¿Por qué Nuestra Señora lloró, y por qué hoy en día lloraría aún más?
La noticia de que la imagen había vertido lágrimas en varias oportunidades ya era conocida en ambientes católicos de Nueva Orleans. En esas circunstancias, la noche del 17 de julio de 1972 el custodio de la sagrada imagen, padre Joseph Breault, llamó por teléfono al padre Elmo Romagosa, editor del periódico Clarion Herald, órgano oficial de la arquidiócesis, pues éste le había pedido que se le avisara en caso de que la imagen volviese a llorar. Cámara y equipo en mano, acompañado por su editor Hal Ledet, acudieron presurosos al lugar con el fin de investigar los hechos. Cuando llegaron, el entonces escéptico padre Romagosa vio la humedad todavía acumulada alrededor de los ojos de la imagen. Ambos tomaron fotografías. Según los cálculos preliminares del padre Breault, ésta sería la decimotercera vez que el misterioso llanto se producía bajo su custodia. Era la primera de dos lacrimaciones de las que el sacerdote-editor sería testigo; la segunda, mucho más copiosa y prolongada, ocurriría a la mañana siguiente, cuando advirtió que una gruesa gota se había deslizado hasta la punta de la nariz de la imagen. Este crucial y conmovedor momento fue acertadamente capturado por su cámara para que el mundo entero lo contemplara. Cuando la fotografía se publicó, causó verdadera conmoción. Esas lágrimas fueron posteriormente sometidas a pruebas de laboratorio y se encontró que eran “más que apenas agua, y probablemente lo mismo que lágrimas humanas”.1 Un significado claro para quien lo quiera entender En el artículo que escribió sobre el fenómeno en el Clarion Herald, reproducido en otros periódicos, el padre Romagosa dejaba traslucir su perplejidad y asombro ante el misterio. Así se expresó entonces: “Le pedimos a Dios que nos ayude a comprender el significado de lo que hemos presenciado”. El padre Breault, sin embargo, tenía una respuesta preparada: “Padre, la Virgen tiene un mensaje para el mundo, pero pocos lo quieren oír”. En el mismo sentido se pronunció el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira. Al enterarse de lo sucedido y ver en la primera plana del periódico Folha de São Paulo del 21 de julio de 1972 la fotografía tomada por el P. Romagosa, comentó: “El misterioso llanto nos muestra a la Virgen de Fátima llorando sobre el mundo contemporáneo, como otrora Nuestro Señor lloró sobre Jerusalén. Lágrimas de afecto ternísimo, lágrimas de dolor profundo, en la previsión del castigo que vendrá. “Vendrá para los hombres del siglo XX, si no renuncian a la impiedad y a la corrupción; si no luchan contra la autodemolición de la Iglesia, el maldito humo de Satanás que, según dijo Paulo VI, ha penetrado en el recinto sagrado”.2 Fondo de cuadro: el mundo en los años 70 En los albores de la década de 1970, el mundo sufría los efectos del permisivismo insuflado por la revolución cultural y sexual de los años 60, que encontró un terreno fértil en la generación hippie. Minifaldas, pantalones acampanados y zapatos de plataforma fueron la manía de la moda, que hacía furor. La cultura del rock and roll alimentaba un estilo de vida basado en la extravagancia, el sexo y las drogas. La pornografía iba gradualmente perdiendo su estigma con la creciente comercialización de la sexualidad en los medios de comunicación. Junto a esta mentalidad emanó una visión favorable al divorcio. Esta ola permisivista fue una secuela de la rebelión estudiantil de mayo de 1968 en la Sorbona (Universidad de París), saludada por varios autores socialistas y marxistas como un salto adelante en la llamada revolución cultural. Ésta consistía en una transformación degradante en la vida cotidiana, las costumbres, las mentalidades y formas de vida, que proyectó sus efectos en el ámbito político y socioeconómico. Si tuviéramos que resumir el espíritu rebelde y anárquico de este histórico levantamiento, bien podría ser condensado en el infame eslogan “Prohibido prohibir”. Otro efecto de esa revolución en la misma década del 70 fue la propagación de la píldora anticonceptiva. En aquel tiempo se volvió normal que las universidades permitieran dormitorios mixtos, donde los estudiantes de uno y otro sexo se mezclaban libremente. La atmósfera moral y social imperante preparó el terreno para que una cultura del vicio y laxitud moral echara raíces, lo que a su vez ocasionó consecuencias devastadoras. En los Estados Unidos, la nefasta tendencia produjo mayores tasas de divorcio, propagación de las relaciones sexuales prematrimoniales, legalización del aborto, mayor aceptación del pecado homosexual, incremento del consumo de drogas y de los índices de delincuencia, entre otros efectos. El mismo año del llanto, un auge de depravación No se puede olvidar que en julio de 1972 llegaba a su clímax la división de aguas a raíz del caso Roe vs. Wade, a partir del cual la Corte Suprema de los Estados Unidos legalizó el aborto inducido en todo el país en enero de 1973. Al final de aquel año un total de trece estados norteamericanos tenían en sus legislaciones algún tipo de aborto legal; y, cuatro estados permitían el aborto libre. Sin embargo, otros 31 estados autorizaban el aborto sólo en caso de peligrar la vida de la madre. Es muy expresivo que justamente en Nueva Orleans, semanas después del llanto de la Virgen, tuvo lugar el primer festival denominado Southern Decadence (“Decadencia Sureña”), evento hedonista anual de una semana de duración, promovido en la ciudad y sus alrededores por agrupaciones de homosexuales y lesbianas, y en el cual las peores depravaciones se cometen públicamente. Hay una obvia relación entre el llanto de Nuestra Señora y esa bacanal, que “comenzó algo desfavorablemente en agosto de 1972, por un grupo de amigos que viven en un destartalado rancho en la calle Barracks en el sector Treme de Nueva Orleans, en las afueras del barrio francés”.3 El huracán “Katrina”, que devastó Nueva Orleans el 2005, justo en vísperas de uno de esos festivales, fue interpretado por el obispo Mons. Philip Hannan como un castigo divino por tales abominaciones.4 El mensaje de la Santísima Virgen El mensaje de Nuestra Señora de Fátima fue dado al mundo por medio de los tres pastorcitos en 1917. En una de las apariciones, la hermana Lucía recuerda: “Delante de la mano derecha de Nuestra Señora había un corazón rodeado de espinas que parecía se le clavaban por todas partes. Comprendimos que era el Inmaculado Corazón de María, ultrajado por los pecados de los hombres y que pedía reparación”.5 En otras palabras, la Santísima Virgen manifestaba estar gravemente ofendida por la iniquidad y corrupción humanas. Pero la preocupación maternal y solícita de María Santísima hacia la humanidad hizo que Ella misma diera en Fátima un mensaje de advertencia a los hombres: si no se enmendasen, les previno, vendría un terrible castigo y varias naciones serían aniquiladas, como consecuencia de la inmensa crisis moral causada por la propagación de los “errores de Rusia”. El mensaje también preveía muchos sufrimientos para el Papa y la Iglesia. Para evitar ese castigo la Virgen pidió la conversión de los pecadores, la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados de cada mes. Las visiones de la beata Jacinta y los pecados de nuestros días
La hermana Lucía registró en una de sus memorias palabras de aflicción de Jacinta durante sus últimos días, que dejan traslucir la perspicacia profética de la pequeña niña: “Oye, ¿sabes? Nuestro Señor está triste porque Nuestra Señora nos dijo que no le ofendan más, que ya estaba muy ofendido y nadie hace caso, continúan cometiendo los mismos pecados”.6 Otras de sus visiones7 originalmente publicadas en el libro del P. Juan de Marchi I.M.C., Era una Señora más brillante que el sol, conservan impresionante actualidad para nuestros días: • “Las guerras no son sino castigos por los pecados del mundo”. • “Nuestra Señora ya no puede sostener el brazo de su amado Hijo sobre el mundo. Es preciso hacer penitencia. Si la gente se enmienda, Nuestro Señor todavía perdonará al mundo; pero si no se enmienda, vendrá el castigo”. • “Madrina mía,8 ¡pida mucho por los pecadores! ¡Pida mucho por los sacerdotes! ¡Pida mucho por los religiosos! ¡Los sacerdotes sólo deberían ocuparse de las cosas de la Iglesia! ¡Los sacerdotes deben ser puros, muy puros! La desobediencia de los sacerdotes y de los religiosos a sus superiores y al Santo Padre ofende mucho a Nuestro Señor”. • “Madrina mía, ¡pida mucho por los gobiernos! ¡Ay de los que persiguen a la religión de Nuestro Señor! Si el gobierno dejase en paz a la Iglesia y diese libertad a la Santa Religión, sería bendecido por Dios”. • “Los pecados que llevan más almas al infierno son los pecados de la carne”. • “Han de venir unas modas que ofenderán mucho a Nuestro Señor. Las personas que sirven a Dios no deben andar con la moda. La Iglesia no tiene modas. Nuestro Señor es siempre el mismo”. • “Muchos matrimonios no son buenos, no agradan a Nuestro Señor y no son de Dios”. • “Los médicos no tienen luz para curar a sus enfermos, porque no tienen amor de Dios”. Lágrimas proféticas de Nuestra Señora Si la Santísima Virgen derramó lágrimas de compasión y de dolor profundo en 1972, ¿fue porque sabía que el mundo caminaría hacia algo peor? De hecho, en comparación con 1917, la situación moral del mundo en los años 70 era de lejos muchísimo más grave. ¿Habrá mejorado hoy en día? ¿Quién se atreverá a afirmarlo? • Los disturbios sociales, los conflictos políticos y las guerras en curso, que se multiplican en el mundo entero, resultan en miles de vidas segadas cada año. • Los escándalos por abuso sexual entre el clero católico dejan una ignominiosa mancha en la sagrada vocación sacerdotal. • Cada año, instituciones católicas de educación superior otorgan honores y permiten disertar en sus auditorios a personas que tienen opiniones gravemente contrarias a la doctrina católica. • Técnicas médicas antinaturales como la fertilización in vitro, practicada con éxito por primera vez en 1978, dan un nuevo paso con la investigación de células madre embrionarias y la clonación.
• La pornografía constituye hoy una industria que factura 97 mil millones de dólares, de los cuales $13 mil millones provienen de los Estados Unidos. El espeluznante número de páginas pornográficas en internet es enorme.9 • La institución de la familia y el matrimonio entre un hombre y una mujer están siendo constantemente atacados por los avances de la agenda pro “derechos” del movimiento homosexual. • El actual gobierno norteamericano está a la vanguardia en la promoción de la agenda homosexual.10 • La cifra de muertos por abortos, sólo en los EE.UU., desde el caso Roe vs Wade llega a la espantosa cifra de ¡49 millones!11 • La tasa de divorcios sigue subiendo, con devastadoras consecuencias para los hijos. • El consumo de drogas es aún uno de los mayores problemas de salud pública. • Se incrementan los índices de delincuencia, particularmente entre los jóvenes. • La multiplicación de crímenes horrendos, sumada a la vigencia de los exorcismos, indica el incremento de las posesiones diabólicas y de la participación en el ocultismo. Lo anterior revela hasta cierto punto el grado de desagregación y descomposición moral a que se llegó hoy en la sociedad. La intención del presente artículo no es hacer un análisis exhaustivo y detallado de esos males, sino destacar un hecho obvio: que desde la perspectiva de Fátima, la crisis moral se ha agravado considerablemente en nuestros días. Esto es una realidad objetiva e indiscutible, que ya nadie se atreve a negar, pero que debe ser encarada con la serenidad y la confianza de quien sabe que una intervención regeneradora de Dios es inminente. El mensaje de Fátima permanece actual Las lágrimas que la Santísima Virgen derramó en 1972 parecían interpelarnos: “¿Dónde está la conversión y la enmienda de vida que les pedí?” Cuarenta años después, aquellas lágrimas preciosas bien pueden formularnos la misma interrogación, pues la escalada de la cultura del vicio y del pecado continúa arrolladora. Nuestra Señora vino a la tierra en 1917 para hacernos comprender la inmensidad de la debacle moral de nuestros días y despertar en las almas el ardor reparador. Como mensajera personal de Dios, nos pide oración constante y fervorosa, desea reparación, quiere enmienda de vida. Como Madre de Misericordia busca la salvación de la humanidad en un momento en que innumerables almas se están perdiendo. Por esta razón superior, llora con las más afectuosas lágrimas. ¡Atendamos, pues, las graves advertencias maternales de la más tierna de todas las madres! * * * Comentando en 1972 el llanto de la Imagen Peregrina, en un artículo titulado “Lágrimas, milagroso aviso”, el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira concluía con palabras que hoy resuenan con mucha más fuerza de convencimiento y de urgencia: “Pero, dirá alguien, ésta no es una meditación propia para un ameno domingo. — ¿No es preferible, pregunto, leer hoy este artículo sobre la suave manifestación de la profética melancolía de nuestra Madre, a soportar los días de amargura trágica que, si no nos enmendamos, tendrán que venir? “Si vienen, me parece lógico que habrá en ellos por lo menos una misericordia especial para los que hayan tomado en serio, en su vida personal, el milagroso aviso de María. “Es para que mis lectoras, mis lectores, se beneficien de esta misericordia, que les ofrezco el presente artículo”.12 Notas.- 1. George Plagenz, Could Virgin Mary’s statue really be crying tears?, in The Cedartown Standard, 1º de abril de 1997, p.4.
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