Calendario del Bicentenario “Perú es una tierra ensantada”
(Francisco I, Angelus, Plaza Mayor de Lima, 21 de enero de 2018)


< NOV DICIEMBRE ENE >

1 H. Francisco de Paula del Castillo y Tamayo OdeM (1716-1770), religioso mercedario limeño. “Ciego de nacimiento, poseía, sin embargo, una inteligencia y una memoria excepcionales”. Al morir sus padres, ingresó a la Orden de la Merced como hermano lego. “Tenía una extraordinaria facilidad para versificar y para improvisar poemas de repente sobre cualquier tema que se le propusiera, fuera filosófico, teológico o histórico, siguiendo, además, cualquier metro o género poético que se le indicaraEspecial mención merecen sus obras dramáticas (tres comedias, una tragedia, un auto sacramental y siete piezas breves), que le hacen merecedor de un puesto destacado en el teatro virreinal peruano, tanto por la cantidad como por la calidad de sus obras”.1

2 Hno. Fr. Antonio Rodríguez OFM (1540-1623), religioso franciscano, natural de Vigo. “Ofrecía las misas que oía por las necesidades comunes de la Iglesia y por las ánimas del Purgatorio, de cuyo socorro vivía ansioso, procurando con increíble cuidado sacarlas de aquellas penas que padecenLe inquietaba el demonio con ruidos como de carretas que parecía se hacían pedazos en la iglesiaEn todo hallaba a Dios, siempre estaba en sí y con Dios, como si fuera un ermitaño que viviera en el retiro más solo”.2

3 Pbro. Víctor AcuñaCárdenas (+1987), párroco y capellán castrense, director de Cáritas en Huamanga. Asesinado por Sendero Luminoso mientras oficiaba misa en el mercado del barrio de La Magdalena, en Ayacucho. Sus últimas palabras fueron: “Dios mío perdónalos, no saben lo que hacen”.

4 Melchora Saravia Tasayco (1895-1951), terciaria franciscana, natural del pueblo de San Pedro Ñoco Bajo, llamada La Melchorita. “Al igual que santa Rosa de Lima, construyó una ermita en su casa para poder entregarse a la oración. Fue hermana de la Tercera Orden Franciscana. Se dedicó al cuidado de los pobres y enfermos y a la administración de la iglesia de su pueblo, la que ayudó a reconstruir luego del terremoto de 1940 con la limosna que ella misma recolectaba. Quienes la conocieron dieron fe del gran carisma que Melchora tenía en su relación con los campesinos de Chincha, a quienes persuadía para que asistiesen a misa y a las charlas espirituales que los franciscanos impartían en Grocio Prado. La sierva atendía a los enfermos del hospital de San José de Chincha a la par que les daba consejos. Fue tal su caridad que se ganó el respeto de todos. Su casa era visitada por gente pobre y confundida, que salía de ella con propósitos edificantes y paz interior”.3

5 P. José de la Cuadra y Sandoval MI (1700-1752), sacerdote camilo limeño. “Catedrático de leyes en la Universidad de San Marcos, uno de los más insignes jurisconsultos de América. En posesión de un renombrado estudio, estimado y admirado, renunció a toda gloria humana para servir, en la pobreza y humildad, a Cristo y a los enfermos en el Instituto de los Clérigos Regu

6 D. Pedro Antonio Fernández de Castro (1632-1672), conde de Lemos y virrey del Perú, natural de Monforte de Lemos. Contrajo matrimonio con su prima Ana Francisca de Borja y Centellas, ambos descendientes de san Francisco de Borja. Gobernó el virreinato peruano desde 1667 hasta su muerte. “Es tal vez el representante más sobresaliente que tuvo la corona en las Indias. Hombre de gran entereza que alzó su voz ante el rey mismo, denunciando las infinitas vejaciones cometidas en nuestro suelo contra los indios”.5 Por voluntad suya, su corazón reposa en Lima.

7 P. Fr. Martín de Murúa OdeM (1566-1615), sacerdote y cronista mercedario, natural de Eskoriatza (País Vasco). Autor del Origen y genealogía de los reyes incas del Perú. Su importancia “es realzada porque es coetánea y está emparentada con la otra gran crónica ilustrada sobre la misma realidad, que escribió el cronista indio Felipe Guaman Poma de Ayala.Existe evidencia contundente de que los cronistas se conocieron y hubo entre ambos una estrecha colaboración que luego acabo en ruptura”. Al fraile español, “el manejo de los quipus le produce una gran admiración, así como la habilidad que muestran los andinos en el arte textil”.6

8 La Inmaculada
(ver La Inmaculada, Tesoros de la Fe, nº 36, diciembre de 2004).

Santa Narcisa de Jesús Martillo Morán (1832-1869), joven catequista, natural de Nobol (Ecuador). Emigró del campo a la ciudad de Guayaquil, donde ejerció el oficio de costurera. Impulsada por un anhelo de mayor perfección y aconsejada por fray Pedro Gual, viajó a Lima ingresando como seglar en el convento del Patrocinio, desde donde voló al Cielo.

9 Hno. Francisco de San Antonio OP (1593-1677), indio donado dominico, natural de Yungay. “Después de haber vivido muchos años en su pueblo, se trasladó a Lima, donde, pasados muchos desengaños, le llamó Dios al puerto seguro de la religión. Obedeció al llamamiento, y pidió el hábito” en el convento de la Magdalena. Desde entonces, “hicieron en él su morada todas las virtudes, acompañándolo por más de 40 años, que vivió en dicho convento, empleando los días en los oficios en que le ocupaba la obediencia, y las noches en la Iglesia en las divinas alabanzas y en la oración”.7

10 Nuestra Señora de Loreto
(ver Nuestra Señora de Loreto, Tesoros de la Fe, nº 120, diciembre de 2011).

11 Hno. Jerónimo Jiménez Menacho y P. Cristóbal Larios OFM (+1637), misioneros franciscanos martirizados en el río Perené por orden del cacique Andrés Zampati.

12 Nuestra Señora de Guadalupe
(ver La Virgen del Tepeyac, Tesoros de la Fe, nº 108, diciembre de 2010).

P. Fr. José Gómez OFM (1731-1802), sacerdote y misionero franciscano, natural de Valeixe (Galicia). “Venido al Perú, trabajó como un varón apostólico y con inmensos padecimientos y abundantes frutos, en la conversión de los infieles de Huamanga y del Cusco”.8 Después de ello se retiró al convento de los Descalzos, donde edificó a todos con su ejemplo y fue llamado Padre de los pobres por su extrema caridad.

13 Hno. Fr. Francisco de Verástegui OFM (1700-1766), religioso franciscano, natural de la villa de Deva (Guipúzcoa), apodado Padre Pachi. “Llegó al Callao el año de 1728, donde le tocó Dios con aquel impulso que cambia los corazones, inspirándole la resolución, que llevó luego a cabo, de repartir sus bienes entre los pobres y entrar como lego a la Recolección de San Francisco. Desde tan feliz instante, hasta el último de su existencia, fue un perfecto modelo de todas las virtudes. Su oración era continua y no la interrumpía ni aún en el desempeño de su oficio tan agitado de limosnero”.9

14 P. Martín de Aranda, P. Horacio Vecchi y Hno. Diego de Montalbán SJ (+1612), misioneros jesuitas (dos sacerdotes y un novicio) martirizados junto a cinco caciques mapuches en Elicura, a orillas del lago Lanalhue, a manos del rebelde Anganamón.

15 Virgen de la Puerta (Otuzco)
(ver La Virgen de la Puerta, Tesoros de la Fe, nº 1, enero de 2002).

16 Sor Estefanía de Salazar OSC (1562-1637), religiosa clarisa, natural de Ayacucho. Tomó el hábito a los quince años de edad en el Monasterio de Santa Clara de Huamanga, del que fue dos veces abadesa. “Al tiempo de expirar clavó los ojos en una imagen de la Concepción santísima de la Virgen nuestra Señora, con tan grande espíritu y especial demostración, que se creyó que la Virgen, a quien tan cordialmente sirvió, le hizo algún particular favor en aquella última hora, con que acabó su vida, dejando a las religiosas envidiosas de su muerte y lastimadas por haber perdido tan buena madre y hermana”.10

17 P. Fr. José Miguel Salcedo OFM (+1766), sacerdote y misionero franciscano, natural de Cadiz. Junto a los venerables padres fray Juan Pérez de Santa Rosa, fray José Menéndez, y el hermano fray Manuel de San Pablo, fueron muertos por indios infieles en el pueblo de San Miguel de Cunibos.

18 Nuestra Señora de la O
(ver Nuestra Señora de la “O”, Tesoros de la Fe, nº 132, diciembre de 2012).

19 P. Fr. José María Romaguera OFM (+1896), sacerdote y misionero franciscano español. Hecho prisionero por indios campas, fue amarrado a un árbol, flechado y martirizado, en medio de una algazara general.

20 D. Sebastián de Antuñano y Rivas (1652-1716), cuarto mayordomo y benefactor de la Hermandad del Señor de los Milagros, natural de Vizcaya. Llegó al Perú “en 1668 detrás de una herencia. Como muchos de sus paisanos se hizo comerciante y reunió en pocos años una considerable fortuna. Hombre piadoso, luego de realizar los ejercicios espirituales en el noviciado jesuita, se encaminó hacia la capilla del Señor de los Milagros atraído por la fama de sus portentos. Al contemplar arrobado la imagen del Crucificado oyó nítidamente una voz interior que le hablaba: ‘Sebastián, ven a hacerme compañía y a cuidar del esplendor de mi culto’, era el 5 de julio de 1684. A partir de entonces la vida de Antuñano encontró el rumbo definitivo que hacía tanto tiempo anhelaba”.11 A raíz del terremoto del 20 de octubre de 1687, sacó a las calles de Lima por primera vez una réplica de la imagen mural del Crucificado, dando inicio a la tradicional procesión limeña.

21 P. Fr. Diego de Porres Salazar OdeM (1531-1604), sacerdote y misionero mercedario español. Insigne evangelizador en el Perú y en Santa Cruz de la Sierra. Creó con fines de apostolado un interesante método que consistía en la enseñanza del catecismo valiéndose de los quipus.

22 Fr. Leonardo Cortés OFM (1826-1911), sacerdote y misionero franciscano, natural de Barcelona. Vino bien joven al Perú atraído por un escrito del padre Pedro Gual, sobre el género de vida que llevaban los misioneros de Ocopa. “Lima fue testigo de su celo apostólico, ya como predicador, ya como confesor. Muchos pueblos del Perú también oyeron su voz en las misiones populares: Huaraz, Recuay, Huacho, Cajamarca, Arequipa y otros. Por mandato escribió Apuntes de un misionero católico, en los que narra los primeros años de su vida y su vocación al estado religioso”.12

23 Ven. P. Francisco Camacho OH (1629-1698), sacerdote juandediano, natural de Jerez de la Frontera. Vino a Lima como “sargento al servicio del virrey, conde de Lemos”, hasta que “un sermón del jesuita Francisco del Castillo le hizo trocar el uniforme militar por el sayal de hospitalario de San Juan de Dios”.13 “Con su vida penitente y santa fue, por espacio de treinta años, la edificación de toda la ciudad de Lima, recorriendo sus calles en demanda de limosna para sus pobres enfermos y prodigando a estos toda clase de cuidados”.14

24 † Mons. Emilio Lissón Chávez CM (1872-1961), ilustre prelado vicentino arequipeño. En 1909 el Papa san Pío X lo nombró obispo de Chachapoyas. “La fama de buen prelado le valió la designación de arzobispo de Lima en 1918. Su trabajo como pastor de la arquidiócesis capitalina fue indesmayable. Sin embargo, los triunfos que alcanzó para la grey limeña se vieron frenados por intereses políticos. Difamado y acusado ante la Santa Sede de mal administrador y de tratar de invadir los predios de la política, renunció al arzobispado de Lima y marchó a Roma en 1931. Reconocido por Pío XI como un sacerdote intachable, permaneció en la casa romana de su instituto hasta 1940”.15 Pasó a Sevilla a colaborar con el cardenal Segura y más tarde a Valencia donde fue reconocido como “el obispo de los pobres”. Escribió la Historia de la Iglesia de España en el Perú en cinco tomos.

25 Natividad de Nuestro Señor Jesucristo

María Jacinta de Montoya (1645-1710), piadosa y ejemplar dama limeña. “Contrajo matrimonio con el venerable indio Nicolás de Dios [Ayllón], secundando al cual en todo, convirtió su casa en un Recogimiento de doncellas pobres, a quienes asistía y cuidaba como una piadosa madre a sus verdaderas hijas. Muerto su venerable marido, continuó aquella santa obra, y la perfeccionó hasta ponerla con su sabia dirección y heroicos ejemplos, en forma de Beaterio de grande pobreza y austeridad; logrando que el ilustrísimo señor arzobispo Liñán y Cisneros y los virreyes duque de la Palata y conde de la Monclova informaran favorablemente a su erección en Monasterio, en que se observase el instituto de la pobreza evangélica, bajo la austerísima Regla de las religiosas capuchinas”.16

26 Sagrada Familia
(ver La santidad, la nobleza y la jerarquía en la Sagrada Familia, Tesoros de la Fe, nº 145, enero de 2014).

27 Can. Juan de Cabrera y Benavides (1589-1671), deán de la iglesia metropolitana de Lima y comisario apostólico subdelegado general de la Santa Cruzada en el Perú, natural de Baeza. Caballero de la Orden de Santiago y marqués de Rus. Un encuentro con fray Bartolomé de Vadillo, quien le describe la triste situación de los morenos libres, lo lleva a volcar toda su herencia y su desvelo en la obra del Hospital de San Bartolomé, fundado el 6 de enero de 1646.

28 P. Fr. Alonso de Escarzena OFM (+1566), uno de los doce primeros frailes franciscanos que vinieron al Perú, natural de Escacena del Campo (Huelva). “Se ejercitó largo tiempo en mostrar el camino de la salvación a los indios, predicándoles con celestial espíritu el Santo Evangelio y administrándoles los santos sacramentos con toda diligencia y cuidado. Sucedió que, con el celo que tenía de la salvación de estos pobres naturales, viniendo del pueblo de Chiclayo a la ciudad de Trujillo, por la playa del mar, solo, a pie y descalzo, dio voces muy congojado, diciendo: Dios y Señor mío, ¿qué ha de ser de estos miserables indios, se han de salvar o se han de condenar? Oyó una voz que le dijo: vengan a mí, que abiertos tengo los brazos para recibirlos, y como llegase al pueblo y doctrina de Huanchaco donde los indios le recibieron con arcos de flores, tocando flautas y trompetas, y con otras muchas demostraciones de fiesta y regocijo, el siervo de Dios llamó a una india muda de nacimiento, que estaba entre la multitud, y haciendo sobre ella la señal de la cruz, le dio milagrosamente el habla. Y era fama que sanaba maravillosamente”.17

29 † D. Feliciano de Vega y Padilla (1582-1640), eminente teólogo, canonista y prelado limeño. Rector de San Marcos y fundador de la cátedra de Teología Moral. “Fue acaso la personalidad más destacada y emblemática del episcopado virreinal peruano de la primera mitad del siglo XVII. Luego de una brillante carrera en la universidad y el cabildo catedralicio de la ciudad de Lima, llegó a presidir tres diócesis hispanoamericanas, siendo la última de ellas el arzobispado de México”.18

30 † Mons. Martín Fulgencio Elorza Legaristi CP (1899-1966), prelado pasionista, natural de Elgueta (Guipúzcoa). “Monseñor Elorza fue una de las figuras más respetadas de la amplísima comunidad pasionista vasca en el Perú, donde realizó una gran labor especialmente en el ámbito de la educación y formación de las comunidades locales. Elorza fue nombrado Obispo Titular de Baliana y primer Prelado de Moyobamba en 1953. Durante los 17 años que permaneció en el cargo viajó incansablemente a lo largo y ancho de la selva, visitando todos los rincones de la prelatura, a pie, en barca o a caballo”.19

31 Ven. P. Alonso de Barzana SJ (1530-1597), sacerdote y misionero de la Compañía de Jesús, natural de Belinchón (Cuenca). “Uno de los primeros jesuitas llegados al Perú, en 1569, a la edad de 38 años. Durante el viaje estudió el quechua que llegó a dominar. Estando en el Cusco en 1572, catequizó a Túpac Amaru, el último inca, condenado a muerte por el virrey Toledo. En 1573 fue uno de los fundadores del colegio de La Paz. En 1574 predicó en Arequipa y Potosí, en quechua, y en 1575 en aymara en la zona del lago Titicaca, en Chucuito y en La Paz. … Barzana se destacó por su espíritu apostólico y por su extraordinaria capacidad para el aprendizaje de idiomas”.20


< NOV ENE >



“Hay momentos donde pueden sentir que se quedan sin poder realizar el deseo de sus vidas, de sus sueños. Todos pasamos por situaciones así. En esos momentos donde parece que se apaga la fe no se olviden que Jesús está a su lado. ¡No se den por vencidos, no pierdan la esperanza! No se olviden de los santos que desde el cielo nos acompañan; acudan a ellos, recen y no se cansen de pedir su intercesión. Esos santos de ayer pero también de hoy: esta tierra tiene muchos, porque es una tierra ensantada. Perú es una tierra ensantada” (Francisco I, Angelus, Plaza Mayor de Lima, 21 de enero de 2018).

 

Notas.-

 

1. Jerónimo Herrera Navarro in https://dbe.rah.es/biografias/72725/francisco-de-paula-del-castillo-andraca-y-tamayo.

2. Diego de Córdova y Salinas, Crónica franciscana de las provincias del Perú (1651), Acad. of American Franciscan History, México, 1957, p. 728-734.

3. Rafael Sánchez-Concha B., Santos y Santidad en el Perú Virreinal, V&E, Lima, 2003, p. 317-318.

4. Juan María Lienhart CSSR , El Perú tierra de santos, Lumen, Lima, 1962, p. 248.

5. Rubén Vargas Ugarte sj, Historia General del Perú, Carlos Milla Batres, Barcelona, 1971, t. III, lám. L, p. 312-313.

6. Juan Martín Ossio Acuña in https://dbe.rah.es/biografias/61457/martin-de-murua.

7. Pedro García y Sanz, Apuntes para la Historia Eclesiástica del Perú (Segunda parte), Tipografía de “La Sociedad”, Lima, 1876, p. 372.

8. Idem., p. 371.

9. Idem., p. 368.

10. Córdova y Salinas, op. cit., p. 856.

11. Pablo Luis Fandiño, Tradición de fe, temblores y maravillas, Tesoros de la Fe, Lima, nº 106, octubre de 2010.

12. Julián Heras Díez OFM in https://dbe.rah.es/biografias/26871/leonardo-cortes.

13. Lienhart, op. cit., p. 247.

14. Rubén Vargas Ugarte SJ , Historia del Culto de María en Iberoamérica, Madrid, 1956, t. II, p. 177.

15. Rafael Sánchez-Concha B., Santos y Santidad en el Perú Virreinal, V&E, Lima, 2003, p. 315-316.

16. García y Sanz, op. cit., p. 387.

17. Córdova y Salinas, op. cit., p. 299.

18. Carlos Gálvez Peña, Obispo, financista y político: el doctor don Feliciano de Vega y Padilla (1580-1641), Histórica, Lima, v. 36, nº 1, p. 97-133.

19. Cf. https://www.euskalkultura.eus/espanol/noticias/homenaje-a-martin-elorza-obispo-en-el-amazonas-peruano.

20. Cf. https://archivo.jesuitas.pe/destacados-alonso-barzana-sj/.


< NOV ENE >
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Grandeza, Señorío y Santidad

Al conmemorarse el Bicentenario de la Independencia, la campaña El Perú necesita de Fátima quiere honrar de un modo especial a quienes de una u otra forma han colaborado para hacer grande el nombre del Perú, destacando cada día el nombre de uno de ellos. Sin embargo, como los 365 días nos quedan cortos para mencionarlos a todos, hemos tenido que proceder a una compleja selección. Escogiendo de preferencia el día de su fallecimiento y cuando esto no era posible una fecha próxima.

Hago hincapié en que no se trata de un santoral, como los que esta publicación ha consignado antes. Se trata simplemente de una mención honrosa, extraordinaria, debida a la importante efeméride.

Queremos, sin embargo, destacar particularmente las figuras de los más olvidados, a muchos de los cuales la incuria de los tiempos ni siquiera les honró con una calle que perpetúe su memoria. En su mayoría nacieron o murieron en nuestro suelo; otros vivieron en él o lo recorrieron lo suficientemente como para identificarse y amar esta tierra.

Encabezan esta dilatada legión de almas, como auténticas lumbreras, los santos, beatos, venerables y siervos de Dios, ya reconocidos por la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. A los demás les debemos un reconocimiento meramente humano. A los primeros les pedimos su intercesión y a los segundos les ofrecemos nuestras oraciones, para que juntos algún días podamos todos gozar de las misericordias de Dios.

Son los evangelizadores que padecieron los mayores trabajos y fatigas para expandir e irradiar el cristianismo por valles, quebradas y montañas.

Son los religiosos y seglares, de uno y otro sexo, de todas las edades, razas y condiciones sociales, que practicaron las virtudes en grado heroico y alcanzaron la eterna bienaventuranza.

Son los prelados y gobernantes que velaron por el progreso espiritual y material de la nación.

Son las mujeres que en la clausura de sus monasterios ofrecieron una vida de recogimiento, oración y sacrificios para aplacar la justicia divina.

Son los mártires de la fe, que vertieron su sangre por la propagación del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.

Finalmente, son los cronistas, literatos, artistas, poetas y escritores que transmitieron con fidelidad a las generaciones futuras las glorias y epopeyas de nuestra historia.

Asimismo, hemos querido destacar algunas de las advocaciones y fiestas católicas más populares. Tanto las provenientes del Viejo Mundo y que echaron raíces profundas en nuestro medio, como las que surgieron en el Perú en los últimos cinco siglos.

***

Ciertamente, la enumeración de tantos personajes y el motivo de nuestra elección, despertará en muchos lectores el deseo de conocer algunos de sus rasgos más notables.

Con esto pretendemos rendir un homenaje al Perú en el del Bicentenario de su Independencia. ¡Viva el Perú católico!





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