El pasado 22 de junio, el Papa Francisco aprobó la publicación del decreto que reconoce las virtudes heroicas de la religiosa carmelita. Este es un paso decisivo en el proceso canónico para que un fiel católico sea proclamado beato, penúltima etapa para su canonización. Pablo Luis Fandiño La venerable Sierva de Dios Lucía de Jesús y del Corazón Inmaculado (nacida Lucía dos Santos) nació el Jueves Santo, 28 de marzo de 1907, en la aldea de Aljustrel, parroquia de Fátima (Portugal) y fue bautizada dos días después, siendo la última de seis hermanos, fruto del matrimonio constituido por María Rosa y Antonio dos Santos. El padre De Marchi, en su obra sobre Fátima, la describe así: “Sana y robusta. (…) No era de facciones delicadas. El único atractivo de su rostro moreno, redondeado y algún tanto adusto, provenía de los dos grandes ojos negros que brillaban bajo unas cejas muy espesas. El cabello fuerte, negro, dividido a ambos lados de su curtida frente, salía un poco del pañuelo que le caía sobre los hombros. La nariz, un poco achatada, y los labios gruesos, la boca grande”.1 En 1916, junto con sus primos san Francisco y santa Jacinta Marto, mientras pasteaban el rebaño familiar, tuvieron tres visiones del Ángel de Portugal o de la Paz, quien les enseñó algunas oraciones y los preparó para la visita de la Madre de Dios.
El 13 de mayo de 1917, la Santísima Virgen se aparece a los tres pastorcitos en la Cova da Iria y les pide que vuelvan los meses siguientes. En junio los introduce en la devoción al Inmaculado Corazón de María. En julio les revela un Mensaje y les pide que guarden por ahora el secreto. En julio la aparición tiene lugar el día 19 en Valinhos, a causa del rapto que sufrieron los pequeños. En setiembre la Virgen insiste en el rezo del rosario. Y el 13 de octubre tiene lugar el Milagro del Sol, ante una multitud de 50 a 70 mil espectadores. Tras la prematura muerte de sus dos primos, Lucía permaneció en Fátima hasta 1921, cuando por intervención de Mons. José Alves Correia da Silvia, obispo de Leiría, fue recibida en el colegio de las Hermanas Doroteas en las afueras de Vilar. Allí adoptó el nombre de María de los Dolores con la intención de ocultar su verdadera identidad. Cuatro años después es admitida como postulante en el Instituto de Santa Dorotea en Tuy, España. El 10 de diciembre de 1925, en Pontevedra, la Virgen se le apareció con el Niño Jesús en brazos revelándole la devoción reparadora de los cinco primeros sábados de mes. El 13 de junio de 1929, tuvo una maravillosa visión de la Santísima Trinidad acompañada por el Inmaculado Corazón de María, durante la cual la Virgen le anunció que: “había llegado el momento de participar a la Santa Iglesia su deseo de la consagración de Rusia y la promesa de su conversión”.2 El 3 de octubre de 1934 emite su profesión perpetua. En el período comprendido entre 1935 y 1941, por orden de Mons. Correia da Silva, escribió cuatro documentos, denominados Memorias, en los que narra detenidamente los acontecimientos de las apariciones. El 3 de enero de 1944, la hermana Lucía escribió otro documento, conteniendo el llamado “tercer secreto” y lo introdujo en un sobre lacrado dirigido al obispo de Leiria. La hermana Lucía escribió en su parte exterior que este podría ser abierto solamente después de 1960. El obispo, a su vez, lo remitió al Santo Oficio en Roma. En 1946 regresó a Portugal, a la comunidad dorotea del Colegio de Sardão, en Vila Nova de Gaia. Deseosa de mayor recogimiento y de cumplir más expresamente con su vocación, en 1948 decidió ingresar en el carmelo de Santa Teresa de Coimbra, donde emitió sus votos solemnes el 31 de mayo de 1949. Allí transcurrió su vida según los ritmos monásticos de oración y trabajo, desplegando también un intenso apostolado epistolar. A partir del año 2000, luego de la beatificación de sus primos y la publicación de la tercera parte del Secreto, la hermana Lucía siente que ha cumplido su misión y crece en ella el deseo del cielo, hacia donde partió el 13 de febrero de 2005, en Coimbra, a los 97 años de edad. En 2006 sus restos mortales fueron trasladados a la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Fátima. Dada su fama de santidad, el Papa Benedicto XVI dispensó del periodo de espera de cinco años, estipulado por el derecho canónico para introducir una causa. “Cada página que la hermana Lucía escribió tuvo que ser minuciosamente analizada y estamos hablando de un universo de 10 mil cartas que conseguimos recoger y de un diario con 2000 páginas además de otros textos más personales”, afirmó por entonces la hermana Ángela Coelho, vicepostuladora de la causa.3 En octubre de 2022, el proceso de beatificación y canonización de la religiosa carmelita conoció un importante adelanto, con la remisión a la Santa Sede del documento sobre sus virtudes heroicas. En el acto de entrega de la Positio Super Vita, Virtutibus et Fama Sanctitatis (sobre la vida, las virtudes y la fama de santidad), en Roma, estuvieron presentes el cardenal Marcello Semeraro y el postulador general de la Orden de Carmelitas Descalzos, padre Marco Chiesa OCD, entre otras autoridades.
Dicho volumen contiene la biografía de la hermana Lucía, elaborada a partir de los documentos recogidos en la etapa diocesana del proceso (que tuvo lugar en la diócesis de Coimbra entre 2008 y 2017); la Informatio (información), que describe las virtudes vividas por la religiosa, así como el elenco de las declaraciones de los 60 testigos oídos, su diario y otros documentos inéditos, “considerados relevantes en el proceso”. Este legajo fue analizado por un grupo de nueve teólogos que emitieron su parecer favorable sobre la práctica de las virtudes en grado heroico. El dictamen positivo del Dicasterio para las Causas de los Santos fue presentado al Papa, que aprobó la publicación del respectivo decreto, mediante el cual la hermana Lucía recibe el título de venerable.
1. Juan De Marchi, Era una Señora más brillante que el sol, Ediciones Misiones Consolata, Fátima 2006, p. 15.
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