Verdades Olvidadas Necesidad de resistir a las pequeñas tentaciones

Aunque es cierto que hemos de combatir las grandes tentaciones con un valor invencible, y que la victoria que reportemos sobre ellas será para nosotros de mucha utilidad, con todo no es aventurado afirmar que sacamos más provecho de combatir bien contra las tentaciones leves; porque así como las grandes exceden en calidad, las pequeñas exceden desmesuradamente en número, de tal forma que el triunfo sobre ellas puede compararse con la victoria sobre las mayores.

Los lobos y los osos son, sin duda, más peligrosos que las moscas, pero no son tan impertinentes ni enojosos, ni ejercitan tanto nuestra paciencia.

Es una cosa muy fácil no cometer ningún homicidio, pero es muy difícil evitar los pequeños enfados, de los cuales se nos presentan ocasiones a cada momento. Es muy fácil a un hombre o a una mujer no cometer adulterio, pero ya no lo es tanto abstenerse de ciertas miradas, de dar o recibir amor, de procurar gracias o pequeños favores, de decir o aceptar piropos. Es muy fácil no ser rival del marido o de la mujer, en cuanto al cuerpo, pero no es tan fácil no serlo en cuanto al corazón; cosa fácil es no mancillar el lecho nupcial, pero es muy difícil no lesionar el amor de los casados; cosa fácil es no hurtar los bienes ajenos; es, empero, difícil no desearlos ni envidiarlos; es muy fácil no levantar falso testimonio en juicio, pero es muy difícil no mentir en una conversación; es muy fácil no embriagarse, pero es muy difícil ser sobrio; es muy fácil no desear la muerte del prójimo, pero es difícil no desearle algún malestar; es muy fácil no difamarle, pero es difícil no despreciarlo.

En una palabra, estas pequeñas tentaciones de ira, sospechas, celos, envidia, amoríos, frivolidad, vanidad, doblez, afectación, artificio, pensamientos deshonestos, son los cotidianos ejercicios, aun de las personas más devotas y decididas. Por esto, conviene que, con mucho cuidado y diligencia, nos preparemos para este combate, y tener la seguridad de que cuantas fueren las victorias logradas contra estos pequeños enemigos, otras tantas serán las piedras preciosas engarzadas en la corona de gloria que Dios nos prepara en su paraíso. Por esto digo que, mientras esperamos la ocasión de combatir bien y valientemente las grandes tentaciones, si llegan, es menester que nos defendamos bien y dignamente de los pequeños y débiles ataques.

 

San Francisco de Sales, Introducción a la Vida Devota, Lumen, Buenos Aires, 2002, p. 301-302.

Palabras del director Nº 168 - Diciembre 2015 - Año XIV Diálogo entre la mula y el buey
Diálogo entre la mula y el buey
Palabras del director Nº 168 - Diciembre 2015 - Año XIV



Tesoros de la Fe N°168 diciembre 2015


Parad y ved Una invitación a la Navidad perenne
Nº 168 - Diciembre 2015 - Año XIV Necesidad de resistir a las pequeñas tentaciones Diálogo entre la mula y el buey Parad y ved La Linda de la Catedral Jesús habla del Juicio Universal San Juan Damasceno ¿Somos idólatras?, ¿estamos cayendo en la idolatría? El carruaje



 Artículos relacionados
Dios sabe lo que nos conviene La confianza no nos dispensa de la oración. En las necesidades temporales no basta esperar los socorros de Dios, es menester además pedírselos. Jesucristo nos dejó en el Padrenuestro el modelo perfecto de la oración; ahí Él nos hace pedir “nuestro pan de cada día”: Panem nostrum quotidianum da nobis hodie...

Leer artículo

Piedad popular y restauración de la devoción al Corazón de Cristo Los años postconciliares en el Perú fueron malos para la devoción al Corazón de Jesús...

Leer artículo

Una de las más bellas miradas Hay mucha distinción en el rostro de la santa carmelita y en el conjunto de su cuerpo. Un rostro plácido, tranquilo y sereno...

Leer artículo

¿Se debe dar crédito a toda y cualquier aparición de Nuestra Señora? Según el Apocalipsis 7, 15 los santos prestan culto a Dios día y noche, por lo que les es imposible manifestarse en espíritu en este mundo. Valiéndose de ello, el diablo nos puede engañar, tomando la apariencia y la forma de alguno de ellos (2 Cor 11, 14)...

Leer artículo

Fidelidad a la palabra de Jesucristo Casado sólo por lo civil no se divorció y se casa nuevamente. — Catecismo 1650. Si la persona se casó sólo por lo civil, se divorció y contrajo una nueva unión, no puede casarse por la Iglesia. Muchas personas se casan sólo por lo civil, para evitar la indisolubilidad en el caso de que ‘no resulte’. Aunque no sea matrimonio hubo un enlace, una unión con derechos y deberes...

Leer artículo





Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino

×