Estimados amigos: En un escueto comunicado del 22 de junio pasado, divulgado por la Sala Stampa del Vaticano, se informa que durante la audiencia concedida al cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el Sumo Pontífice autorizó al mismo Dicasterio a promulgar un decreto relativo a las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Lucía de Jesús y del Corazón Inmaculado (en el siglo Lucía dos Santos), monja profesa de la Orden de las Carmelitas Descalzas; nacida el 28 de marzo de 1907 en Aljustrel (Portugal) y fallecida el 13 de febrero de 2005 en Coimbra (Portugal). La hermana Lucía, como era conocida en todas partes, junto a sus primos san Francisco y santa Jacinta Marto, son los tres pastorcitos portugueses que en 1917 —cuando tenían 10, 9 y 7 años de edad respectivamente— fueron agraciados con las apariciones de la Santísima Virgen en Fátima. Lucía no fue apenas la mayor de los tres videntes y la más longeva (vivió casi un siglo), sino la que tuvo el papel más relevante en el curso de las apariciones y posteriormente, siendo objeto de nuevas manifestaciones sobrenaturales. “Jesús quiere servirse de ti para hacerme conocer y amar”, le dijo la Virgen en la segunda aparición. Encargándole de ese modo, la difícil misión de transmitir fielmente al mundo entero el contenido del Mensaje de Fátima. La aprobación del citado decreto por el Papa Francisco es un paso significativo en el proceso de beatificación y canonización de la ahora venerable vidente. Se trata, pues, de una grata e inesperada noticia que debe llenarnos de júbilo. Por fin, recemos para que el proceso canónico iniciado culmine pronto, elevando a la pastorcita a la honra de los altares. No en vano en 1917 ante la pregunta de Lucía: “¿Yo también iré al cielo?”, Nuestra Señora respondió: “Sí, vas a ir”. En Jesús y María, El Director
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Venerable Lucía de Fátima La vidente está más cerca de subir a los altares |
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No todo lo que es técnicamente posible es éticamente realizable Con el pretexto de representar la realidad, se tiende de hecho a legitimar e imponer modelos distorsionados de vida personal, familiar o social. Además, para ampliar la audiencia, el llamado rating, a veces no se duda en recurrir a la trasgresión, a la vulgaridad y a la violencia... |
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