Especiales La «Leyenda Áurea»

una obra eterna

La «Légende Dorée», libro monumental, nos revela un mundo dorado en una
época maravillosa, la Cristiandad medieval, en la cual las grandes virtudes daban el tono de la vida.


Juan Luis Vidigal



Si en los medios de comunicación que siguen ciegamente la moda en América Latina, algún lector inadvertido expresase el deseo de leer la historia de un santo, inmediatamente sería objeto de un silencio cargado de desprecio, tal vez de irritación. El neopaganismo —esa “religión” obligatoria de nuestros días— hace creer que sólo es moderno leer las siniestras aventuras de Harry Potter, las extrañas obras de Paulo Coelho y congéneres. Sin embargo, no hace mucho tiempo, en el año 2000, la prensa internacional dio gran destaque a la reedición de un libro que fue un gran best-seller de la Edad Media, la famosa Leyenda Áurea, publicada por el Bienaventurado Jacobo de Vorágine (o de Varazze) en 1260. Órganos de gran tiraje como “Time”, “Le Monde”, “Le Figaro”, “L’Expres” entre otros, dedicaron amplio espacio a esta nueva edición, pues la Leyenda Áurea, publicada hace casi 750 años, sigue siendo un libro de sorprendente actualidad.

En plena Edad Media, el fraile dominico Jacobo de Vorágine quiso escribir una obra sin precedentes: la narración de la vida de los 180 santos más conocidos hasta su época. Puso manos a la obra en latín popular, con un objetivo claro: el clero necesitaba de una lectura accesible que lo inspirase en sus prédicas, presentando ejemplos de vida que corrían de boca en boca solamente a través de las tradiciones populares. El resultado de tal iniciativa fue impresionante: en algunos años la obra se volvió, junto con la Biblia, en el libro más copiado, leído, escuchado, comentado y parafraseado en los países de la Cristiandad.

En 1265, Jacobo de Vorágine fue elegido Provincial de su orden en Lombardía. En ese período tuvo la honra de ser el superior de Santo Tomás de Aquino. En 1292 fue nombrado Arzobispo de Génova, cargo que ocupó hasta su muerte, a los 70 años, en 1298.

Esplendor dorado de la virtud

San Francisco, en una actitud que lo interpreta por entero, predica a las aves: ¡Carísimos hermanos pájaros! Mucho debéis vosotros a Dios, y es menester que siempre y en todas partes le alabéis y bendigáis...

En el siglo XIII, cuando instituciones como las corporaciones de oficio estaban en su auge y al mismo tiempo florecían las primeras universidades, Vorágine quiso ofrecer una dádiva al pueblo fiel, ocupado en construir iglesias y catedrales, y ávido por conocer la verdadera fe. Escribió entonces con fervor y entusiasmo una historia, retratando todos los conocimientos y leyendas acumuladas con el paso de los siglos, sobre la vida de los santos. Nació así el primer libro religioso realmente accesible a todos: la Legenda Sanctorum, o “lo que se debe leer sobre los santos”. En poco tiempo la obra recibió el nombre de Légende Dorée, Leyenda Áurea, porque, decían entonces, su contenido era de oro.

El libro, reproducido en más de diez mil manuscritos, narra con una fuerza sorprendente las increíbles y maravillosas historias de los santos, sus milagros y martirios, retrocediendo hasta los primeros años de la Cristiandad medieval y abarcando los lugares más lejanos y recónditos del mundo de entonces. El religioso dominico evoca también las principales fiestas del calendario litúrgico y mariano.

Efecto fundamental en las artes

Otro hecho, además, permitió que el libro alcanzase aún más importancia. El texto maravilló a los artistas, que se apoderaron de él gustosamente desde los comienzos del Renacimiento italiano, haciéndolo referencia indiscutible de todos los pintores, que en su texto encontraban una fuente inagotable de inspiración. Esto sucedió con los mayores artistas, tales como Giotto, Duccio, Fray Angélico, Simone Martini, Piero della Francesca, Masaccio, Masolino, Pietro Lorenzetti, Ambroggio, etc. Pero también otros menos conocidos, aunque no menos inspirados, emplearon su genio para exaltar escenas de la vida de santos y enriquecer las iglesias, conventos y monasterios con pinturas, retablos, vitrales y polípticos.

San Joaquín, padre de la Santísima Virgen, marcha con los pastores de su propio rebaño para hacer penitencia debido a la infecundidad de su matrimonio, pero en una visión un ángel le muestra el designio de Dios de apiadarse de su aflicción

Reunir en un libro de arte el texto original y las obras artísticas que él suscitó en los siglos XIV y XV fue la genial idea de las Ediciones Diane de Selliers, de París (www.editionsdianedeselliers.com/Legende_Doree). Su trabajo de investigación, que duró tres años y reunió más de 400 reproducciones fotográficas de altísima calidad, fue dignamente recompensado con dos ediciones francesas, una italiana y una portuguesa. Esperamos con avidez una pronta edición en español.

Si un centenar de esas reproducciones artísticas son universalmente conocidas, se puede decir, sin embargo, que más de un tercio de ellas son totalmente inéditas: pinturas escondidas en la intimidad de los conventos, retablos descubiertos en iglesias desconocidas, secuencias desperdigadas en diversos museos, o incluso en colecciones privadas. La conjunción del libro del Beato Vorágine con las obras de arte que él suscitó fue una agradable sorpresa, y realzó la belleza extraordinaria, llena de sabiduría y de amor a lo maravilloso, que floreció en la Edad Media.     



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Tesoros de la Fe N°40 abril 2005


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