Santoral
San Odilón AbadUno de los grandes abades de Cluny, cuyo papel fue primordial en la formación de la Edad Media. A él se deben también la introducción de la Fiesta de Finados y, para controlar el espíritu extremamente belicoso del tiempo, la Tregua de Dios, que prohibía acciones bélicas o pillaje del miércoles por la tarde al Lunes por la mañana. |
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Fecha Santoral Enero 4 | Nombre Odilón |
Lugar + Cluny |
Magnánimo Abad de Cluny Uno de los exponenciales abades santos de Cluny, ejerció un importante papel en la raíz del esplendor de la Edad Media. Consolidó la fundación de la célebre abadía al gobernarla por más de medio siglo. Plinio María Solimeo En el año 1910 en su propiedad ubicada en los alrededores de la pequeña Cluny (Saone-et-Loire,Francia), Guillermo el Piadoso, duque de Aquitania, acompañado por San Bernón de Baume fundaba una abadía que tendría un preponderante papel en la reforma religiosa de su tiempo. No obstante, su fundación es atribuida a San Odón, por cuanto fue él el religioso designado por San Bernón para llevar la obra adelante, seleccionar y formar a sus discípulos. De ese modo, durante más de un siglo Cluny continuaría siendo dirigida por ese linaje de discípulos, quienes dieron origen a la famosa serie de los “Santos Abades de Cluny”. Esta comenzó con su sucesor directo, el beato Aimar, sucedido por San Mayolo, seguido después por San Odilón, para culminar con aquel que tal vez haya sido el mayor de todos: San Hugo, que llevó a Cluny a su apogeo. Es de San Odilón, tercer sucesor del fundador y “encarnación viviente en el seno de la Iglesia de aquel espíritu de reforma que le hizo uno de los hombres más ilustres del milenio”,1 de quien vamos a tratar. Su vida fue escrita por San Pedro Damián, cardenal y obispo de Ostia, a pedido de San Hugo, sucesor de San Odilón en el gobierno de Cluny. Por lo tanto, es la vida de un santo escrita por otro santo. Los hagiógrafos posteriores se basan en esta vida y en la de Lotsaldo, monje de Cluny que compartió mucho tiempo con él, acompañándolo en varios de sus innumerables viajes. Milagrosamente curado por Nuestra Señora Odilón nació el año 962, de padres piadosos pertenecientes a la nobleza de Alvernia. Beraldo, su padre,era señor de Mercoeur, pero por su excepcional valentía con las armas, probidad y sinceridad consumadas, la voz popular le añadió el apelativo de “el grande”. Su madre se llamaba Gerberge. Odilón fue el tercero de los diez hijos del matrimonio. Siendo aún muy pequeño Odilón sufrió una parálisis en las piernas, a consecuencia de una grave enfermedad que puso en riesgo su vida. Un día en que su padre viajaba con toda la familia, paró para descansar en una pequeña aldea del camino. En determinado momento, la niñera de Odilón, lo dejó solo a la entrada de la iglesia mientras fue a comprar algo, el niño —con apenas tres años de edad— se arrastró entonces hacia dentro de la iglesia. Llegando al altar de la Virgen, se colgó del mantel, intentando levantarse. En ese momento, sintió una fuerza misteriosa y se puso de pie. Cuando la niñera, afligida, lo encontró en la iglesia, estaba corriendo alrededor del altar de la Virgen. Desde ese momento Odilón tuvo una particular devoción a su celestial bienhechora, devoción esa que continuó hasta el fin de sus días. Después de ello Odilón volvía en peregrinación con gusto a esa iglesia. En una de esas ocasiones, hizo a Nuestra Señora la siguiente oración: “¡Oh benignísima Virgen María! Desde hoy y para siempre me consagro a vuestro servicio. Socorredme, en mis necesidades, ¡oh poderosísima Medianera y Abogada de los hombres! Cuanto tengo, a Vos lo doy, y con gusto me entrego por entero a Vos, para ser vuestro siervo y esclavo”.2 San Odilón fue uno de los primeros en practicar la sagrada esclavitud a la Santísima Virgen, la que más tarde San Luis María Grignion de Montfort haría tan conocida. A ese respecto, comenta Plinio Corrêa de Oliveira: “Para quien hiciera una historia superior de la Iglesia Católica, sería muy bonito componer esta genealogía de las almas que a lo largo de la historia se han consagrado de esta manera a Nuestra Señora. Y que constituyen, en la vida tantas veces secular de la Iglesia, una especie de filón que viene desde el profeta Elías hasta nuestros días, y que son de algún modo lo que hay de más vivo, el corazón que pulsa dentro de la Iglesia Católica. Para nosotros es una alegría saber que el gran San Odilón, que está en la raíz de todos los esplendores de la Edad Media, pertenecía a esta gloriosa familia de almas, de la cual deseamos ser continuadores, aunque ignorados”.3 Poco se sabe de la juventud del santo, a no ser que transcurrió entre el estudio de las ciencias y la práctica de la virtud. Cuando tenía 26 años, recibió la tonsura clerical, y poco después entró a la Orden de Cluny, gobernada entonces por San Mayolo. Abad de Cluny, consejero de emperadores El fervor con que Odilón llevaba la vida monástica era tal que, el año 991, con apenas doce meses de noviciado, fue admitido a profesar en la Orden. Ese mismo año San Mayolo lo escogió como su vicario. Tres años después, al enfermar gravemente, el santo, con la aprobación unánime de los monjes, nombró a Odilón sucesor suyo. Ordenado entonces sacerdote, a pesar de su resistencia, tuvo que sentarse en el trono abacial.
Los biógrafos del santo abad así lo describen: “San Odilón era delgado y pálido, cabellos oscuros; pero sus ojos tenían un brillo prodigioso, casi terrible. El sonido de su voz vibraba como una campana lejana llamando a los fieles a la oración. Sus palabras eran al mismo tiempo dulces y fuertes, y penetraban los corazones”.4 “Su alma estaba dotada de una movilidad extraordinaria, en que se reflejaba la viveza de sus impresiones. Tenía una voz sonora y viril, y cuando hablaba, un relámpago pasaba de su inteligencia a sus ojos. Los dos rasgos característicos de su corazón eran una profunda humildad, que le hacía llamarse el último y más despreciable de los hermanos de Cluny, y una dulzura inefable, que le valió el nombre de Padre muy clemente y misericordioso ”.5 Pero este santo tan dulce y compasivo odiaba la adulación y la mentira, y castigaba severamente a los falsos hermanos. “Tenía, como dice un poeta, el desprecio del desprecio, el odio del odio y el amor del amor”.6 San Odilón contribuyó ampliamente con el progreso de la Orden. Desde el comienzo puso singular empeño en la reforma de la regla de San Benito, entonces seguida por Cluny, estableciendo con carácter definitivo un código llamado “Costumbres de Cluny”, el cual debía ser seguido por los numerosos monasterios que estaban bajo su jurisdicción.
Muy solicitado, emprendió frecuentes viajes a Francia, Suiza, Alemania e Italia. Y envió discípulos a varias provincias de Francia y de España, para reformar la vida monástica entonces decadente. “Fino diplomático, con una diplomacia que brotaba del espíritu del Evangelio, Odilón pudo poner en sus empresas toda la fuerza del poder humano. Fue auxiliar de los Papas, corresponsal de casi todos los príncipes de su tiempo, consejero de los emperadores”.7 La emperatriz Santa Adelaida se encomendaba a sus oraciones. Un ejército numerosísimo y compacto a sus ordenes San Odilón podía contar, en todas sus obras, con un ejército numerosísimo y compacto. Era la Orden de Cluny, a la que se habían agregado más de mil monasterios y diez mil monjes. Y él sabia como utilizarlos. Fue lo que hizo, por ejemplo, en la gran carestía que sojuzgó al reino de Francia, provocando gran miseria y sufrimientos. Surgida el 1030, la penuria duró tres años, causada por las lluvias casi continuas que impedían la labranza y que los frutos de la tierra llegaran a su madurez. La Iglesia fue, entonces, la providencia de los infelices. Los mil monasterios bajo la dirección de Odilón estaban abiertos a todas las necesidades, y sus diez mil monjes se dedicaron a socorrer a las víctimas. Como el monasterio de Cluny era uno de los más ricos, San Odilón usó de cuanto medio estuvo a su alcance para socorrer a los hambrientos. Distribuyó entre los pobres todas las provisiones del monasterio,vendió inclusive una corona de oro que el emperador San Enrique había dado a la iglesia de Cluny. Como a pesar de esto aún había necesidad de dinero para socorrer a los afectados, él fue de castillo en castillo, de ciudad en ciudad, pidiendo limosnas para ellos.8 56 años como superior de la Orden de Cluny La época en que vivió San Odilón fue muy conturbada. San Pedro Damián así se refirió a ella: “Las guerras son tan numerosas, que la espada envía más hombres al sepulcro que la enfermedad. El mundo entero parece un mar agitado por la borrasca. Las discordias y las venganzas, como olas gigantescas, agitan los corazones. Se mata, se roba, se incendia impunemente y la tierra queda reducida a una espantosa esterilidad”.9 Por ello San Odilón, junto con el beato Ricardo, abad de San Vanes, obtuvieron de esos belicosos hombres que respetasen una “tregua de Dios”, es decir, que a partir de la tarde del miércoles hasta la mañana del lunes, cesaran toda hostilidad por respeto a los días de la semana en que se realizaron los últimos misterios de la vida de Nuestro Señor Jesucristo.10
Uno de los innumerables méritos de San Odilón fue el de haber instituido en sus monasterios un día para conmemorar a las almas del Purgatorio, inmediatamente después de la fiesta de Todos los Santos. Aquel día todos sus monasterios aplicarían las oraciones y penitencias en favor de las benditas almas que padecían en ese lugar de purificación. Cargado de años y de méritos, San Odilón falleció el día 1º de enero de 1049, a los 87 años de edad, 26 de los cuales en el mundo, cinco en el claustro antes de ser abad, y 56 como superior de la Orden de Cluny. El año 1069 se abrió su tumba y su cuerpo estaba incorrupto. Sin embargo, durante la nefasta Revolución Francesa, sus restos mortales fueron quemados, junto con las preciosas reliquias del tesoro de la abadía de Souvigny, donde había sido enterrado Notas.-
1. FRAY JUSTO PÉREZ DE URBEL O.S.B., Año Cristiano, Ediciones Fax, Madrid, 1945, t. I, p. 17.
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