Mahoma propagó su religión no con milagros o con la persuasión de las palabras, sino por la fuerza de las armas. Religión que, favoreciendo toda suerte de libertinajes, en un corto espacio de tiempo hizo de Mahoma jefe de una formidable banda de salteadores. Luis Eduardo Dufaur San Juan Bosco, maestro de la juventud, es famoso también por ser autor de numerosas obras de genuina formación religiosa. Entre ellas figura el libro “El católico instruido en su religión. Charlas de un padre de familia con sus hijos sobre cuestiones actuales, con un epílogo del sacerdote Juan Bosco”. Este libro fue publicado por primera vez en 1853 y tuvo incontables ediciones, siendo usado por los sacerdotes de la egregia congregación salesiana en su labor evangelizadora y educadora en todos los continentes. También fue muy consultado por padres de familia católicos que desean dar a sus hijos una buena formación. El libro está redactado en forma de diálogos entre un padre de familia preocupado con la salvación del alma de sus hijos, y el hijo mayor, que habla en nombre de todos sus otros hermanos. Reproducimos a continuación el diálogo nº 13 (Parte Segunda) sobre el Islamismo o mahometismo. * * * Padre – Sin duda, para un católico no hay ciencia más importante que aquella que lo instruye en la religión propia. Ciencia importante, y al mismo tiempo muy consoladora, porque tiene los fundamentos ciertos y claros que hacen manifestar el concurso de la omnipotencia divina. Esta religión de Jesucristo, que únicamente se conserva en la Iglesia Católica Romana, de acuerdo a las palabras del mismo Salvador, puede ser de cualquier manera perseguida, pero no por ello vencida. En todo tiempo, en medio de las más sangrientas persecuciones, se ha conservado inmóvil como columna, siempre gloriosa, siempre visible, siempre victoriosa, sin usar otras armas que las de la caridad y de la paciencia. Esta su invariabilidad conservada desde los tiempos de Jesucristo hasta nuestros días, no puede atribuirse a otro factor que a la omnipotencia divina. Establecidos así los fundamentos de nuestra santa religión católica, quiero hablarles un poco sobre algunos curiosos sucesos: es decir, sobre aquellas religiones que estaban unidas a la Iglesia Católica, y que en un tiempo se separaron. Hijos – Buenísimo, buenísimo. Esto quise saberlo desde hace tiempo. ¿Cuáles son estas religiones que en un tiempo se separaron de la Iglesia Católica? Padre: Antes de hablarles de las religiones que en un tiempo se separaron de la Iglesia Católica Romana, quiero resaltar que las religiones que no tienen los caracteres de la divinidad, y que nosotros llamamos falsas religiones, se pueden reducir al hebraísmo, a la idolatría, al mahometismo, y a las sectas cristianas profesadas por los griegos cismáticos, valdenses, anglicanos y protestantes. Creo que de la idolatría no es oportuno hablarles, porque en nuestros días, a excepción de poquísimos países donde aún no ha penetrado la luz del Evangelio, no existe más. Del hebraísmo les he hablado bastante en la primera parte de nuestra charla. Si les parece, yo quiero hablarles de las otras comenzando con el mahometismo. Hijos: Sí, comienza por decirnos ¿qué se entiende por mahometismo? Padre: Por mahometismo se entiende una colección de máximas tomadas de varias religiones, las cuales al ser practicadas llegan a destruir cualquier principio de moralidad. Hijos: ¿En qué países se profesa este mahometismo? Padre: El mahometismo se profesa en una gran parte de Asia, y también en una parte de África. Hijos: ¿A quién debe su principio el mahometismo? Padre: El mahometismo tiene su principio en Mahoma. Hijos: ¡Oh! sobre este Mahoma tenemos tanta curiosidad de oír hablar: dinos lo que sabes de él. Padre: Sería demasiado largo referir lo que la historia cuenta de este famoso impostor: lo que voy a referirles es solamente quién era él y cómo fundó su religión. Mahoma nació en una familia pobre, de padres gentiles, en el año 570, en la Meca, ciudad de Arabia, poco distante del Mar Rojo. Hambriento de gloria y deseoso de mejorar su condición anduvo vagando por muchos países, y llegó a ser agente de una comerciante viuda dueña de caravanas que traficaban con Damasco, que enseguida lo desposó. Era tan astuto que supo aprovecharse de su enfermedad y de su ignorancia para fundar una religión. Padeciendo de epilepsia, afirmaba que aquellas sus caídas frecuentes eran otros tantos arrebatamientos para tener coloquios con el ángel Gabriel. Hijos: ¡Qué impostor, engañar a la gente de esa manera! ¿Habrá también intentado hacer milagros para confirmar su predicación? Padre: Mahoma no podía hacer milagro alguno en confirmación de su religión, porque no era enviado de Dios. Solo Dios es autor de los milagros. Pero dado que se vanagloriaba de ser superior a Jesucristo, se le pidió allí mismo que hiciera milagros a la par que Él. Altivamente respondía que los milagros eran hechos por Jesucristo, y que él fue suscitado por Dios para restablecer la religión por la fuerza. No obstante ello, se vanagloriaba de haber hecho uno, y decía que, habiendo caído un pedazo de la luna en su manga, él había sabido repararla; en memoria de este ridículo milagro los mahometanos tomaron por divisa la media luna. Se ríen, hijos míos, y con mucha razón, porque un hombre con tal desfachatez hubiera podido considerarse más un charlatán, que un predicador de una nueva religión. Cuando por esta causa corrió la fama de que era un impostor y perturbador de la tranquilidad pública, sus conciudadanos quisieron apresarlo y darle muerte. Pero él se dio a la fuga, y se retiró a la ciudad de Medina con algunos libertinos que le ayudaron a convertirse en señor de la misma. Hijos: ¿En qué cosa propiamente consiste la religión de Mahoma? Padre: La religión de Mahoma consiste en una monstruosa mezcolanza de judaísmo, de paganismo y de cristianismo. El libro de la ley mahometana es llamado el Corán, que quiere decir, la recitación. Hijos: ¿Por qué Mahoma hizo esa mezcolanza de varias religiones? Padre: Porque como los pueblos de Arabia eran en parte judíos, en parte cristianos, y otros paganos, él, para llevarlos a todos a seguirle, tomó una parte de las religiones que profesaban, y escogió especialmente aquellos puntos que pudieran mayormente favorecer los placeres sensuales. Hijos: ¿Puede decirse propiamente que Mahoma fuese un hombre letrado? Padre: De ninguna manera, ni mucho menos sabía escribir; y para componer su Corán fue ayudado de un hebreo y de un monje apóstata. Hablando de la Historia Sagrada confunde un hecho con el otro; por ejemplo, atribuye a María, hermana de Moisés, hechos que más conciernen a María, madre de Jesucristo, con muchísimos otros despropósitos. Hijos: Esto me parece impresionante: si Mahoma era ignorante y no hizo ningún milagro, ¿cómo pudo propagar su religión? Padre: Mahoma propagó su religión no con milagros o con la persuasión de las palabras, sino por la fuerza de las armas. Religión que, favoreciendo toda suerte de libertinajes, en poco tiempo hizo de Mahoma jefe de una formidable banda de salteadores. Con ellos recorría los países del Oriente ganándose a las gentes, no con insinuarles la verdad, ni con milagros o profecías; sino que por único argumento alzaba la espada sobre las cabezas de los vencidos gritando: o creer o morir. Hijos: Qué canalla, ¿son estos los argumentos que se deben usar para convertir a la gente? Sin duda, siendo Mahoma tan ignorante, ¿hubiera diseminado en el Corán muchos errores?
Padre: El Corán contiene una serie de errores cada uno más inmenso contra la moral y contra el culto del verdadero Dios. Por ejemplo, excusa de pecado a quien niega a Dios por temor de la muerte; permite la venganza; asegura a sus seguidores un paraíso, pero solo lleno de placeres terrenos. En resumen, la doctrina de este falso profeta permite cosas tan obscenas, que el alma cristiana tiene horror de mencionar. Hijos: ¿Qué diferencia hay entre la Iglesia Cristiana y la mahometana? Padre: La diferencia es enorme. Mahoma fundó su religión con la violencia y con las armas: Jesucristo fundó su Iglesia con palabras de paz, sirviéndose de los pobres sus discípulos. Mahoma fomentaba las pasiones, Jesucristo mandaba el negarse a sí mismo. Mahoma no hizo ningún milagro, Jesucristo hizo muchísimos milagros a plena luz del día y en presencia de innumerables multitudes. Las doctrinas de Mahoma son ridículas, inmorales y corruptoras: las de Jesucristo son augustas, sublimes y purísimas. En Mahoma no se cumplió ninguna profecía; en Jesucristo se cumplen todas. En suma, la religión cristiana, en cierta manera, hace al hombre feliz en este mundo para elevarlo después a los gozos del cielo; Mahoma degrada y envilece la naturaleza humana, y cifrando la felicidad en los placeres carnales, reduce al hombre al grado de los animales inmundos. ♦
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