PREGUNTA He oído hablar mucho sobre el escapulario de Nuestra Señora del Carmen. Pero nadie sabe explicarme qué es; me responden con generalidades y consideraciones imprecisas. ¿Sería posible que Ud. nos instruya sobre su origen, las promesas de que goza y las condiciones para recibirlo? Oí decir que sirve como protección, incluso contra peligros materiales. ¿Es eso cierto? RESPUESTA Realmente, el Escapulario del Carmen es una prenda de la protección y del maternal cariño de la Santísima Virgen hacia los hombres. ¿Qué es propiamente un escapulario? Originalmente, en la Edad Media, era una especie de delantal que caía hacia el frente y hacia atrás, usado sobre la ropa común, primordialmente por criados o funcionarios de palacios, instituciones, etc. El color, o ciertos dibujos bordados en él, indicaban a quién servían. El origen del escapulario carmelita ¿Cómo surgió el Escapulario del Carmen? Para responder adecuadamente, es necesario hacer un poco de historia. La Orden del Carmen se remonta, según una antigua tradición, a los santos profetas Elías, Eliseo y a sus discípulos, que se establecieron en el Monte Carmelo, en Palestina. De acuerdo con esa misma tradición, ellos ya veneraban a Aquella que vendría a ser la Madre del Redentor, simbolizada por la nubecita que apareció cuando San Elías (siglo IX a.C.) pedía el fin de la prolongada sequía que los asolaba (cf. 3 Reyes 18, 41-45), y de la cual cayó una lluvia bendita que reverdeció la tierra. Esos ermitaños, que vivían en pequeñas ermitas, se sucedieron a través de las generaciones hasta la Edad Media; y cuando los musulmanes conquistaron Tierra Santa, tuvieron que huir hacia Europa. Allí no fueron muy bien recibidos por las otras Órdenes mendicantes que ya existían. Por eso enfrentaron grandes dificultades, corriendo riesgo de extinción. Fue entonces que un carmelita inglés, San Simón Stock, hombre penitente y de gran santidad, fue electo Superior General de la Orden. Angustiado con la situación en que se encontraban, comenzó a suplicar incesantemente a la Virgen para que los protegiese. Exactamente el día 16 de julio de 1251, mientras el santo rezaba fervorosamente en su convento de Cambridge (Inglaterra), se le apareció la Madre de Dios revestida del hábito carmelita, portando en sus brazos al Niño Jesús y extendiéndole un escapulario. El nombre escapulario viene de la palabra latina “scapulae”, que significa hombros. Es el nombre dado a la pieza del hábito religioso, que pende de los hombros, cayendo sobre la parte anterior y el dorso de la túnica de quien la porta. “Recibe, queridísimo hijo —le dijo Ella— este Escapulario de tu Orden, señal de mi confraternidad, privilegio para ti y para todos los carmelitas. Todo aquel que muera con él revestido, no arderá en las llamas del infierno. Él es, pues, una señal de salvación, una seguridad de paz y de eterna alianza”. Ésta es la primera promesa, llamada “gran promesa”. Cuando se hizo pública esta prueba de predilección de la Santísima Virgen con relación a la Orden Carmelita, ésta comenzó a florecer. El siguiente siglo, en 1314, la Madre de Dios apareció nuevamente, esta vez al Papa Juan XXII, confirmando su especial protección a los que usasen el escapulario, y prometiendo además que los libraría del purgatorio el primer sábado después de su muerte. Ésta es la segunda promesa, llamada “privilegio sabatino”. Esto llevó a Pontífices, monarcas, religiosos de otras órdenes y personas de todas las categorías a querer participar de este privilegio, recibiendo el escapulario como un símbolo de devoción a María Santísima y de salvaguarda contra los enemigos del alma y del cuerpo. Pío XII llegó a afirmar, en una carta a los carmelitas de preparación para el sétimo centenario de la entrega del Escapulario a San Simón Stock que, entre las devociones exteriores a la Madre de Dios, “debemos colocar en primer lugar la devoción al Escapulario de Nuestra Señora del Carmen que, por su simplicidad, al alcance de todos, y por los abundantes frutos de santificación, se encuentra extensamente divulgada entre los fieles cristianos”. Los privilegios concedidos Podemos dividir los privilegios vinculados al escapulario del Carmen en dos: 1. Muerte en estado de gracia para aquellos que lo hubiesen llevado piadosamente en vida y muerto con él (promesa a San Simón Stock); 2. El llamado “privilegio sabatino”. La Santísima Virgen sacará del purgatorio el primer sábado después de la muerte a los que (promesa al Papa Juan XXII): a) lleven piadosamente el escapulario y mueran con él; b) guarden con esmero la castidad según su estado; y, c) recen diariamente el Oficio Menor de Nuestra Señora o las oraciones prescritas por quien le impone el escapulario. ¿Cuáles son las condiciones para recibir sus beneficios? Es necesario recibir el escapulario de un sacerdote o persona que tenga autoridad para imponerlo, con la debida fórmula, y llevarlo piadosamente hasta la hora de la muerte. ¡Puede ser impuesto incluso a pecadores! Será para ellos una gran prenda de conversión. Otras recomendaciones El escapulario debe ser de tejido de pura lana, de color marrón. No puede ser confeccionado en fieltro, algodón o fibras sintéticas. El cordón, sin embargo, puede ser de otro tejido o color. Solamente el primer escapulario que se recibe debe ser bendito. Los siguientes que se usen —por deterioro o cambio del anterior— no necesitan bendición alguna, el mismo portador se lo puede colocar. Debe ser usado alrededor del cuello, de manera que una parte caiga sobre el pecho y la otra sobre la espalda. “El escapulario en el bolsillo de nada vale y no protege” afirmaba Pío XII. Aquellos que tengan alergia a la lana u otro inconveniente para usarlo, podrán usar una medalla bendita correspondiente, aunque sólo después de que se le imponga el escapulario de lana (privilegio concedido por el Papa San Pío X en diciembre de 1910). Pero, el mismo Santo Pontífice recomendaba a todos los fieles continuar usando el escapulario de lana, como fue revelado por la Santísima Virgen. “Prenda y señal de salvación” El escapulario representa un gran tesoro, como afirmó el Papa Pío XII: “No se trata de un asunto de poca importancia, sino de la consecución de la vida eterna en virtud de la promesa hecha, según la tradición, por la Santísima Virgen; se trata, en otras palabras, del más importante de los negocios del mundo y de llevarlo a cabo con seguridad”. San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia, no sólo lo llevaba consigo, sino que lo elogia en sus libros y lo recomendaba a todos como señal de santidad y fortaleza. Decía que, cuando somos tentados, debemos apretar el santo escapulario con las manos para que el demonio deje de atormentarnos. San Claudio de la Colombière, confesor de Santa Margarita María Alacoque, confidente del Sagrado Corazón de Jesús, afirmaba: “Creo que a las ventajas que se atribuyen a los devotos de María, se pueden añadir otras más notables en favor de los cofrades del Carmen, que son todos los que usan el escapulario”. Y proseguía: “No; no basta decir que el escapulario es una señal de salvación. Yo sostengo que no hay otra que haga nuestra predestinación tan cierta como ésta, del escapulario, y a la cual consecuentemente nos debemos acoger con el mayor celo y constancia”.
Un gran apóstol de la devoción al escapulario fue el Siervo de Dios P. Francisco Rodrigues da Cruz, quien fue uno de los primeros en creer en las apariciones de Fátima, dio la primera comunión a Lucía y les enseñó muchas oraciones y jaculatorias a los tres pastorcitos. Recomendaba a aquellos a quienes imponía el escapulario que lo besaran todos los días por la mañana, rezando tres avemarías, y pidiendo a la Santísima Virgen la gracia de no caer en pecado grave aquel día (Cf. R. P. José Leite, Santos de cada Día, Editorial A. O., Braga, 1987, t.3, p. 427). Conviene recordar que en la última aparición de Nuestra Señora en Fátima, la Madre de Dios apareció revestida con el hábito carmelitano. ¿Esta “señal segura de salvación”, pasaporte seguro para el Cielo, no puede prestarse a abusos? Lamentablemente sí, como todas las cosas en este nuestro valle de lágrimas. Por eso el mismo Papa Pío XII alertaba: “Pero no piensen los que visten esta librea que podrán conseguir la salvación eterna abandonándose a la pereza y a la desidia espiritual”. ¡Cuántos casos hubo de personas que, abusando de esa promesa, llevaban una vida depravada, ufanándose de que se salvarían porque usaban el escapulario, y que, en el momento de la muerte les fue arrancado del cuello por algún accidente, o por ellos mismos en los estertores de la agonía! Sin embargo, aunque no sea un pasaporte infalible para quien lo usa indignamente y con presunción, el escapulario del Carmen puede servir de gran medio de conversión, moviendo a almas empedernidas al arrepentimiento y al amor de Dios. Se conocen de conversiones obtenidas en la hora de la muerte, únicamente por imponérselo al moribundo. Por eso, no sólo usemos piadosamente el escapulario, sino seamos también sus ardorosos propagandistas.
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¡El Escapulario de la Virgen del Carmen! |
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