Joaquín Sorolla y Bastida, 1894 Museo de Orsay, París Felipe Barandiarán Hundidos hasta el pecho en el agua, una pareja de bueyes arrastra lentamente, con poderosa fuerza, la barca hacia la orilla. Apoya el movimiento la gran vela hinchada por el viento de levante que sobrevuela por encima de los animales siguiendo el sentido de las espumosas olas, que avanzan también en diagonal. La distinta inclinación de los bueyes en su marcha y su cabeceo indica la magnitud de su esfuerzo, visible además en la musculatura tensa, sobre todo en el de la izquierda, que trasmite una sensación de energía a través de un movimiento lento. La rotunda forma de la barca se resalta, al fondo, por la presencia en la popa de dos nasas de mimbre, esa especie de cesto para pescar. A la izquierda, en primer plano, creando una sensación de profundidad, el pescador que metido en el agua sostiene una traviesa de madera para calzar la barca cuando aborde la playa, nos introduce en la escena. Al otro lado, sentado plácidamente sobre la yunta, se recorta contra el cielo azul la silueta de un joven boyero. Su habilidad e inteligencia en el manejo de las bestias dan la impresión de realizar tan trabajosa maniobra sin aparente esfuerzo. En el interior de la barca, al fondo, dos figuras cierran con dinamismo la composición por atrás. Uno carga el peso de su cuerpo a estribor y el otro, de pie y oculto casi por la vela, apalanca desde la popa el movimiento en sentido contrapuesto con un gran remo. Los marineros, característicos de Valencia, asombran por su naturalidad. El rumor del mar en calma nos trae el sabor de algas verdes. Un sol brillante baña de luz la atmósfera, reflejando su claridad en las aguas, en las ropas y en la ruda lona de la vela. Salvando la inmensidad del mar, al fondo, en la línea del horizonte, se perfila la silueta de dos veleros. * * * En todo el cuadro hay una placidez intimista y algo grandioso que subyuga. La escena trasmite una serenidad hoy casi perdida. La vorágine de los “avances” tecnológicos nos está desconectando de la realidad. Nos está secuestrando en un mundo ficticio, en el que aparentemente tenemos todo a nuestro alcance, pero si reparamos bien, perdemos lo esencial.
|
Milagros Eucarísticos Confirman la presencia de Nuestro Señor Jesucristo |
|
Nuestra Señora de Gracia Diego Alvarez Correa fue un joven hidalgo portugués nacido en Viana do Castelo. Alrededor del año 1510, impulsado por su intrepidez, se embarcó en un bajel y navegó hacia las nuevas tierras de ultramar... |
|
San Hugo el Grande Aquel que sería uno de los más célebres personajes de la Edad Media nació el año 1024 en la pequeña localidad de Semur, en la Borgoña francesa... |
|
La dignidad sacerdotal La dignidad del sacerdote es tal, que, según la expresión de san Agustín,* el Hijo de Dios encarna en sus manos como en otro seno de la Virgen... |
|
La propina y su importancia social ¿A quién no le gusta ser bien tratado? Sobre todo hoy en día, cuando en los supermercados, en los centros comerciales o en internet las relaciones van asumiendo un carácter cada vez más impersonal y distante. Y la manera habitual de retribuir un buen servicio prestado es por medio de la propina…... |
|
Reflexiones sobre el pavo real Mirando un par de pavos reales, pensé lo siguiente: estas aves, tan superiores al hombre por algún aspecto, pero tan inferiores por todos los demás, sugieren que hagamos esta comparación... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino