Adalberto Ferreira
El Evangelio de san Mateo comienza con la génesis de Nuestro Señor Jesucristo, descendiente de David y de Abraham, siguiendo la costumbre judía de presentar el linaje paterno. No se trata de una mera enumeración de quién engendró a quién, sino que obedece a un plan muy elevado para la inserción del Salvador en la historia humana. San Mateo escribió para sus coterráneos judíos, que conocían los usos y costumbres en vigor en la época que el evangelista narraba. Desafortunadamente, el texto original en arameo no ha llegado hasta nosotros. Ni siquiera sabemos si existió tal versión o si el evangelista escribió directamente en griego, la lengua culta de la época. Lo que subrayan los exégetas es que la versión griega revela hebraísmos, bien de una versión anterior o del propio autor al expresarse en griego. Por eso mismo, el lector desprevenido encuentra todo tipo de dificultades y el relato evangélico puede parecer confuso y difícil de entender. Uno de estos episodios aborda el asunto de la adopción del Niño Jesús por san José, descendiente de la Casa Real de David. Varón justo, que pasó por una prueba única en la historia sagrada y humana. El hecho, ampliamente conocido, sin embargo, debe acompañarse paso a paso para comprender todo su alcance. La grandiosa génesis de Jesús termina del modo siguiente: “Y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo”. Se observa, por lo tanto, que el evangelista narra la genealogía de José. Y que él es apenas el esposo de aquella que es la madre de Jesús. El texto bíblico continúa así: “La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: ‘José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados’” (Mt 1, 16-21).1 * * * Antes de pasar al análisis del texto, conviene recordar que el noviazgo, que precedía al matrimonio hasta en un año, equivalía al matrimonio. No podía deshacerse sin motivo, puesto que para todos los efectos los novios estaban casados sin que aún vivieran bajo el mismo techo. Y todo lo que les ocurriera durante ese periodo debía ser comunicado a la otra parte. Ahora bien, san Mateo narra que “antes de vivir juntos”, es decir, antes de vivir bajo el mismo techo, la Virgen María se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Y continúa: “Como era justo [san José] y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado”. ¿Cómo así? La dificultad salta a la vista. Si san José la dejara en secreto, nadie lo sabría. Y si no quería hacerlo público, es probable que supiera algo más que no está recogido en el Evangelio. Se plantea el dilema: si hubiera habido incumplimiento del contrato nupcial, el Justo habría tenido que actuar y denunciar a la novia bajo pena de complicidad. Por tanto, marcharse en secreto, como hemos visto, no es la solución. ¿Cómo resolver esta cuestión?
Santo Tomás de Aquino, en sus comentarios sobre el Evangelio de san Mateo, plantea muchas hipótesis, y cita a varios autores, entre ellos a san Jerónimo y a Orígenes: “Él [san José] no sospechó de adulterio, José conocía en realidad la castidad de María, había leído en las Escrituras que una virgen concebiría, Is 7, 14 y 11, 1: ‘Brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago’, etc. También sabía que María descendía del linaje de David. Era más fácil para él saber que esto se había cumplido en ella que [creer] que había pecado. Y así, considerándose indigno de cohabitar con tanta santidad, planeó en secreto dejarla. … No quiso traerla (en justicia), es decir (según la etimología de traducere), llevarla consigo y tomarla por esposa, juzgándose indigno”.1 El comentario no resuelve todos los problemas. Es una hipótesis entre muchas. Aunque tiene valor, puesto que es citada por santo Tomás, no elimina las dificultades del texto. Pero es muy similar a lo que señalan estudios modernos. San José, conociendo la grandeza de lo ocurrido, no vislumbraba cuál era su papel en aquella situación. Esta sería la dificultad a la que se enfrentó. * * * En un estudio sobre el tema titulado El anuncio a José 2, el sacerdote jesuita Xavier Léon-Dufour (1912-2007), expone que: “Con el anuncio a José termina Mateo de desplegar la primera hoja del díptico que forma su prólogo: Jesús recibido en la estirpe de David por José el justo. Jesús se inserta en el pueblo escogido y en la raza humana; viene como culminación de la historia santa y la corona: esta filiación humana, judía y davídica, es lo que la genealogía pretendía autentificar. Mas Jesús es también el Hijo de Dios, no conoce otro Padre que Dios mismo. ¿Cuál fue el medio escogido por Dios para hacer entrar a su Hijo en la tierra de los hombres, en el seno de su pueblo elegido, como Hijo de David y Salvador de Israel? Esto es lo que viene a descubrirnos el relato que da fin al capítulo primero de san Mateo”.3 * * * Más que análisis conjeturales sobre la actitud de san José, el autor del estudio quiere ver, objetivamente, “el designio de Dios tal como se cumple en José”.4 Luego de examinar exhaustivamente dificultades de diversa índole, se pregunta cuál fue la intención de san Mateo al narrar la concepción virginal y cómo se compagina con la cohabitación (vivir bajo el mismo techo) de José y María. ¿Pretendía esta cohabitación justificar el linaje davídico de Jesús, para explicar el nombre [“Jesús”] adoptado por el Mesías? ¿Y cómo puede insertarse la justicia [santidad] de José en este cuadro?
El autor pasa luego a considerar el texto griego del mensaje angélico, lo que rebasaría los límites de este artículo. Sin embargo, subraya que dicho mensaje pretende explicar el papel de san José: “El hijo de David, que tiene por misión servir de padre al Niño, debe tomar consigo a la madre del Salvador no precisamente por causa de la concepción virginal, sino, casi podríamos decir, a pesar de esta. Si es verdad que el Espíritu Santo es el autor de la concepción, no lo es menos que José ha de desempeñar una determinada función en el nacimiento milagroso”.5 En otras palabras, la Santísima Virgen obedece al ángel en la Anunciación. San José, por su parte, debe obedecer al ángel para asumir la paternidad legal de Nuestro Señor Jesucristo. Al analizar el mensaje del ángel, el autor sostiene que “ante todo ha de revisarse el planteamiento mismo del problema. ¿Con qué derecho ponemos a José ante el dilema: María es adúltera, María es inocente?”. Para Eusebio, san Efrén y algunos intérpretes posteriores: “la alternativa era la siguiente: José sospecha un adulterio, José conoce el misterio”. En vista de ello, “Eusebio rechaza la primera y declara que José tuvo conocimiento de la obra del Espíritu Santo”. Desde esta perspectiva “todo resulta entonces coherente”.6 Pero, ¿quién le puso al corriente? “Los especialistas de las costumbres de la época estiman que María pudo pedir a su propia madre que informara a su esposo. ¿Por qué no?”.7 Y concluye con una visión grandiosa que pone de relieve el papel de san José: “Juan [Bautista] anuncia y designa al Mesías; José recibe al Salvador de Israel. Juan es la voz que se hace eco de la tradición profética; José es el hijo de David que adopta al Hijo de Dios. Por su proclamación oficial, Juan es Elías, el gran profeta; por la humilde acogida que hace de Emanuel [el nombre dado a Jesús en la profecía de Isaías; significa Dios con nosotros] dentro de su linaje, José es el justo por excelencia. Como todos los justos, espera al Mesías, pero sólo él recibe la orden de tender un puente entre los dos Testamentos; mucho más que Simeón, que recibe a Jesús en sus brazos, José recibe al Salvador en su propia estirpe. Reacciona como los justos de la Biblia ante el hecho de Dios, que interviene en su historia: como Moisés al quitarse las sandalias, como Isaías aterrorizado por la aparición del Dios tres veces santo, como Isabel que se pregunta por qué viene a ella la madre de su Señor, como el centurión del evangelio, como Pedro, en fin, cuando dice: ‘Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador’”.8
Notas.- 1. Lecture de L’Évangile de saint Matthieu par saint Thomas d’Aquin, https://www.documentacatholicaomnia.eu/03d/1225-1274,_Thomas_Aquinas,_Biblica._Super_Evangelium_Matthaei,_FR.pdf, c. 1, 19, item 122; 2. Xavier Léon-Dufour, Estudios de Evangelio, Análisis exegético de relatos y parábolas, Cristiandad, Madrid, 1982, p. 67; 3. Id. ib., p. 67; 4. Id. ib., p. 67; 5. Id. ib., p. 76; 6. Id. ib., p. 72; 7. Id. ib., p. 81; 8. Id. ib., p. 82.
|
![]() Descendiente de la Casa Real de David |
![]() |
Capítulo 14: “Rusia habrá extendido ya sus errores por el mundo” El pedido de la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María se realizó el 13 de junio de 1929, siendo 12º aniversario de la segunda aparición. Como relata la hermana Lucía, ella estaba sola haciendo una vigilia de oración en la capilla, entre las 11 p.m. y la medianoche, cuando tuvo una visión simbólica sobre la Santísima Trinidad y la Redención... |
![]() |
Placidez, castidad, maternidad La idea que la imagen despierta en mi espíritu, la idea central, es la de una placidez muy ordenada, muy casta por tanto, y al mismo tiempo maternal... |
![]() |
Santo Tomás de Aquino Santo Tomás de Aquino fue una gran lumbrera que Dios puso en medio de su Iglesia para iluminar, confortar y animar a las almas a lo largo de los siglos para que resistieran con gallardía los embates de la herejía... |
![]() |
La doctrina católica sobre el deporte femenino Lucha constante contra la permisividad de las costumbres... |
![]() |
El amor en el matrimonio deformado por el romanticismo Soy hijo de familia católica y, lamentablemente, durante muchos años me perdí por los descarríos del mundo. Hace algunos años, comencé a relacionarme con una joven, más por sensualidad que por sentimientos de afecto por su persona... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino