El Mesías prometido y esperado desde la caída de los primeros padres, el Verbo divino tomó carne humana, no por obra de varón como los demás hombres, sino sobrenatural y milagrosamente, por virtud y gracia del Espíritu Santo, en las purísimas entrañas de María Santísima, sin detrimento de su virginal pureza [...] quedando esta virgen como lo había sido antes del parto, y lo fue después perpetuamente (Pbro. D. Eulogio Horcajo Monte de Oria, «El Cristiano Instruido en su Ley», Madrid, 1891, pp. 45-49).
El tercer artículo del Credo nos enseña que el Hijo de Dios tomó cuerpo y alma, como tenemos nosotros, en las purísimas entrañas de María Virgen, por obra del Espíritu Santo, y que nació de esta Virgen. Obra de la Santísima Trinidad A formar el cuerpo y a crear el alma de Jesucristo concurrieron las tres divinas Personas. Se dice sólo: fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo porque la Encarnación del Hijo de Dios fue obra de bondad y amor, y las obras de bondad y amor se atribuyen al Espíritu Santo. El Hijo de Dios se hizo hombre sin dejar de ser Dios. El Hijo de Dios encarnado, esto es, Jesucristo, es Dios y hombre juntamente, perfecto Dios y perfecto hombre. En Jesucristo, hay dos naturalezas: la divina y la humana. [Sin embargo] en el Hijo de Dios hecho hombre no hay más que una Persona, y ésta es divina. [No obstante] en Jesucristo hay dos voluntades: la una divina y la otra humana. Jesucristo tenía libre albedrío, mas no podía obrar el mal, porque el poder obrar el mal es defecto, no perfección de la libertad. El Hijo de Dios y el Hijo de María son una misma Persona, esto es, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. [Así] la Virgen María es Madre de Dios, porque es Madre de Jesucristo, que es verdadero Dios. María vino a ser Madre de Jesucristo únicamente por obra y gracia del Espíritu Santo. Es de fe que María Santísima fue siempre Virgen, y es llamada la Virgen por excelencia. Desde el 1º de noviembre de 1950, es dogma de fe que María Santísima, terminado el curso de su mortal vida, fue llevada en cuerpo y alma a los Cielos. Este privilegio se llama “la Asunción de María” (Catecismo Mayor de San Pío X, Ed. Magisterio Español, Vitoria, 1973, pp. 15-17).
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En Lima, la Virgen del prodigioso llanto |
Primer artículo del Credo - I Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra La palabra ‘creo’ no tiene el significado de ‘pensar’, ‘juzgar’, ‘opinar’. Significa una adhesión absolutamente segura, por la cual la inteligencia acepta, con firmeza y constancia, los misterios que Dios le manifiesta... | |
Séptimo artículo del Credo Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos El séptimo artículo del Credo nos enseña que al fin del mundo Jesucristo, lleno de gloria y majestad, vendrá del cielo para juzgar a todos los hombres, buenos y malos, y dar a cada uno el premio o el castigo que hubiere merecido... | |
Noveno artículo del Credo - V Creo en la Santa Iglesia Católica, en la Comunión de los Santos No pertenecen a la comunión de los santos en la otra vida los condenados, y en ésta, los que están fuera de la verdadera Iglesia. Están fuera de la verdadera Iglesia los infieles, los judíos, los herejes, los apóstatas, los cismáticos y los excomulgados... | |
Introducción El símbolo de los Apóstoles Se llama Credo, por la primera palabra con que comienza, y Símbolo, porque era la señal o fórmula con que se reconocían los cristianos católicos en los primeros tiempos. El que quería tomar parte en la misa o en los divinos misterios, era examinado por el símbolo; si no lo sabía, no era admitido... | |
Primer artículo del Credo - III Creador...y de la tierra Por último, Dios formó del limo de la tierra el cuerpo del hombre, de modo que fuese inmortal e impasible, no por exigencia de la propia naturaleza, sino por efecto de la bondad divina... |
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