejemplares en todo el mundo. Invirtiendo sus mejores recursos en una versión cinematográfica que diseminará ampliamente ese mensaje alrededor del mundo, Hollywood se empeña igualmente en una inimaginable promoción de las falsedades contenidas en el libro. El objetivo de la TFP americana, al publicar el libro Rechazando el Código Da Vinci, fue fortalecer a los lectores frente a las dudas insidiosas contra la Fe, difundidas subrepticiamente en tan grande escala. Muchos católicos no disponen de los argumentos necesarios para refutar tales acusaciones absurdas, y el texto de la TFP americana procura colocarlos a su alcance. Pretende también ser una defensa pública contra una ofensa pública, reafirmando lo que la Iglesia siempre enseñó a lo largo de dos mil años —una posición firme apoyada en la Roca de Pedro. La Iglesia Católica, al contrario de sus enemigos, no tiene ningún secreto o código oculto, y nunca temió proclamar la verdad en su integridad. Es pretenciosa y vana la ostentación de los promotores de la película, en su intento de “sacudir los fundamentos de la Cristiandad” o “cambiar la trayectoria de la humanidad para siempre”. En este nuestro mundo inseguro, en que nos amenazan terrorismo, drogas, enfermedades, asaltos, tenemos el derecho y el deber de prevenirnos contra los peligros morales y espirituales representados por tal ataque, que busca alcanzarnos en el fondo de nuestras almas con la amenaza de destruir nuestra fe, convicciones y principios. Nuestra mejor defensa consiste en oponernos con decisión y convicción a esta enorme ola de blasfemias. Notas.- 1. Los libros pueden ser obtenidos a través de www.tfp.org (http://www.tfp.org/Online%20Store/store.htm).
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