TÚ ADIESTRAS Y AMAESTRAS puerilmente a los niños, enérgicamente a los jóvenes, suavemente a los ancianos, según la edad, no sólo del cuerpo, sino del alma de cada uno. Tú mandas a las esposas que con casta y fiel obediencia obedezcan a sus esposos, no para saciar su pasión, sino para que nazcan niños en el mundo y para el gobierno de la familia. Tú constituyes la autoridad de los maridos sobre sus esposas, no para tratar con desprecio al sexo más débil, sino para que se le haga partícipe de las leyes del más sincero amor. Tú como en una especie de esclavitud voluntaria sometes los hijos a sus padres y pones a los padres delante de los hijos con afectuoso dominio. Tú unes hermanos a hermanos con el vínculo de la religión, más sólido y estrecho que el de la sangre. Tú estrechas con el vínculo de la caridad mutua todo género de parentesco y de afinidad, respetando las sagradas relaciones de la naturaleza y de la voluntad. Tú enseñas a los criados la fidelidad a sus amos, no sólo porque su condición les obliga a ello, sino convirtiéndoles el deber en placer. Tú vuelves afectuosos a los amos hacia sus criados, en consideración al supremo Dios, Señor común, y les adviertes que deben estar más inclinados a aconsejar que a obligar. Tú unes ciudadanos a ciudadanos, pueblos con pueblos, y en general a los hombres entre sí, y los unes, no sólo en sociedad, sino también en una especie de confraternidad, por el recuerdo de los primeros padres. Tú enseñas a los reyes a tener cuidado de los pueblos y amonestas a los pueblos a someterse al rey. Tú enseñas asiduamente a quiénes se debe honor, a quiénes afecto, a quiénes reverencia, a quiénes temor, a quiénes consuelo, a quiénes amonestación, a quiénes exhortación, a quiénes corrección, a quiénes represión, a quiénes castigo, demostrando al mismo tiempo que no a todos se debe todo, pero sí a todos se debe la caridad y el mal a ninguno. SAN AGUSTÍN DE HIPONA, De las costumbres de la Iglesia Católica, § 63.
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San Lorenzo Justiniano |
Conversión de personas insignes ¿No es cierto que son muchos los que retornan a Ti desde un abismo de ceguera mucho más profundo que el de Victorino? ¿No es cierto que se acercan a Ti y son iluminados (Sal 34, 6) al dar acogida a tu luz, y que cuantos le brindan esta acogida reciben de Ti el poder de hacerse hijos tuyos?... | |
Oración al Espíritu Santo Oh divino amor, oh lazo sagrado que unes al Padre y al Hijo, Espíritu Todopoderoso, consolador de los afligidos, penetra en los profundos abismos de mi corazón. Derrama tu refulgente luz sobre estos lugares incultos y tenebrosos, y envía tu dulce rocío a esta tierra desierta para reparar su larga aridez... | |
La deformación moral es muchas veces causa del error ¿Por qué la verdad genera odio? ¿Por qué el hombre que proclama la verdad en tu nombre viene a ser para ellos un enemigo, amando como aman la felicidad que no es más que el gozo de la verdad?... | |
Dos amores, dos ciudades Dos amores fundaron dos ciudades; es, a saber: la terrena, el amor propio hasta llegar a menospreciar a Dios, y la celestial, el amor a Dios hasta llegar al desprecio de sí propio... |
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