Al par del firmamento Dios creó de la nada a seres de naturaleza espiritual, los innumerables ángeles, cuyo ministerio era servirlo y asistir delante de su trono. Les confirió después el admirable don de su gracia y poder. San Agustín dice al respecto: “Creó a los ángeles dotados de buena voluntad, es decir, con el casto amor que los unía a Dios. Al formar su naturaleza, les infundió al mismo tiempo la gracia. De ahí debemos concluir que los ángeles buenos nunca se vieron destituidos de buena voluntad, es decir, de amor a Dios” ... En cuanto al grado de ciencia, hay un testimonio de las Sagradas Escrituras (2 Re. 14, 20): “Mas vos, ¡oh rey mi señor! eres sabio como lo es un ángel de Dios, para entender todas las cosas del mundo” («Catecismo Romano», Ed. Vozes, Petrópolis, 1962, p. 88).
De los Ángeles Las criaturas más nobles creadas por Dios son los ángeles. No tienen forma ni figura alguna sensible, porque son puros espíritus, que subsisten sin necesidad de estar unidos a cuerpo alguno. Los ángeles se representan con formas sensibles: 1º para ayudar a nuestra imaginación; 2º porque así han aparecido muchas veces a los hombres, como leemos en las Sagradas Escrituras. No permanecieron fieles a Dios todos los ángeles; antes, muchos de ellos, por soberbia, pretendieron ser iguales a Él e independientes, y por este pecado fueron desterrados para siempre del paraíso y condenados al infierno. Éstos se llaman demonios, y su caudillo se llama Lucifer o Satanás. De ellos escribe el príncipe de los Apóstoles: “Dios no perdonó a los ángeles delincuentes, sino que amarrados con cadenas infernales los precipitó al abismo, en donde son atormentados y tenidos como en reserva hasta el día del juicio” (2 Pe. 2, 4). Los demonios pueden hacernos mucho mal en el alma y en el cuerpo, si Dios les da licencia, mayormente tentándonos a pecar. Lo hacen por la envidia que nos tienen, la cual les hace desear nuestra eterna condenación, y por odio a Dios, cuya imagen resplandece en nosotros. Dios permite las tentaciones para que, venciéndolas con su gracia, ejercitemos las virtudes y adquiramos merecimientos para el cielo. Las tentaciones se vencen con la vigilancia, la oración y la mortificación cristiana. Los ángeles que permanecieron fieles a Dios se llaman ángeles buenos, espíritus celestiales o simplemente ángeles. Fueron confirmados en gracia, gozan para siempre de la vista de Dios, le aman, le bendicen y le alaban eternamente. Dios se sirve de los ángeles como de ministros suyos, y en especial a muchos de ellos hace custodios y protectores nuestros. Por eso, hemos de tener particular devoción al Ángel de nuestra Guarda, honrarle, implorar su socorro, seguir sus inspiraciones y ser agradecidos a su continua asistencia. “Mirad que no despreciéis alguno de estos pequeñitos; porque os hago saber que sus ángeles [de la guarda] en los cielos están siempre viendo la cara de mi Padre celestial” (Mt. 18, 10) (Catecismo Mayor de San Pío X, Ed. Magisterio Español, Vitoria, 1973, pp. 10-11).
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La Virgen que conquistó a Cajamarca |
Octavo artículo del Credo Creo en el Espíritu Santo El Padre ama necesaria e infinitamente al Hijo, y el Hijo ama con esta misma intensidad al Padre, y el Padre y el Hijo amándose necesariamente sin poder dejar de amarse con este amor infinito, producen un término eterno de su amor, llamado Espíritu Santo, Espíritu Paráclito... | |
Noveno artículo del Credo - II Creo en la Santa Iglesia Católica, en la Comunión de los Santos Entre tantas sociedades o sectas fundadas por los hombres, que se dicen cristianas, se puede fácilmente distinguir la verdadera Iglesia de Jesucristo por cuatro notas, porque sólo ella es Una, Santa, Católica y Apostólica... | |
Noveno artículo del Credo - III Creo en la Santa Iglesia Católica, en la Comunión de los Santos La Iglesia docente y la Iglesia discente son dos partes distintas de una misma y única Iglesia, como en el cuerpo humano la cabeza es distinta de los otros miembros, y con todo forma con ellos un solo cuerpo. Componen la Iglesia docente todos los Obispos, con el Romano Pontífice a la cabeza, ya se hallen dispersos, ya congregados en Concilio. Componen la Iglesia discente o enseñada todos los fieles... | |
Sexto artículo del Credo Subió a los cielos, está sentado a la diestra de Dios Padre Jesucristo, después de su resurrección, se quedó cuarenta días en la tierra, para probar con varias apariciones que verdaderamente había resucitado, y para instruir mejor y confirmar a los Apóstoles en las verdades de la fe... | |
Primer artículo del Credo - I Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra La palabra ‘creo’ no tiene el significado de ‘pensar’, ‘juzgar’, ‘opinar’. Significa una adhesión absolutamente segura, por la cual la inteligencia acepta, con firmeza y constancia, los misterios que Dios le manifiesta... |
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