Primer santo brasileño Insigne defensor de la Inmaculada Concepción casi un siglo antes de la proclamación del dogma; fundó el Monasterio de la Inmaculada Concepción de la Luz, en São Paulo, y se consagró por inspiración divina como esclavo a la Reina del Cielo. Su festividad litúrgica se celebra el 25 de octubre. Plinio María Solimeo
Antonio nació el 10 de mayo de 1739 en la entonces parroquia de San Antonio de Guaratinguetá, capitanía de São Paulo, siendo el cuarto de los diez u once hijos de Antonio Galvão de França, portugués y capitán mayor de la ciudad. Según la tradición, su madre, Isabel Leite de Barros, era bisnieta de Fernão Dias Pais, el “cazador de esmeraldas”. La familia era muy religiosa. Su padre pertenecía a la Tercera Orden de San Francisco y era conocido por su generosidad. Su madre, que murió prematuramente en 1755 a los 38 años de edad, donó toda su ropa a los pobres. Cuando Antonio cumplió 13 años, el capitán mayor lo envió a estudiar al Colégio de Belém, dirigido por los padres jesuitas, en Cachoeira, Bahía, donde ya se encontraba un hermano suyo. En este colegio, al que asistió de 1752 a 1756, el adolescente hizo grandes progresos en los estudios y, sobre todo, en la vida de piedad. Antonio quería ser jesuita, pero debido a la feroz persecución de la que eran víctimas por parte del impío marqués de Pombal, su padre le aconsejó que se hiciera franciscano. La Recolección de la Luz en 1860, Benedito Calixto – Óleo sobre lienzo, Museo de Arte Sacro de São Paulo
Así, en 1760, a la edad de 21 años, ingresó en el noviciado de la Provincia Franciscana de la Inmaculada Concepción, en el convento de San Buenaventura en la aldea de Macacu, en Río de Janeiro. Fue entonces cuando añadió a su nombre el de Santa Ana, la madre de la Virgen María, que era una devoción familiar. Durante el noviciado, Antonio se entregó con fervor a la búsqueda de la perfección y pronto destacó por su gran piedad y sus virtudes ejemplares. Con ocasión de su profesión solemne, el 16 de abril de 1761, hizo voto de defender a la Santísima Virgen bajo el título de “Inmaculada”, mucho antes de que este dogma fuera proclamado por el papa Pío IX casi un siglo después. En São Paulo, “nuevo esplendor del convento” Ordenado sacerdote en 1762, fray Antonio fue trasladado en julio del mismo año al convento de San Francisco, en São Paulo, para continuar sus estudios de filosofía y teología y ejercitarse en el apostolado. En el viaje de Río de Janeiro a la capital paulista, se detuvo en Guaratinguetá para celebrar su primera misa en la iglesia parroquial de San Antonio, donde había sido bautizado. En 1768, fray Galvão, como llegó a ser conocido, fue nombrado confesor, predicador y portero del convento franciscano de la capital paulista, cargo considerado importante en la época. Destacó tanto en sus funciones que el Concejo Municipal de São Paulo lo consideró el “nuevo esplendor del convento”. “Cuando se fundó en São Paulo la primera Academia de Letras, conocida entonces como la Academia de los Felices, fray Galvão, por sus dotes literarias y de orador famoso, por su amor a la naturaleza y a las letras, notablemente a la poesía, fue invitado a participar de esta Academia. En la segunda sesión literaria, realizada en marzo de 1770, fray Galvão declamó con éxito, en latín, dieciséis piezas de su autoría, todas dedicadas a santa Ana, además de dos himnos, una oda, un ritmo y dos epigramas. Las composiciones están bien metrificadas según las reglas clásicas, e impregnadas de un profundo sentimiento religioso y patriótico”.1
Helena María del Espíritu Santo Fray Galvão fue nombrado confesor de la Recolección de Santa Teresa, en São Paulo, integrada por mujeres piadosas, entre las que se encontraba la hermana Helena María del Espíritu Santo, alma privilegiada que había sido favorecida por revelaciones celestiales. En una de estas revelaciones, Nuestro Señor Jesucristo le pidió que fundara una nueva recolección en honor de su Madre. La hermana Helena comunicó esta petición a su confesor. Hombre prudente, fray Galvão consultó a otros frailes sabios, quienes reconocieron que las visiones de la hermana tenían un origen sobrenatural. Por esta razón, se empeñó en la fundación de la Recolección de Nuestra Señora de la Concepción de la Divina Providencia, hoy Monasterio de la Inmaculada Concepción de la Luz, que tuvo lugar el 2 de febrero de 1774. Cuando la hermana Helena murió repentinamente, el 23 de febrero de 1775, fray Galvão se convirtió en el director espiritual de la joven recolección. Vicisitudes, nuevo convento
“Durante este tiempo, un cambio en el gobierno de São Paulo trajo un líder inflexible [probablemente Martín Lopes Lobo de Saldanha, segundo capitán general de la Capitanía de São Paulo, de 1775 a 1782] que ordenó la clausura del convento. Fray Galvão aceptó la decisión con fe, las hermanas obedecieron pero no abandonaron las instalaciones, y debido a la presión popular y a los esfuerzos del obispo, el convento fue pronto reabierto. “Posteriormente, el número de vocaciones aumentó y se necesitó más espacio para vivir. Fray Galvão tardó 28 años en construir el convento y la iglesia, que fue consagrada el 15 de agosto de 1802”.2 Sucedió también que, en 1781, fray Galvão fue nombrado maestro de novicios en el convento de Macacu. Una vez más, las religiosas, secundadas por monseñor Manuel da Ressurreição, tercer obispo de São Paulo, presionaron al superior provincial franciscano pidiendo el regreso del santo, escribiéndole que “ninguno de los habitantes de esta ciudad podrá soportar ni un solo instante la ausencia de este religioso”.3 Esto motivó su regreso a São Paulo, donde en 1798 fue elegido superior del Convento de San Francisco y reelegido en 1801. Fenómenos místicos, bilocación y hechos milagrosos Fray Galvão no medía sacrificios para aliviar el sufrimiento ajeno, y por eso era muy requerido. Se cuentan varios hechos milagrosos de favores obtenidos por su intercesión. Hombre de intensa vida de oración, entre los fenómenos místicos que se le atribuyen están la telepatía, la premonición de acontecimientos futuros y la levitación. También se registran casos de bilocación, según los cuales estaba presente en dos lugares distintos al mismo tiempo, para atender a los enfermos o moribundos que clamaban por su ayuda. Las “píldoras de fray Galvão” En la tradición del Monasterio de la Luz, se cuenta que un día el santo fue abordado por una joven que padecía un fuerte cólico renal, que ponía en peligro su vida. El fraile escribió entonces en un pedazo de papel la frase del Oficio de Nuestra Señora, Post partum, Virgo, inviolata permansisti: Sancta Dei Genitrix, intercede pro nobis (Después del parto, oh Virgen, permaneciste inmaculada: Santa Madre de Dios, intercede por nosotros). La dobló dándole la forma de una pequeña píldora y se la dio a la joven para que la consumiera. El dolor cesó inmediatamente y expulsó una gran cantidad de cálculos renales.
En otra ocasión, un hombre pidió al santo que ayudase a su mujer, que estaba teniendo grandes dificultades para dar a luz. Fray Galvão le dio una píldora similar y el niño nació sin complicaciones. Por este motivo, las hermanas del monasterio siguen preparando estas píldoras, que se distribuyen diariamente a unos 300 fieles. Consagración a la Santísima Virgen como esclavo de amor Gran devoto de la Madre de Dios, el 9 de marzo de 1766, fray Galvão hizo entrega de sí mismo a la Santísima Virgen como “su hijo y esclavo perpetuo”, consagración que firmó con su propia sangre. Esto reviste de particular relevancia porque es prácticamente seguro que la hizo por inspiración divina, y no basándose en la consagración como esclavo de amor a Nuestra Señora, siguiendo la espiritualidad de san Luis María Grignion de Montfort. Pues difícilmente habría conocido el manuscrito del Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, en donde el fundador de los montfortianos expone esta devoción, ya que este manuscrito estuvo desaparecido durante muchos años en aquella época. En 1811 fray Galvão fundó el convento de Santa Clara, en Sorocaba. Muerte y glorificación
El santo obtuvo permiso de sus superiores para instalarse en la Recolección de la Luz, en donde, confortado por los sacramentos de la Santa Madre Iglesia, murió plácidamente a la edad de 84 años, el 23 de diciembre de 1822, poco después de la proclamación de la independencia de Brasil. Fue enterrado en la capilla mayor de la iglesia del monasterio, donde permanece hasta hoy. Una lápida perpetúa su memoria: “Aquí yace fray Antonio de Sant’Anna Galvão, ilustre fundador y rector de esta casa religiosa que, teniendo siempre el alma en sus manos, murió plácidamente en el Señor el 23 de diciembre de 1822”. Su fama de santidad era ya tan grande en el momento de su muerte que muchas personas acudieron a su velorio, deseosas de conservar una reliquia suya. Para ello, cortaron trozos de su hábito, que quedó reducido a la altura de sus rodillas. Como, por espíritu de pobreza, solo poseía uno, tuvo que ser enterrado vistiendo el hábito de otro fraile. Sin embargo, como este religioso era mucho más pequeño que el santo, su hábito quedó igualmente corto. En 1929, el convento de Nuestra Señora de la Luz se convirtió en monasterio y se incorporó a la Orden de la Inmaculada Concepción, cuyas monjas son conocidas como concepcionistas. En el proceso de beatificación de fray Galvão constan 27.800 gracias documentadas, además de otras consideradas milagrosas. Este héroe de la fe fue beatificado por Juan Pablo II en 1998, cuando se le concedieron los títulos de “Hombre de Paz y Caridad” y “Patrono de la Construcción”. En 2007, Benedicto XVI, atendiendo al anhelo de sus devotos, canonizó a fray Galvão.
Notas.- 1. https://www.casadefreigalvao.com.br/es-biografia/1182,el-poeta.
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