Estimados amigos: “Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces e invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumento de la gloria de esta misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y por la nuestra, proclamamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”. Con estas elocuentes palabras Pío XII proclamó, el 1º de noviembre de 1950, el dogma de la Asunción. Se trata del cuarto dogma mariano —le precedieron los de la Maternidad Divina, la Virginidad de María y la Inmaculada Concepción— y, al mismo tiempo, del último dogma definido por la Santa Madre Iglesia. El dogma es una verdad de fe, a la que todo cristiano debe prestar una adhesión irrevocable. “Los dogmas son luces que iluminan el camino de nuestra fe y lo hacen seguro”, nos explica el Catecismo de la Iglesia Católica. Hasta antes de su proclamación, un dogma puede ser materia de opinión; pero una vez definido, debe ser acatado por todo católico, bajo pena de verse excluido de la comunión eclesial. Lo que, acto seguido, expone el Pontífice: “Por eso, si alguno, lo que Dios no quiera, osase negar o poner en duda voluntariamente lo que por Nos ha sido definido, sepa que ha apartado de la fe divina y católica” (Munificentissimus Deus). Estas mismas doctrinas, sin embargo, fueron anteriormente enarboladas y defendidas por grandes doctores. Tal es el caso de la Asunción de María, cuya fiesta conmemoramos el 15 de agosto, y sobre la cual dedicamos el Tema del Mes. En Jesús y María, El Director
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La Asunción de María Un anticipo de nuestra propia resurrección |
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Todo atentado contra la familia atenta contra la humanidad La dignidad, los derechos y los deberes del hogar familiar, establecido por Dios mismo como célula vital de la sociedad, son, por ello mismo, tan antiguos como el mundo; son independientes del poder del Estado que debería protegerlos y defenderlos, si se hallan amenazados... |
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Instituciones altamente aristocráticas Habrá sorprendido a más de uno cuando el augusto pontífice Pío XII, en un discurso a la nobleza romana (16-1-1946), afirmó que todos los pueblos, sin exceptuar los democráticos, deben tener instituciones altamente aristocráticas: “De ahí que en todos los pueblos civilizados existan y tengan influencia instituciones eminentemente aristocráticas en el sentido más alto de la palabra, como son algunas academias de vasto y bien merecido renombre... |
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La dignidad de la mujer Todos los que empañan el brillo de la fidelidad y castidad conyugal, como maestros que son del error, echan por tierra también fácilmente la fiel y honesta sumisión de la mujer al marido; y muchos de ellos se atreven todavía a decir, con mayor audacia, que es una indignidad la servidumbre de un cónyuge para con el otro... |
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Posesión y uso de armas nucleares, ¿qué dice la moral católica al respecto? La Iglesia Católica tiene una doctrina muy amplia y coherente sobre la paz y la guerra entre las naciones. San Agustín planteó en el siglo IV el problema ético de la “guerra justa”, y sus enseñanzas fueron completadas por santo Tomás de Aquino... |
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La devoción a la Virgen y la elección de la vocación “En la vida, yo voy a escoger mi propio camino” Este es el pensamiento de muchísimos jóvenes de hoy, si no de la casi totalidad de ellos. Que no se toman el trabajo de indagar si ese camino fue elegido por el propio Dios... |
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