El Cardenal Pujats, arzobispo emérito de Riga, capital de Letonia, esclarece el problema de la homosexualidad, señala los medios para luchar contra esta práctica pecaminosa y expone las razones por las cuales él la combate, pues no se trata de una orientación sexual, sino de una perversión sexual
En 1984, el Cardenal Janis Pujats, cuando aún era un simple sacerdote, fue declarado por la KGB persona non grata y transferido a una parroquia del interior de su patria, Letonia, entonces dominada por el régimen comunista. Basta este hecho para revelar cuán sumamente grata es su persona para los católicos. Nacido en Navireni, el año 1930, fue ordenado sacerdote en 1951. Enseñó Historia del Arte y Liturgia en el seminario de la capital letona. De 1979 a 1984 fue vicario general de la arquidiócesis de Riga. En 1988 recibió el título de prelado honorario del Papa, habiendo sido nombrado arzobispo de Riga en 1991. Siete años después fue designado por el Papa Juan Pablo II Cardenal ––inicialmente “in pectore”, y tres años más tarde el nombramiento fue hecho público. Su Eminencia el Cardenal Pujats es un baluarte en la lucha contra la difusión de la homosexualidad, actuando públicamente contra las llamadas “marchas homosexuales”, y apelando al gobierno letón para que prohíba tales manifestaciones. El cardenal concedió esta entrevista a nuestro colaborador, Sr. Valdis Grinsteins, también de origen letón, mientras se desempeñaba aún como Arzobispo de Riga, cargo al que renunció en junio del 2010 por motivo de edad. * * * Tesoros de la Fe — ¿Qué favorece la expansión de la homosexualidad? Cardenal Pujats — Por un lado, la homosexualidad es favorecida por el enorme culto del sexo, que se propaga a través de los medios modernos de comunicación de masa, y también por el hecho de que tal vicio ha sido hasta oficialmente promovido en algunos países, en nombre de los mal entendidos “derechos humanos”. Por otro lado, el camino para la homosexualidad está abierto por la falta de fe y por el endurecimiento moral de gran parte de la sociedad. Tesoros de la Fe — ¿Por qué tantas personas son indiferentes frente a la expansión de la homosexualidad?
Cardenal Pujats — Sobre todo son indiferentes a ese problema los que no creen en Dios, como también los cristianos que no consideran su fe como algo importante. ¿Por qué proceden así? Ejemplifico con la situación en mi país. En el gobierno, todo un grupo de personas depende financiera o administrativamente de un solo individuo. Al sentirse presionadas, o quedan del lado del superior o —en el mejor de los casos— se callan y manifiestan indiferencia, aunque en el fondo del alma no concuerden con ese individuo. En el aparato estatal, hasta un pequeño grupo de funcionarios homosexuales puede fácilmente obtener el objetivo deseado. Esa cuestión se presenta de modo peor en el ámbito judicial. El régimen de opresión de la Unión Soviética era mantenido por la recíproca dependencia de los funcionarios. Sin embargo, a los que creen en Dios de todo corazón, pero no ejercen una real influencia en la sociedad, sólo queda organizarse y valientemente dar testimonio de Cristo por el ejemplo de sus vidas, basadas en el cumplimiento de los mandamientos divinos. Los diversos sistemas cambian y caen, pero “la verdad divina permanece por los siglos”, como señala el Libro de los Salmos. Tesoros de la Fe — Muchos conceptuados autores, apoyándose en las Sagradas Escrituras y en el Magisterio eclesiástico, en sus escritos sobre la homosexualidad condenan categóricamente esta práctica pecaminosa. Sin embargo, ellos son raramente citados, y en consecuencia muchos católicos asumen una posición de tolerancia con relación al problema. ¿De qué modo se puede proteger a los fieles frente a ese peligro?
Cardenal Pujats — El clero, citando la Biblia, tiene la obligación de recordar a los fieles que la Sagrada Escritura condena toda clase de impurezas. Apoyándose en la Biblia, se pueden sacar conclusiones preliminares para que los fieles se orienten mejor sobre lo que puede y lo que no puede ser tolerado. Debemos predicar que el Derecho divino y la Ley natural son estables e inmutables. Lo que cambia es la posición de las personas y de los parlamentos y el derecho que ellos crean. Por eso, ningún legislativo puede eliminar el Decálogo, porque éste se apoya en el Derecho natural, garantizando la existencia de la sociedad. Debemos manifestar que no está permitido extirpar el límite entre el bien y el mal, entre lo que está permitido y lo que está prohibido, claramente establecido por la Ley divina. Finalmente, debemos aseverar que la homosexualidad es un vicio que se contrae, pudiendo ser comparado con la dependencia a las drogas, el alcoholismo, el tabaquismo, etc., razón por la cual los que lo practican no pueden pretender ser tratados como una “minoría”. Debemos decir que la perversión sexual no puede ser tolerada en la esfera pública, para que tal desorden no se transforme en un mal ejemplo para toda la sociedad. Si alguien tiene inclinaciones hacia el vicio, éste debe ser disciplinado y tratado. No se puede legalizarlo o protegerlo, invocando la noción erróneamente aplicada de derechos humanos. La homosexualidad no es una orientación sexual, sino una perversión sexual. Tesoros de la Fe — Cada vez que la Iglesia protesta contra las leyes que favorecen la homosexualidad, surge la objeción de que ella se inmiscuye en política. ¿Qué diría V. Emcia. sobre tal acusación? Cardenal Pujats — Si el Estado impone la homosexualidad, la Iglesia tiene el derecho de protestar. La religión y la moral constituyen la esfera específica de su competencia. Por lo tanto, al condenar la homosexualidad, la Iglesia no sobrepasa el límite de su competencia. Al contrario, son los gobiernos y parlamentos que extrapolan sus competencias, intentando alterar los mandamientos divinos y el concepto de virtud y de vicio. Además, los acuerdos plasmados por la Santa Sede con los gobiernos de muchos países garantizan a la Iglesia la libertad de expresión. Y también conceden a los fieles “la posibilidad de libre creación y divulgación de iniciativas sociales, culturales y educativas, que tienen su origen en los principios de la fe cristiana” (Concordato de la Santa Sede con Letonia, item 9). El principio de la separación entre el Estado y la Iglesia indica únicamente las competencias de ambas partes. En algunos países, los miembros de la Iglesia católica constituyen la mayoría de los ciudadanos. ¿Podrá el Estado existir, si tales ciudadanos fuesen separados de él de modo artificial? Tanto los fieles en general como los obispos son ciudadanos de su respectivo país, con todos los derechos que de ello se derivan. Y también disfrutan del derecho de protestar contra leyes inmorales. Tesoros de la Fe — Como reacción contra presiones del lobby homosexual del exterior, en Letonia fue aprobada una ley que establece que el matrimonio es la unión exclusiva entre un hombre y una mujer. ¿De qué modo los letones protestan contra la presión de la Unión Europea a favor de la propagación de la homosexualidad?
Cardenal Pujats — Ante la creciente presión de la propaganda homosexual, el parlamento de Letonia decretó el 2005 una enmienda a la ley, que establece: el Estado “protege el matrimonio — unión entre un hombre y una mujer”, excluyendo así el reconocimiento legal de la cohabitación homosexual. Un hecho importante en la lucha contra esa perversión sexual en Letonia es la voz común de todos en esas cuestiones morales. Justamente por eso, el día 13 de febrero de 2007 el primer ministro abrogó el proyecto de ley presentado al parlamento por los homosexuales. Prácticamente desaparecieron las iniciativas de organizar en Riga “marchas homosexuales”. En su lugar, los cristianos organizan en el verano la Fiesta de la Familia, a través de una solemne marcha por las calles de la capital. Hay también un concierto y entrega de premios a las familias que se destacan. Los cristianos se sirven también de la televisión, radio y prensa laica, que simpatiza con la Iglesia. Cuando los homosexuales prepararon y presentaron al parlamento su proyecto, los profesores de 200 escuelas mandaron al primer ministro una carta de protesta. Durante un mes los fieles de las parroquias recogieron más de 17.000 firmas pidiendo que el parlamento rechace los proyectos de ley que favorecen a los homosexuales. Tesoros de la Fe — En los medios de información aparecieron artículos favorables a los homosexuales, pero nada se escribió sobre esta parte de la sociedad que decididamente se opone a la homosexualidad. ¿V. Emcia. puede explicar esto? Cardenal Pujats — La afirmación de que la mayoría absoluta de la sociedad se manifiesta a favor de la familia normal no es ninguna novedad. De ahí también, que la posición de la mayoría no despierte el interés de la prensa. Como la homosexualidad se asocia al escándalo, es un pretexto para que de tiempo en tiempo aparezca en el centro de las atenciones de los medios de información. En ese asunto, es curioso lo siguiente: analizando la cuestión, no se busca la esencia, sino que a priori se anuncia que los homosexuales constituyen una “minoría” discriminada. En ese caso, la condición de “minoría”, con leyes especiales, justificaría automáticamente que sean recibidos en todos los ambientes personas que practican algún vicio, tal como el uso de drogas y el alcoholismo. Tesoros de la Fe — Hace algunos meses la prensa liberal polaca criticó a V. Emcia. por el modo de combatir la homosexualidad. Aparecen también opiniones en el sentido de que es mejor callar, pues con el silencio se evita dar publicidad a los medios homosexuales. ¿Cómo V. Emcia. juzga eso? Cardenal Pujats — En cada país la situación es diferente. El hecho es que el silencio fue un error en los países donde la homosexualidad ya obtuvo derechos. Igualmente en Letonia, la táctica del silencio no era la apropiada. La homosexualidad no tuvo aquí éxito porque encontró resistencia, como ya mencioné anteriormente. Claro está que la Iglesia condena la violencia, pero no es responsable por lo que pase en las calles, cuando los organizadores de marchas se encuentran con opositores. Garantizar el orden en las calles es competencia de la policía. Tesoros de la Fe — En los Estados Unidos surgió un movimiento que, como respuesta a la expansión de enfermedades como el sida, promueve la castidad, sobre todo entre los jóvenes. En las universidades actúan grupos que propagan la abstención de las relaciones sexuales antes del matrimonio. Lamentablemente, por directrices de la Unión Europea, Europa es “forzada” a la promoción de la inmoralidad. ¿Cómo luchar contra esto?
Cardenal Pujats — Para debelar las tinieblas, es necesario la luz. Sobre todo necesario seguir este ideal: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt. 5, 8). Es necesario vivir de acuerdo con los dictámenes de la fe, practicándola al menos un día. Entonces la luz se enciende. Después, un segundo día…, un tercero, y así en adelante. El mayor bien que se puede ofrecer a los cónyuges es la guarda de la castidad. Muy importante es también que en la sociedad sea dominante la convicción de que las relaciones sexuales antes del matrimonio son un mal, de la misma forma como no es necesario hoy convencer a nadie de que el robo es un acto que debe ser repudiado. Dios reservó el placer sexual a los cónyuges para que procreen a sus hijos y fortalezcan su familia. Las personas que cohabitan antes de casarse son simples ladrones del placer sexual. Se aprovechan de aquello que Dios destinó exclusivamente para los cónyuges. Con ello, se perjudican a sí mismos y a su familia, pues ningún pecado queda sin consecuencias negativas. Este pecado trae perjuicios también para la sociedad. Si alguien lo comete antes del casamiento, revela que después podrá transgredir la ley del matrimonio. Es necesario luchar por la pureza antes del casamiento, en cada país, pues eso es del interés de la sociedad entera. Tesoros de la Fe — En la mayoría de los casos la práctica de la homosexualidad tiende hacia una escalada de desarreglos cada vez mayor y a una obsesiva búsqueda de nuevas sensaciones, lo que constituye la negación de las relaciones existentes en el matrimonio normal. ¿Por qué entonces los homosexuales desean que sus uniones obtengan el status de matrimonio, una vez que ellas están en oposición a la esencia del mismo? Cardenal Pujats — En esa tendencia para la legalización de la homosexualidad, lo que en verdad se tiene en vista es exclusivamente el reconocimiento del libertinaje por la ley. En cuanto a las relaciones homosexuales, es difícil imaginar una vida feliz donde ese pecado es practicado. ¿Por qué entonces los homosexuales hacen tanta cuestión de legalizar el seudo matrimonio? Se puede decir que el infierno es el lugar de un sufrimiento sin límites, pero lamentablemente no faltan candidatos que quieran ir para allá.
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