José Moreno Carbonero, 1884, Museo del Prado Felipe Barandiarán Isabel de Portugal, la esposa del emperador Carlos V, que había cautivado con su belleza física y espiritual a toda la corte castellana, fallecía en Toledo el 1 de mayo de 1539 con solo 36 años de edad. Debía ser enterrada en la Capilla Real de Granada. Su hijo Felipe encabeza los funerales. Le encomienda dirigir la comitiva a su caballerizo mayor, Francisco de Borja y Aragón, marqués de Lombay y luego IV duque de Gandía. No era la primera vez que acompañaba a la emperatriz por la que sentía una rendida devoción. Ahora sería la última. El viaje ha sido largo y caluroso. La luz que inunda el interior de la Catedral se cuela a través de la gran reja de la capilla que, no obstante, se mantiene en penumbra. El féretro es depositado sobre un catafalco cubierto con el blasón imperial. Asisten a su preceptiva apertura los miembros de la corte de la emperatriz, llorosos, asombrados, curiosos o circunspectos. Impasibles y con entereza, los representantes del clero. Uno de los Monteros de Espinosa, al que vemos tapándose la nariz por el inaguantable hedor de la putrefacción, descubre la caja mortuoria para la identificación del cadáver, antes de ser entregado a los monjes que han de darle sepultura, a los que vemos al fondo. Cuando el duque contempló el cadáver, ahora descompuesto por causa del calor del viaje, sintió desplomarse y entre lágrimas dio fe de cuanto veía: “no puedo jurar que esta sea la emperatriz, pero sí juro que es su cadáver el que aquí ponemos … juro también no más servir a señor que se me pueda morir.” Y conmocionado, arroja su parlota de negra pluma a los pies de la muerte, mientras se derrumba con un abrazo en el hombro de su gentilhombre, que luce brillante armadura. Tras esto, al enviudar de Leonor de Castro —dama portuguesa de la emperatriz, a la que vemos detrás cubriéndose el rostro para enjugar su llanto— ingresó en la Compañía de Jesús, donde alcanzó la santidad.
|
Fin del pensamiento e igualdad con los animales |
Regreso del perdón de Santa Ana de Fouesnant a Concarneau Estamos en la Bretaña. Es la fiesta de Santa Ana, 26 de julio, patrona de los marineros y de toda la región francesa. Siguiendo una línea serpentina, una flotilla de veleros y botes de remos regresan de la romería. Las jóvenes del primer bote tuvieron el privilegio ese año de escoltar la imagen dorada de la Inmaculada... | |
Mes de María Mayo es el mes de las flores, de la explosión de la primavera en el hemisferio norte, cuando los pájaros retoman sus trinos llenos de alegría. Los campos rebosan colorido. Todo es luz y emoción. Es el mes de las madres, el mes de María: “de nuevo aquí nos tienes, purísima doncella, más que la luna, bella, postrados a tus pies”... | |
La pastelería Gloppe en los Campos Elíseos La delicadeza de sus dulces y masas, exquisitos al paladar, la naturalidad del ambiente, la distinción acogedora y el buen gusto, la convertían en punto de reunión para un encuentro informal, un intercambio de confidencias o un simple descanso en el paseo... | |
Cumpleaños de la Madre Superiora de las Hermanas de San Vicente de Paul El curso está terminando, llega el buen tiempo y el final de las clases. En el internado de las Hermanas de la Caridad se celebra el cumpleaños de la madre superiora. Las niñas acuden a felicitarla. Entran en fila en la amplia estancia, guiadas por las hermanas maestras... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino