El Evangelio recomienda el desapego de los bienes de la tierra. Ese desapego no significa que el hombre deba evitar su uso, sino solamente que los debe usar con superioridad y fuerza de alma, así como con templanza cristiana, en lugar de dejarse esclavizar por ellos. Cuando el hombre no procede así, y hace mal uso de bienes, el mal no está en los bienes sino en él. Así, por ejemplo, el mal del ebrio, está en sí mismo y no en el vino precioso con que se embriaga. Tanto es así que muchos son los que beben vinos de la mejor calidad y no abusan de ellos. En el Universo, todo fue admirablemente dispuesto por Dios, y no hay nada que no tenga su razón de ser. Sería inconcebible que el oro, las piedras preciosas, la materia prima de finos tejidos, etc., fueran excepción a la regla. Existen, por designio de la bondad divina, para un justo deleite de los sentidos, tanto como un hermoso panorama, el aire puro, las flores, etc. Y además de eso, son medios para adornar y elevar la existencia cotidiana de los hombres, refinar su cultura, y hacerles conocer la grandeza, la sabiduría y el amor de Dios. Fue con este espíritu con que la Iglesia utilizó siempre estos bienes para lo que tiene de más sagrado: el culto divino. Lo que no habría hecho de ningún modo si en esto se transgrediera la voluntad de su Fundador. Y en todos los tiempos ella estimuló a los individuos, las familias, las instituciones y las naciones para que, con la misma templanza, siguieran su ejemplo, adornando y dignificando así, para la grandeza espiritual y el bien material de los hombres, los ambientes de la vida doméstica o pública. Es por esto que le ha sido dado muy justamente el título de benemérita de la cultura, del arte y de la civilización. Una de las ventajas de una armoniosa desigualdad de bienes, está precisamente en permitir, en las clases más altas, un florecimiento particularmente espléndido de las artes, de la cultura, de la cortesía, etc., que de ellas dimana después sobre todo el cuerpo social.
Plinio Corrêa de Oliveira, Reforma Agraria, Cuestión de Conciencia, Tradición y Acción por un Perú Mayor, Lima, 2021, p. 107-109.
|
En el Arte Culinario |
|
¿Por qué existe el mal? Uno de los problemas que más angustiaron a la humanidad en todos los tiempos, y que solo encuentra una solución satisfactoria con el Cristianismo, es el de la existencia del mal. ¿De dónde procede el mal? ¿Cómo pueden la bondad y la omnipotencia de Dios conciliarse con la existencia del mal? ¿Si Dios podía impedir el mal y no lo quiso impedir, dónde está su bondad? ¿Y si Dios quería impedir el mal y no puede, dónde está su omnipotencia? En ambos casos, ¿dónde está su Providencia?... |
|
El Castillo de Coca La primera impresión que causa esta fotografía del castillo de Coca, en la provincia de Segovia, España, es que tiene algo de irreal. Uno se ve inclinado a decir: “¡No, este castillo no existe!”... |
|
De las penas del Infierno ¿Qué es, pues, el infierno? El lugar de tormentos (Lc 16, 28), como le llamó el rico Epulón, lugar de tormentos, donde todos los sentidos y potencias del condenado han de tener su propio castigo... |
|
La Virgen de la Ternura En esta foto del ícono de Nuestra Señora de Vladimir –de auténtico estilo bizantino– la Virgen Santísima Santísima se presenta en una actitud de alma plenamente vuelta hacia lo interior, en queElla toma consciencia profunda del estado de espíritu de sumo afecto, suma protección y, al mismo tiempo, de tristeza; pero de tristeza en un estado de deleite de ser Ella misma... |
|
El infierno: Un dogma olvidado La existencia de un infierno eterno es una verdad de fe, definida por la Iglesia en concilios, símbolos de la fe y documentos del Magisterio... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino