1 Nuestra Señora de Chapi
(ver La Virgen de Chapi, Tesoros de la Fe, nº 2, febrero de 2002).
Sor Ana Lucrecia de Vera (+1618), religiosa contemplativa limeña. “Aunque nació en el mundo, nunca conoció su malicia, porque de edad de dos años la trasladaron de su inculto terreno al fértil Paraíso del monasterio de la Encarnación. Como siempre se crió entre las virtudes, así se le hicieron connaturales sus hábitos, venciendo con el uso la repugnancia de la naturaleza. Fue venerada en vida como una gran sierva de Dios, y en muerte fue vista su dichosa alma subir al cielo asistida y acompañada de los gloriosos apóstoles san Felipe y Santiago, para mayor felicidad de su tránsito y veneración de su memoria”.1
2 Hno. Fr. Juan Gómez OFM (1560-1631), religioso lego franciscano, célebre enfermero del convento grande de Lima, nacido en Puebla de Guzmán, en Andalucía. Se le atribuyen muchos milagros, como el de los pejerreyes frescos que ofreció a san Francisco Solano en su última enfermedad y que atribuía a una dádiva del Niño Jesús, de quien era muy devoto. Fue amigo íntimo de san Martín de Porres y de san Juan Masías.
3 Señor de Muruhuay
Señor de Huamantanga
Devociones populares al Crucificado, en Tarma y Canta, respectivamente.
† Mons. Francisco de Sales Arrieta OFM (1768-1843), religioso franciscano limeño, XIX arzobispo de Lima. Durante más de veinte años, fue el alma de la Casa de Ejercicios de San Francisco y de la Tercera Orden. Como prelado, publicó un edicto sobre la educación cristiana de la juventud y enfrentó al liberalismo de su época.“Su piedad fervorosa, su humildad, el candor y la pureza más que humana de su corazón, no eran más que las virtudes con que el Señor le había preparado para que desempeñara su ministerio singular: para que luchara por un lado contra la impiedad y la corrupción y sostuviera por otro la fe amenazada”.2
4 P. Mateo Crawley Boevey y Murga SSCC (1875-1960), religioso de los padres franceses, natural de Sachaca. “Conocido internacionalmente como el apóstol de la entronización del Sagrado Corazón, ha sido tal vez la figura más ilustre que el Perú ha dado a la Iglesia en el siglo XX. Nacido en Arequipa, ejerció su apostolado primero en Chile hasta 1913, después en Europa, en Extremo Oriente, en los Estados Unidos y Canadá. Apóstol admirable y apasionado, consagró su vida a la Cruzada de Entronización del Corazón de Jesús en los hogares, para la cual gozó del apoyo del gran Papa san Pío X, así como de sus sucesores Pío XI y Pío XII”.3
5 P. Fr. Juan de la Concepción OFM (1537-1640), sacerdote franciscano descalzo, natural de Corrobárceno, en las montañas de Santander. Llamado en el siglo D. Juan de Mantilla. Felipe II lo designó chantre de Manila, pero a su paso por México el virrey marqués de Salinas, D. Luis de Velasco, lo retuvo en Acapulco. Al ser promovido al Perú, su excelencia lo trajo a Lima como consejero, capellán y preceptor de su primogénito. Santo Toribio de Mogrovejo lo nombró provisor y vicario general. La caída de una mula le hizo mudar de vida, repartió todo lo que tenía entre los pobres y obras pías, y tomó el hábito de recoleto el año 1601. Vivió como religioso durante casi cuatro décadas, con maravillosa observancia y penitencia. Lleno de días y de virtudes, murió a los 103 años y algunos meses de edad.
6 Pbro. Francisco Solano de los Heros (1828-1861), joven sacerdote limeño, director de la Casa de Ejercicios de Santa Rosa. “La pasión dominante del señor Heros era la administración del sacramento de la penitencia. […] Con una suavidad inimitable, aplicaba el remedio a las llagas de los enfermos del espíritu: aconsejaba a los díscolos, alentaba a los cobardes, perdonaba a los que hallaba bien dispuestos; y a todos encantaba con la afabilidad que le distinguía. […] No había pecador a quien se negase , cuando le pedía confesión”.4
7 P. Fr. Manuel Sobreviela OFM (+1803), sacerdote, misionero y cartógrafo franciscano, natural de Épila en la región de Aragón. Llegó al Perú en 1784 y al año siguiente se incorporó al convento de Ocopa. Recorrió ampliamente la Pampa del Sacramento, área geográfica comprendida entre los ríos Marañón, Huallaga y Ucayali, abrió caminos, expandió las misiones, fundó pueblos y elaboró la primera carta geográfica del Oriente peruano. Durante su gobierno las misiones de Ocopa alcanzarían su máximo esplendor.
8 Pbro. José Ignacio Moreno (1767-1841), sacerdote, escritor y apologista, natural de Guayaquil. “Su magnífico Diálogo sobre los diezmos, reveló a los adversarios que tenían que habérselas con un hombre que unía, a una sólida erudición en materias eclesiásticas, un ingenio penetrante y un vigor dialéctico poco común. Su pluma deshizo las falacias de los contrarios y más de una vez les impuso silencio. Entre todas sus obras la que mayor renombre le ha conquistado es el Ensayo sobre la Supremacía del Papa”.5
9 Virgen de los Desamparados
(ver La Virgen de los Desamparados, Tesoros de la Fe, nº 20, agosto de 2003).
Estefanía de San José (1561-1645), terciaria franciscana, hija de español y una esclava, natural del Cusco. “Al morir su amo, obtuvo la libertad, pero los hijos de este pretendieron arrebatársela. Por esa razón dejó el terruño y enrumbó a Lima para reclamar justicia ante la Real Audiencia”, que la declaró exenta de toda servidumbre. En su desbordante caridad, crió a cuatro niños criollos indigentes, a quienes educó cristianamente: “uno se hizo clérigo y el otro sacerdote de la Compañía de Jesús; las dos restantes fueron monjas, una agustina del convento de La Encarnación y la otra dominica del monasterio de Santa Catalina”.6
10 D. Francisco de Echave y Assu (+1684), escritor vasco, natural de Guetaria. Caballero de Santiago, fue corregidor del Cercado de Lima. Su obra La estrella de Lima convertida en Sol sobre sus tres coronas, relata las fiestas que se celebraron en Lima con motivo de la beatificación de santo Toribio de Mogrovejo.
11 P. Manuel Pardo y Barreda SJ (1877-1906), jesuita limeño, hijo del presidente Manuel Pardo y Lavalle, y hermano del también presidente José Pardo y Barreda. Realizó su noviciado y fue ordenado sacerdote en Ecuador, donde cultivó una acendrada devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Retornó al Perú y se entregó a la práctica de la caridad, su virtud favorita. En una carta a su hermano José, siendo Presidente de la República, le decía: “No olvides nombrar a Dios en todos tus discursos”. Su biógrafo resume así su breve existencia: “Inmoló a Dios juventud, inteligencia, posición social, el afecto de sus seres queridos y, finalmente la salud y la vida. El Dios de su corazón fue su recompensa”.7
12 P. Fray Fernando López de S. José OFM (1676-1724), sacerdote franciscano descalzo, natural de Cantabria. Brazo derecho del fundador de Ocopa. Pereció “en manos de curacas recién cristianizados, vencidos de sus vicios primitivos y con reacciones violentísimas ante cualquier corrección por suave que fuese. Le flecharon en el [río] Tambo en mayo de 1724 con todos sus nuevos compañeros, engañados por los campas como invitados a fundar una misión”.8
13 Virgen de Fátima
(ver Las grandes perspectivas de Fátima, Tesoros de la Fe, nº 65, mayo de 2007).
Deán Antonio de Saavedra y Leiba (1636-1707), eclesiástico trujillano celebrado como el Deán Saavedra (ver La Virgen del Socorro de Huanchaco, Tesoros de la Fe, nº 13, enero de 2003).
14 Almte. Abel Bergasse du Petit Thouars (1832-1890), marino galo, natural de Bordeaux-en-Gâtinais. Comandante de la escuadra francesa en el Pacífico sur. Tuvo una destacada actuación en la salvaguarda de Lima durante la Guerra del Pacífico, exigiendo a las tropas chilenas una ocupación pacífica de la capital peruana.
15 P. Fr. Francisco Fernández Casasola OFM (+1686), sacerdote franciscano limeño. Fusilado en Huaura por piratas ingleses, al evitar la profanación de objetos sagrados.
16 Domingo de la Ascensión
(ver Sexto artículo del Credo: Subió a los cielos, está sentado a la diestra de Dios Padre, Tesoros de la Fe, nº 22, octubre de 2003).
17 P. Julián de Lizardi SJ (1696-1735), sacerdote y misionero jesuita, natural de Asteazu (Guipúzcoa). Asesinado por los indios chiriguanos en la misión de Concepción, en el Alto Perú. “Su cuerpo fue encontrado unos días después, mientras portaba un crucifijo de bronce, su breviario y su oficio de Semana Santa”.9
18 P. Fr. Bernardo Sáenz Oviedo OSA (1740-1820), sacerdote agustino arequipeño. “Fue catedrático de San Ildefonso, pero brilló más en el púlpito y en el confesionario. […] Defendió la fiesta del Corazón de María en pública polémica contra el canónigo doctoral de la catedral D. Toribio Rodríguez de Mendoza y escribió Apología Caritativa en defensa de dicha fiesta”.10
19 P. Fr. Pedro de Tovar Arias OSA (1620-1710), sacerdote agustino, nació en un barco en plena travesía por el Mar del Norte, cuando sus padres se trasladaban al Perú. “Lo dotó Dios de una índole tan constante en la solicitud del bien, que no hubo quien viese los primeros destellos de su puericia, que no lo anunciase santo. Crecido en virtud y letras, se inclinó eficazmente al estado religioso, y profesó en el convento de San Agustín […] Su celda era el común refugio de todos, porque ni el pobre salía de ella sin socorro, ni el afligido sin consuelo, ni el dudoso sin resolución, ni el tentado sin esfuerzo. Por tan eminentes prendas, fue generalmente venerado por santo, y como un oráculo oído de las primeras personas del reino, no solo en virtud, sino también en dignidad y letras”.11
20 P. Fr. José de Espinosa y Valdivieso OSA (1629-1674), sacerdote y misionero agustino limeño. Emprendió la conversión de los indios ninarbas. “Guiado y fortalecido por el cielo, venció todas las dificultades que se opusieron a su penoso viaje; y , ganándoles primero la voluntad con el agasajo de sus maneras y regalos, o dominándolos con las maravillas que Dios obraba por su medio, les fue abriendo los entendimientos, hasta que introducida en ellos la luz verdadera, les hizo conocer su engaño y redujo como a doscientas familias a recibir el bautismo y a ligarse en sociedad”.12
21 Sor Irene Mc Cormack (+1991), religiosa australiana, misionera en el Perú desde 1987. Asesinada a sangre fría por una columna de Sendero Luminoso en la plaza principal de la Comunidad de Huasahuasi, en la provincia de Tarma, junto a cuatro dirigentes locales.
22 P. Juan Sebastián de la Parra SJ (1550-1622), sacerdote jesuita, natural de Daroca (Zaragoza). “Hombre de altísima oración y contemplación, favorecido en ella con especiales regalos y mercedes que le hizo el Señor. En 30 años que gobernó, así en Europa como en el Perú, fue siempre de grande entereza, prudencia, y discreción gran zelador de la honra de Dios, y provecho de las almas. Fue predicador apostólico, amado, reverenciado y temido de todos. Obró el Señor por él muchas y admirables conversiones: su ordinario hablar era de Dios; varón ejemplarísimo en los ministerios de la Compañía. Tuvo por capital enemigo al demonio que le persiguió y maltrató visiblemente, pero quedó él siempre vencedor. Tuvo don de profecía, discreción de espíritu. Fue visto varias veces en éxtasis, y elevado. Obró el Señor por su medio, y en confirmación de su santidad varias gracias y milagros”.13
23 Domingo de Pentecostés
Virgen del Triunfo o del Sunturhuasi (ver Nuestra Señora del Triunfo, Tesoros de la Fe, nº 53, mayo de 2006).
24 María Auxiliadora
(ver María Auxiliadora, Tesoros de la Fe, nº 29, mayo de 2004).
25 Da. Mencía de Almaraz y Sosa (+1618), fundadora del Monasterio de Nuestra Señora de la Encarnación; hija de Leonor de Portocarrero y viuda del capitán Francisco Hernández Girón. “Entróse en su monasterio, a donde vivió muchos años con singular ejemplo de observancia. Después de la muerte de su madre le gobernó con gran prudencia y virtud, aumentándole en riquezas terrenas y celestiales”.14
26 Santa Mariana de Jesús Paredes y Flores (1618-1645), virgen quiteña, conocida como la Azucena de Quito (ver Santa Mariana de Jesús, Tesoros de la Fe, nº 5, mayo de 2002).
27 Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote
M. Lucía de la Santísima Trinidad OP (1587-1649), dama limeña, que se llamó en el siglo doña Lucía Guerra de la Daga. Al enviudar, junto a su hermana Clara, fundó el Monasterio de Santa Catalina de Siena de Lima (1624), que fuera preconizado por santa Rosa de Lima. “Fue muchos años abadesa, ennobleciendo con su prudencia y virtud los gloriosos blasones de aquel célebre santuario”.15
28 M. Bernarda Teresa del Espíritu Santo (1668-1695), religiosa del Monasterio de la Santísima Trinidad, natural de Lima. “Fue eximia en la penitencia, humildad y oración. Tan favorecida de la Virgen Santísima, que desde los siete años de edad tuvo trato íntimo con ella, dirigiéndola como una madre a su hija en todos sus caminos, y consolándola frecuentemente con su presencia y con la de su Hijo adorable. Estuvo enriquecida con los dones sobrenaturales de profecía y de milagros; y, con opinión de gran sierva de Dios, murió, como lo había predicho, en la víspera de la Santísima Trinidad”.16
29 Hno. Juan de Ontón OFM (1566-1626), terciario franciscano, natural de San Martín de Ontón (Vizcaya). Se estableció de joven en Lima como próspero mercader de sedas, brocados y telas. Hasta que Dios permitió que cayera en una profunda melancolía: “Parecíale que sus pecados eran tan grandes que solo el Pontífice los podría remediar; apretábale el demonio con terribles tentaciones de desesperación, a que resistía asido a un crucifijo pequeño que tenía en las manos, amparándose juntamente de la intercesión […] de la Virgen de Begoña”.17 Pasados siete años vino el consuelo y, finalmente, su admisión en la Tercera Orden de Penitencia de San Francisco.
30 Santísima Trinidad
Pbro. Juan de Robles (s. XVII), clérigo licenciado, propietario de la casa-huerta sobre la cual se levantó el Monasterio de Santa Catalina de Siena de Lima; para cuyo establecimiento contribuyó con sus afanes y su hacienda.
31 Visitación de Nuestra Señora
En este misterio contemplamos la visita de la Virgen María a su prima santa Isabel; el estremecimiento de júbilo de san Juan Bautista en el seno materno, al oír la voz de la Virgen; el gozo de Isabel bendiciendo a María y a Jesús, y el himno de alabanza con que la Virgen glorifica a Dios, el Magníficat.
“En una buena parte del continente americano fue siempre singular la misión de vuestra patria, hijos amadísimos, la misión del Perú, foco de civilización y de fe, auténtico centro de gravitación espiritual, con sus famosos Concilios Limenses, carta fundamental de las Iglesias de América, con su brillante constelación de santos… El Perú tenía que ser una nación mariana: y que lo es, nos lo dice la intervención de la celestial Señora en su historia… la serie interminable y brillantísima de santuarios marianos… Copacabana, que mereció ser cantada por la lira insigne de Calderón de la Barca” (Pío XII, Radiomensaje, 12 de diciembre de 1954). |
Notas.-
1. Manuel Tovar, Apuntes para la Historia Eclesiástica del Perú (Primera parte), Tipografía de “La Sociedad”, Lima, 1873, p. 82-83.
2. Rubén Vargas Ugarte SJ , Historia de la Iglesia en el Perú, Aldecoa, Burgos, 1962, t. V, p. 146.
3. Cf. Tesoros de la Fe, nº 3, marzo de 2002.
4. Luis Guzmán, Corona Fúnebre, Imp. de J. D. Huerta, Lima, 1861, p. 9.
5. Vargas Ugarte, op. cit., t. V, p. 173.
6. Rafael Sánchez-Concha B., Santos y Santidad en el Perú Virreinal, V&E, Lima, 2003, p. 206.
7. Cf. Matthew Hale SJ , El Padre Manuel Pardo y Barreda, Gráfica Scheuch, Lima, 1946.
8. Mons. Odorico Saiz OFM , Actas del III Congreso Internacional sobre Los Franciscanos en el Nuevo Mundo (siglo XVII), Editorial Deimos, Madrid, 1991, p. 939.
9. Javier Burrieza Sánchez, in http://dbe.rah.es/biografias/35820/julian-de-lizardi.
10. Avencio Villarejo, Los agustinos en el Perú y Bolivia, Ed. Ausonia, Lima, 1965, p. 358-359.
11. Pedro García y Sanz, Apuntes para la Historia Eclesiástica del Perú (Segunda parte), Tipografía de “La Sociedad”, Lima, 1876, p. 377-378.
12. Ibid., p. 380.
13. Alonso Messia, Catálogo de algunos varones insignes en santidad de la Provincia del Perú de la Compañía de Jesús, Lyra Barreto, Sevilla, 1633 apud Rafael Vargas-Hidalgo, “Revista Andina” 28, Cusco, diciembre de 1996, p. 401-402.
14. Tovar, op. cit., p. 83.
15. Ibid., p. 86.
16. García y Sanz, op. cit., p. 402.
17. Diego de Córdova y Salinas, Crónica franciscana de las provincias del Perú (1651), Academy of American Franciscan History, México, 1957, p. 933.
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino