¿Pueden ocurrir apariciones consecutivas a las mismas personas? La bella historia de Nuestra Señora de Beauraing elucida esta cuestión. Valdis Grinsteins Habiendo comentado en esta sección diversas apariciones marianas, antiguas o recientes, algunas personas nos preguntaron cuál es el criterio o discernimiento para juzgar si las apariciones son falsas o verdaderas. Ya tratamos de esa cuestión, en líneas generales, en nuestra última edición. Pero recibimos una indagación más específica: ¿Nuestra Señora acostumbra aparecerse una sola vez, pocas o muchas veces? Si fueran muchas veces, ¿se puede deducir que la aparición es falsa? Ante todo, es necesario aclarar que en este asunto no existe una regla general. Nuestra Señora es Reina y actúa conforme a los designios de la sabiduría de Dios. Actuando para el bien de las almas, no se deja limitar por nuestros pobres criterios. En segundo lugar, hay apariciones que se dieron apenas una vez, como la que convirtió al hebreo Alfonso Ratisbonne, en Roma, el año 1842. En ella, la Santísima Virgen ni siquiera habló. Igualmente en Pontmain (Francia, 1871) y en La Salette (Francia, 1846) Nuestra Señora apareció una sola vez. Pero del simple hecho que la Madre de Dios se aparezca varias veces no se puede concluir que se trata de una falsa aparición. En Fátima la Virgen María apareció seis veces, y aún prometió aparecer una séptima vez. En Lourdes, apareció 18 veces. Otra pregunta: ¿Nuestra Señora puede aparecerse muy seguidamente? En respuesta, vamos a narrar la historia de una aparición ocurrida hace 80 años. Beauraing: un pueblo común Un pequeño pueblo de apenas dos mil habitantes, ubicado al sudoeste de Bélgica, denominado Beauraing. Nada lo distingue de muchas otras aldeas de la zona. En aquel lugar, nuestra Madre celestial apareció 33 veces a cinco niños, del 29 de noviembre de 1932 al 3 de enero de 1933, o sea, ¡casi todos los días! Tales apariciones fueron reconocidas por la Iglesia en 1943. Es una de las cinco apariciones, ocurridas en el siglo XX, reconocidas oficialmente. Más aún, 12 días después de la última aparición en Beauraing, la Santísima Virgen aparecerá ocho veces a una niña, en otra localidad belga, a 80 kilómetros de distancia de la anterior. Una aparición también reconocida por la Iglesia. Luego, no es muy criterioso descalificar una aparición sólo porque ocurrió varias veces y en lugares próximos.
Otra característica de la aparición de Beauraing es que Nuestra Señora habla poco. Varias veces no dice nada, se limita en sonreír a los niños. Pasemos a la narración de las apariciones. Las niñas Gilberta y Andrea Degeimbre, huérfanas de 9 y 14 años, acompañan a Fernanda y Alberto Voisin, de 15 y 11 años, que fueron a buscar en un pensionado de monjas a Gilberta Voisin, de 13 años, hermana de los dos últimos. Las niñas jugaban, cuando Alberto medio asustado les dice: “Miren, la Virgen vestida de blanco está caminando sobre el puente”. Las niñas miran y también quedan muy asustadas. Golpean con fuerza la puerta del pensionado. Sale a atender una monja —la hermana Valerie, que nada percibe— y Gilberta Voisin, que ve la aparición y queda también muy asustada. Los niños corren de regreso a su casa y cuentan a sus familias lo ocurrido. Estas no creen. Peor aún: la hermana mayor de las niñas, Degeimbre, tomada de envidia, les dice: “¿Ustedes dos ven a la Virgen? Si yo la hubiera visto, sería diferente… ¿Pero, ustedes dos?” Dominada por el despecho de no haber visto nada, ella llegará a calumniar a sus hermanas. Simplicidad de las palabras Llama mucho la atención en esta narración lo poco que la Santísima Virgen habla con estos pequeños —hecho que será utilizado como principal argumento por los adversarios de las apariciones. Después que los niños preguntaron a la Madre de Dios qué quería de ellos, Ella simplemente respondió: “Sean siempre buenos”. Al día siguiente, Ella pregunta a los niños: “¿Es verdad que ustedes siempre van a ser buenos?” —“¡Sí!”, respondieron enfáticamente. El 30 de diciembre de 1932, al mostrarles su Corazón Inmaculado, que resplandecía como el oro, la Virgen Santísima recomienda: “Recen, recen mucho”. El 1º de enero, apenas les aconseja: “Recen siempre”. En la última aparición, el 3 de enero, Ella hablará un poco más. No obstante, será breve: “Yo convertiré pecadores. Soy la Madre de Dios, la Reina del Cielo. Recen siempre”. Curiosamente, la Virgen Santísima, en esta aparición final, confió un secreto personal a tres de los videntes. ¿Qué fue lo que les reveló? No trascendió al público. Las palabras finales de Nuestra Señora fueron: “¿Amas a mi Hijo? ¿Me amas a mí? –Entonces, sacrifícate por mí”. Algunos quisieron añadir algo más a lo que la Virgen María aseveró en Beauraing, pero los videntes no lo permitieron. Incredulidad y persecución Otro aspecto digno de nota: los niños veían a la Santísima Virgen con rayos dorados alrededor de la cabeza, a manera de una corona, símbolo de majestad. Lo cual está en consonancia con la afirmación: “Soy la Reina del Cielo”.
Desde un comienzo las apariciones despertaron enormemente la atención y el interés del público iba creciendo día a día. Durante la última aparición, una multitud de 30.000 personas estuvieron presentes. Entre ellas, numerosos médicos. Estos aprovecharon la ocasión para realizar unos exámenes durante las apariciones. Pellizcaron a los videntes, les apretujaron la piel, aproximaron fuego a sus manos, soltaron flashes incandescentes ante sus ojos, pero los videntes no reaccionaron. Tampoco quedaron marcas o cicatrices de tales experiencias. Los videntes padecieron una tremenda oposición. Ni siquiera el sacerdote del lugar les creía, y no tenían en las inmediaciones a quien recurrir para que los ayudara. Como incluso parte de la prensa católica pretendía negar los eventos milagrosos, se sentían rodeados del desprecio general. En un comienzo, hasta sus padres se mostraron contrarios a la veracidad de las apariciones. Muchos acusaban a los niños de mentirosos, pues esperaban que una aparición de la Madre de Dios debía ser necesariamente al estilo de Hollywood, con milagros espectaculares y un mensaje apocalíptico. La tienda de los Voisin se llenó de curiosos. Pero pronto perdieron a los clientes, que no podían o no se atrevían a entrar, y acabó cerrándose. Sin embargo, ello sirvió para la conversión del padre, Héctor Voisin, que abandonó el partido socialista y volvió a practicar la religión. ¿Una aparición fuera de lo común? Algunas personas se preguntarán: ¿por qué la Santísima Virgen se apareció para decir tan pocas cosas, por lo demás, ya bastante conocidas? ¿Será algo en la línea de una aparición “ordinaria”, diferente de apariciones “fuera de serie”, como las de Lourdes o Fátima?
En principio, podemos recordar que María Santísima quiso Ella misma hacer apostolado, para enseñarnos que todo apostolado es santo, incluso si está dirigido a personas simples y se limite a repetir la doctrina ya conocida. En segundo lugar, la religión católica no se caracteriza por sensacionalismos. Es la religión de la perseverancia en medio de la vida cotidiana. Nunca una aparición de Nuestra Señora es algo común. Aunque sea un acontecimiento extraordinario, una aparición mariana puede tener por objeto, sin embargo, reafirmar una doctrina básica de la Iglesia. En tercer lugar, la Santísima Virgen quiere resaltar con su aparición que Ella nos está protegiendo a nosotros, a sus hijos. Aunque no necesariamente con palabras, siempre nos está amparando. ¿Qué más podemos desear? Además, una aparición de Nuestra Señora no puede dejar de traer consigo grandes gracias, sea para los videntes, sea para los que los rodean y hasta para todo el mundo. Ella es la Madre de la divina gracia, que nos conduce siempre a su Hijo amantísimo, Jesús. Bibliografía.- * Yves Chiron, Enquête sur les apparitions de la Vierge, Ed. Perrin-Mame, Saint-Amand-Montrond, 1995.
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