John Horvat La relación madre-hijo es íntima y emocional. La madre le da todo al bebé que se desarrolla en su vientre en un acto de amor. Esta conmovedora solicitud y sacrificio explican el aprecio universal por la maternidad. También podría explicar la antipatía de cierta izquierda, que odia todo vínculo de dependencia y ve el embarazo como una restricción a la libertad de la mujer. Sin embargo, el vínculo no se limita al sacrificio. A medida que la ciencia explora el misterio de la maternidad, los investigadores están haciendo algunos descubrimientos maravillosos. Por ejemplo, la relación madre/hijo no es una donación unidireccional de la madre. El vínculo no termina con el nacimiento. Hay momentos en que el niño retribuye maravillosamente a la madre por su sacrificio. Cada descubrimiento hace más evidente que el niño es un ser único e individual, independiente de la madre y, sin embargo, fabulosamente conectado a ella. Increíblemente, esta relación altamente emocional y espiritual se refleja en el funcionamiento biológico del vínculo. El bebé y su madre intercambian células En efecto, las células del bebé son diferentes de las de la madre desde la concepción. Sin embargo, como la madre está constantemente alimentando y ayudando al desarrollo del bebé, sus células se abren camino hasta el cuerpo del niño.
Los científicos afirman ahora que las células del bebé se abren camino en el cuerpo de la madre y permanecen allí. Hasta un 6% del ADN que flota libremente en la madre embarazada puede proceder del bebé, porcentaje que disminuye con el tiempo. El proceso de intercambio y circulación de células se denomina microquimerismo. Así, la presencia física del niño en la madre continúa incluso mucho después del nacimiento. Las células del bebé dejan una huella permanente en los tejidos, la sangre, los huesos, el cerebro y la piel de la madre, donde pueden permanecer durante décadas. Esta presencia incluye a todos los hijos de la madre, incluso en casos de aborto espontáneo después del segundo trimestre o aborto provocado. Estas células suelen ser células madre con asombrosos poderes regenerativos y reproductivos. Un fascinante artículo de Scientific American afirma que entre las células se mantiene una “constante conversación”. Después del nacimiento, los científicos creen cada vez más que este asunto genético puede influir en la salud de la madre durante muchos años. El bebé al rescate Los estudios sobre estas conversaciones microquiméricas se encuentran aún en las primeras fases de análisis. Sin embargo, cada vez hay más pruebas que demuestran una emotiva deferencia de parte de estas células fetales. Durante el embarazo, algunas enfermedades maternas desaparecen porque estas células madre fetales acuden rápidamente al lugar de la lesión y reparan el órgano o corazón dañado de la madre. Así, la madre protege al bebé del peligro exterior mientras las células madre del bebé detectan los peligros internos y reparan a la madre para que el parto sea seguro. Cuidado natural de la salud materna Después del nacimiento, las células del bebé continúan su trabajo, que disminuye con el tiempo. Algunos investigadores creen que las células madre fetales reducen el riesgo de cáncer de mama y otros tipos de cáncer. Las células parecen combatir trastornos autoinmunitarios como la artritis reumatoide. Se ha descubierto que ayudan a las madres con lesiones en la tiroides y el hígado al transformarse en células orgánicas. El corazón de la madre también podría ser objeto de las misiones reparadoras de las células. El número de hijos no parece afectar al poder regenerativo de las células fetales. El factor importante es la fecha del último nacimiento. La duración del embarazo debe ser de al menos 20 semanas para que tenga efecto. El poder regenerativo de las células disminuye con el tiempo y se reproducen menos. Una conclusión antifeminista Las conclusiones son maravillosas, pero no sorprendentes. Esta asistencia mutua es coherente con la forma en que Dios creó las cosas con un propósito. El sacrificio amoroso y vivificador de la maternidad tendría que encontrar reciprocidad en la naturaleza. Es natural que un vínculo físico complemente el vínculo moral e incluso que disminuya a medida que el niño avanza hacia una menor dependencia en la edad adulta.
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