La Palabra del Sacerdote Algunas incógnitas del libro del Apocalipsis

PREGUNTA


Por casualidad, recientemente cayeron en mis manos algunos números pasados de Tesoros de la Fe, justo en el momento en que tenía varias dudas con relación a la Iglesia Católica.

Desde entonces he usado todo mi tiempo libre para leer los textos sobre nuestra Iglesia, y esto me ha ayudado a entender muchas cosas. Quisiera que los celebrantes de nuestros días nos hablasen con la claridad con que esta revista nos habla. Con seguridad, muchos católicos no se habrían cambiado de religión...

Hoy descubrí en Internet la página web www.fatima.org.pe y quisiera que mis hijos reciban su revista, pues ellos son persistentemente acechados por evangélicos y necesitan de una respuesta para muchas dudas que yo sola no estaba consiguiendo resolver.

Una de las cuestiones es sobre el éxtasis en la Iglesia y el inicio de la tribulación. Hemos oído muchas cosas al respecto, pero no tenemos la versión de la Iglesia Católica sobre estos hechos del Apocalipsis. ¿Uds. nos podrían ayudar a entender esto? Desde ya felicito a todos los responsables por esta publicación, por el excelente servicio que prestan a tantos lectores, sedientos de informaciones confiables en este mundo de tantas mentiras y engaños.


RESPUESTA


Destaco esta declaración de la carta: “Quisiera que los celebrantes de nuestros días nos hablasen con la claridad con que esta revista nos habla. Con seguridad, muchos católicos no se habrían cambiado de religión...”

Escena del Apocalipsis: uno de los ángeles toca la trompeta, Alberto Durero, 1496-98.

La recomendación de Nuestro Señor Jesucristo fue exactamente esa: “Sea, pues, vuestro modo de hablar, sí, sí; no, no” (Mt. 5, 37). Ése es el mérito de Tesoros de la Fe, por lo que las felicitaciones de nuestra lectora son enteramente merecidos para el cuerpo de redacción, que conozco y admiro desde su primer número.

La lectora manifiesta el deseo de que todos los predicadores de nuestros días  usasen el mismo lenguaje. ¡Cuánta razón tiene! Es lo que este sacerdote, también, ardientemente desea. Lamentablemente, muchos de ellos, más preocupados con las cuestiones terrenas de que con las espirituales, no tratan o no dan toda la primacía a los asuntos que verdaderamente interesan a sus fieles. Y el resultado es que muchos de éstos se desvían —pero no sin grave culpa— hacia otras religiones, en la vana esperanza de encontrar allá el alimento espiritual que necesitan. Es el modo como actúa el “padre de la mentira”...

Misterios del libro del Apocalipsis

En cuanto a la pregunta sobre el Apocalipsis, es de las más espinosas que alguien podría presentar, pues este libro de la Sagrada Escritura ha sido estudiado por los más sabios y penetrantes espíritus de la Iglesia —desde su propia fundación— sin que ellos hayan llegado a una interpretación unánime en todos los puntos, incluso sobre los dos a que mi lectora se refiere. El libro inspirado permanece misterioso en varias de sus partes, por eso la Iglesia no impone como suya ninguna de las numerosas explicaciones que han sido aportadas incluso por Doctores de la Iglesia.

De cualquier modo, algunas líneas generales se destacan de todos estos comentarios y son útiles al lector, pues no tendría sentido que Dios hubiese hecho esta revelación al Apóstol San Juan, autor inspirado del libro, si no fuese de provecho para los fieles. Y hasta de máximo provecho, porque nos saca de las preocupaciones cotidianas, en general muy triviales, nos eleva a la contemplación de las grandes perspectivas del futuro de la Iglesia, sus luchas y tribulaciones, y nos coloca delante del triunfo definitivo de Jesucristo sobre el mal, en sus diferentes manifestaciones históricas.

El primer aspecto que debemos considerar es la belleza superlativa del texto. Leyéndolo, nos sentimos transportados a las regiones celestiales, o en tal caso para los grandes embates espirituales entre ángeles, hombres y demonios. Percibimos que la vida tiene una dimensión sobrenatural, muy por encima de la mediocridad de los que consideran apenas lo material cotidiano.

Tal es, en efecto, la idea teológica central del libro del Apocalipsis: la Iglesia y los fieles cristianos están ahora sometidos a sufrimientos y persecuciones, y la vida es una gran lucha. ¡La Iglesia es verdaderamente militante! Pero todo esto, que es pasajero, tiene consecuencias para la eternidad. Jesucristo destruirá, en su momento, todo lo que se opone a la expansión de su Iglesia, que es su reino en el mundo; y los católicos que hubiesen permanecido fieles en medio de las tribulaciones, militando generosamente por la Iglesia dentro de sus posibilidades, cantarán un cántico de alegría y de victoria por toda la eternidad en el Cielo.

Leyendo el Apocalipsis, se percibe que San Juan, inspirado por el Espíritu Santo, usa algunos procedimientos literarios para exponer mejor la revelación que recibió de Jesucristo (apocalipsis, en griego, significa precisamente “revelación”). Los estudiosos señalan las antelaciones y las repeticiones.

Según esta interpretación, el Apocalipsis no expone una serie continua y cronológica de acontecimientos futuros, sino describe los mismos acontecimientos bajo diversas formas. Sería una repetición cíclica de la misma historia profética, con frecuentes antelaciones, como dijimos arriba, y retrocesos de narración.

Anuncio de calamidades y del triunfo final

San Juan tiene continuamente en vista la oposición de dos sociedades, de dos ciudades (como diría San Agustín): la de los amigos de Dios, es decir, la verdadera Jerusalén; y la de los enemigos de Dios, o sea, Babilonia, dirigida por el Dragón. La segunda parte del Apocalipsis (cap. 12 al 22) está dominada íntegramente por las grandes antítesis de la Historia: el Cordero vs. el Dragón, la Mujer vs. el Dragón, la nueva Jerusalén vs. Babilonia, la Iglesia vs. la Anti-iglesia.

San Juan escribiendo el Apocalipsis en la isla de Patmos. Très riches heures du Duc de Berry, 1413.

El Apocalipsis se presenta pues como un libro profético que, mediante diversos vaticinios e imágenes, describe los hechos presentes y futuros de la Iglesia. Ella, siempre perseguida, aunque siempre triunfante, alcanzará finalmente la perfecta victoria sobre sus enemigos. Los anticristos de que nos habla el libro pueden ser individuos o personificaciones de fuerzas colectivas del mundo que, a través de los siglos, intentan destruir el poder de Jesucristo.

Como individuos, se ha atribuido el calificativo de “anticristo” a ciertos personajes históricos como Nerón o Lutero. Como fuerzas colectivas, podríamos hablar de la Revolución Francesa o del comunismo. El anticristo por excelencia deberá venir al fin del mundo y será muerto por el mismo Jesucristo Nuestro Señor mediante un soplo de su boca. El mundo moderno, con su impiedad, su inmoralidad, su ateísmo práctico, y su apostasía de la única verdadera Iglesia, ¿no podrá, también él, ser calificado de “anticristo”?

Si bien que el Apocalipsis se refiera en primer lugar a la lucha que la Iglesia sustentaba contra los poderes paganos del final del siglo I, tiene sin embargo un valor y un significado permanente, ya que la Iglesia en la tierra es esencialmente militante. Ella tiene que enfrentar continuamente todos los errores y persecuciones que surgen a través de los siglos. Por eso, el Apocalipsis también anuncia la venida gloriosa de Cristo y las últimas calamidades que precederán a su venida.

El libro del Apocalipsis es rico en enseñanzas doctrinarias. Su doctrina teológica está ya bastante desarrollada, y completa de cierta forma la doctrina de los Evangelios y de las Epístolas. Su gran lección: Dios es bastante poderoso para intervenir en la historia de los hombres en el momento por Él determinado desde toda la eternidad. Y Jesucristo domina a todas las naciones y dirige la historia humana.

Espero que esta brevísima síntesis ayude a la lectora a enfrentar a los opositores evangélicos que asechan a sus hijos, preservándolos de caer en los errores que ellos propagan, y así se mantengan fieles a Nuestro Señor Jesucristo, Rey y Señor de la Historia. Su Reino en la tierra es, y sólo es, la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana.     



Santa Juana de Valois La institución familiar en la Historia de la Civilización
La institución familiar en la Historia de la Civilización
Santa Juana de Valois



Tesoros de la Fe N°38 febrero 2005


Nuestra Señora de la Salud de Vailankanni
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