Estimados amigos: Cuatro siglos antes de que en Lourdes brotara de la roca el agua milagrosa, en los prados de Mazzolengo, en la región italiana de Lombardía, una fuente de agua con propiedades curativas había surgido del mismo modo, a raíz de una aparición de la Madre de Dios. La basílica dedicada a Santa María del Fonte —también llamada Nuestra Señora de Caravaggio, por encontrarse en las inmediaciones de aquel pueblo— es aún hoy el santuario más importante y más visitado del norte de Italia. Caravaggio, que forma parte de la provincia de Bérgamo, debe también su fama al pintor italiano Michelangelo Merisi, nacido allí en 1571, quien acostumbraba firmar sus obras precisamente con el pseudónimo de Caravaggio. Ciertamente que el artista frecuentó en su primera infancia la capilla de la Madonna del Fonte, siendo testigo del comienzo de las obras del majestuoso templo que ahora contemplamos diseñado por Pellegrino Tibaldi, el arquitecto de confianza de san Carlos Borromeo. Su construcción motivó que el rey Felipe II le encargara años después los acabados y la decoración del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, en Madrid. Aún así, los esfuerzos para la culminación de la basílica se prolongaron con intervalos hasta alrededor del año 1700. La Santísima Virgen se apareció el 26 de mayo de 1432 en Caravaggio para consolar a Giovannetta, la joven vidente; pacificar a las naciones entre sí, superando las rivalidades entre los señoríos de Venecia y Milán; y devolver la paz a la Iglesia, afligida por los cismas y las herejías. A la posteridad, nos dejará el perfume de su presencia, la marca de sus plantas, los beneficios de sus aguas de manantial y las gracias de su poderosa intercesión: “Confirmaré tus palabras —le dijo la Virgen a Giovannetta— con signos tan grandes, que nadie dudará que has dicho la verdad”. En Jesús y María, El director
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Santa María de la Fuente Aparición que dio origen a “la Lourdes de Italia” |
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