Santoral
Natividad de Nuestro Señor Jesucristo
El mundo católico, y con él, todos los pueblos de la tierra se vuelven el día 25 de diciembre hacia el pesebre de Belén, a fin de adorar, lleno de fe, al Niño que ahí reposa, o admirar un acontecimiento cuya explicación se busca en vano en las leyes que rigen los acontecimientos humanos.
Fecha Santoral Diciembre 25 Nombre Jesús
La Palabra del Sacerdote ¿De dónde surge la fecha del nacimiento de Jesús?

PREGUNTA

En las iglesias, en los hogares católicos e incluso en lugares públicos se acostumbra, en el período de Navidad, montar nacimientos en que el Niño Jesús aparece reclinado sobre un pesebre, con su Madre Santísima y San José dentro de una gruta. En ningún lugar de los Evangelios, sin embargo, hay referencia alguna a esa gruta. Así mismo, nada se dice en la Escritura sobre el día del nacimiento de Jesús. Quisiera saber ¿de dónde surgió la fecha del 25 de diciembre?



RESPUESTA

En nuestra edición anterior, en que iniciamos la respuesta a esta pregunta, mostramos que muchos de los principios y prácticas de la Iglesia, si no constan explícitamente en la Sagrada Escritura, nos fueron transmitidos por la Tradición. Y la propia Biblia da testimonio de la necesidad de la Tradición, como se infiere del párrafo final del Evangelio de San Juan: “Muchas otras cosas hay que hizo Jesús, que si se escribieran una por una, me parece que no cabrían en el mundo los libros que se habrían de escribir” (21, 25).

Por no aceptar eso, los autores protestantes, contagiados de racionalismo, y que adoptan como punto de partida el principio sola Scriptura (sólo lo que está escrito puede determinar el contenido de la Fe), terminaron por poner en duda la verdad de la propia Escritura. Con lo que todos los principios fundamentales de su fe se fueron agua abajo.

Sólo la Sagrada Escritura no basta, por lo tanto, para fundamentar todas las verdades de nuestra Fe. Es preciso recurrir a la Tradición, que es interpretada, como fue dicho, por el Magisterio vivo de la Iglesia. Y no sólo la Tradición oral (o escrita), sino también las prácticas, ritos, ceremonias, costumbres, etc. Esto es tan verdadero que Nuestro Señor Jesucristo, al conferir a los Apóstoles el Mandato Apostólico, les dijo: “Id por todo el mundo; predicad el evangelio a todas las criaturas; el que creyere y se bautizare se salvará; pero el que no creyere será condenado” (Mc. 16, 15-16). No les fue dicho: “Id, escribid el evangelio”...

El auxilio de las ciencias humanas

Y hasta las ciencias humanas dan su contribución para confirmar la Tradición. Por ejemplo, el caso de la gruta de Belén. Su localización está arqueológicamente demostrada. Ya habla de ella San Justino, nacido en Palestina alrededor del año 100, señalando su lugar y llamándola en griego: spélaion, que quiere decir gruta, cueva, caverna. El Emperador Adriano quiso profanarla, instalando allí un pequeño bosque consagrado a una divinidad pagana. Y con eso, contra su intención, garantizó la perpetuidad de la identificación del lugar de la gruta, sobre la cual está instalado hoy el Santuario de la Natividad (cf. Manuel de Tuya  O.P., Biblia Comentada — Evangelios, B.A.C., Madrid, 1964, t. V, p. 772).

Adoración de los Reyes Magos, Fray Angélico, siglo XV — Museo de San Marcos, Florencia

Error, pero apenas de cálculo

En cuanto a la fecha exacta del nacimiento de Cristo, realmente ella no está minuciosamente determinada. No hay —como habrían gustado los racionalistas— ninguna “partida de nacimiento”, con la indicación del lugar y de la hora precisa. ¡Ni siquiera se sabe con seguridad el año! El monje Dionisio el Exiguo, que murió el año 554 de nuestra era, tuvo una feliz y santa inspiración.

Considerando que con la venida de Cristo se alcanzaba la “plenitud de los tiempos”, de la cual habla San Pablo, se imponía dividir la cronología de la Historia universal en dos épocas: antes y después del nacimiento de Cristo. Hasta entonces se contaban los años a partir de la fundación de Roma (fecha, a su vez, para horror de los racionalistas, más que incierta). El monje Dionisio, sin embargo, fijó el nacimiento de Cristo, por los cálculos que hizo, el año 754 de la fundación de Roma. Pero por el historiador judío Flavio Josefo se sabe que Herodes probablemente murió en la Pascua del año 750. Como Nuestro Señor Jesucristo nació bajo Herodes, ya ahí aparece una diferencia de cuatro años. Se trata, en todo caso, de un posible error de cronología histórica, pero que en nada afecta los fundamentos de nuestra Fe.

Cuanto al día y mes del nacimiento, tampoco se tiene ninguna indicación minuciosa. Según Clemente Romano, en Oriente se festejaba la Navidad el día 20 de mayo, ó 20 de abril ó 17 de noviembre. Después prevaleció durante un buen período, hasta el siglo IV, la fecha del 6 de enero, en la cual se conmemoraban las “Epifanías” (Manifestaciones) del Señor, es decir, su Nacimiento, la llegada de los Magos y su Bautismo. En Occidente la conmemoración de esas Epifanías se fue introduciendo poco a poco, y ya el año 336 se cita, en la Depositio Martyrum filocaliana, la fecha de la Natividad de Cristo el día sétimo de las Kalendas de Januario, según el calendario romano, es decir, el 25 de diciembre.

¿Por qué Roma fijó esta fecha? Probablemente dentro de la pedagogía de la Iglesia primitiva, para desarraigar los restos de paganismo. Sucede que en esa fecha, 25 de diciembre, se celebraba la fiesta pagana Natalis Invicti, del Sol que nace (inicio del invierno en el hemisferio norte). Los cultos del dios Mitra (dios de la luz) estaban muy diseminados en Grecia y en el Imperio Romano. Pasando a celebrar la Navidad ese día se substituía entonces, muy adecuada y providencialmente, esa festividad pagana del Sol por la Fiesta de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, Sol de Justicia y Luz del mundo.     



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San Francisco de Sales



Tesoros de la Fe N°13 enero 2003


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