La Palabra del Sacerdote ¿Por qué a veces la Virgen aparece descalza?

PREGUNTA

¿Por qué en Fátima, en las apariciones a los tres pastorcitos, la Virgen apareció descalza? En Lourdes también apareció sin zapatos o sandalias.

No sé si en otras apariciones también fue así, pero quisiera saber si existe alguna razón especial para ello y si la Iglesia ofrece alguna explicación al respecto.

RESPUESTA

Monseñor José Luis Villac

Probablemente el lector ya habrá pasado por la situación embarazosa de quedar confundido, por alguna pregunta de un niño que a primera vista parecía simple, pero que en realidad está llena de matices y presenta varias dificultades.

De hecho, los niños —por su inocencia, que los hace muy sensibles al carácter simbólico de las cosas, así como muy lógicos al sacar las consecuencias de lo que aprenden— levantan cuestiones que a nosotros, los adultos, con la mirada ya empañada por las peripecias de la vida, nos dejan desestabilizados y nos recuerdan la lección de Nuestro Señor: “Si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 18, 3).

La inocente pregunta de nuestro acucioso lector no envuelve grandes cuestiones teológicas, filosóficas o históricas, sino que toca en cuestiones psicológicas y simbólicas que desempeñan un gran papel en la sensibilidad y en la piedad de los fieles, y que sería temerario desconsiderar en nombre de una religiosidad “adulta” y considerada racional.

Por ello, con el mayor gusto, le damos cabida en nuestra columna y la respondemos en la medida de nuestros conocimientos, reconociendo humildemente que ella contiene aspectos simbólicos misteriosos para nosotros, probablemente porque son sublimes.

Por qué el magisterio de la Iglesia no se pronuncia

Representación del cielo imaginado por el beato Fra Angélico

Comencemos por lo más fácil. Como bien señala nuestro amable interlocutor, en Fátima y Lourdes —pero también en Laus (Francia), Knock (Irlanda) y Banneux (Bélgica)— la Santísima Virgen apareció descalza. Aún así, en otras apariciones, como en La Salette y Pontmain, Ella usaba sandalias u otro tipo de calzado de formas y colores diversos. Es interesante notar que, en dos casos en que dejó una representación como testimonio milagroso de la veracidad de su aparición —Guadalupe (México) y Las Lajas (Colombia)—, la Madre de Dios aparece usando calzado.

Cabe señalar, de paso, que el mismo Jesucristo apareció descalzo a santa Margarita María de Alacoque y a santa Faustina Kowalska.

El magisterio de la Iglesia no se ha pronunciado, y probablemente nunca se pronunciará, a respecto de los diferentes vestuarios o símbolos usados por Nuestro Señor y por la Santísima Virgen en las apariciones, porque su objeto es el de explicar, profundizar y defender la Revelación pública, sellada con la muerte del último apóstol. En cuanto a las revelaciones privadas, la Iglesia se limita a verificar la ortodoxia de aquello que es transmitido, sea por gestos, sea por mensajes de cualquier tipo, así como si existen elementos serios que avalen el carácter sobrenatural de la aparición.

Cuando en la propia aparición no hay una indicación precisa del porqué del vestuario o de los símbolos en ella utilizados, es lícito que los fieles hagan conjeturas al respecto en función del contexto de la aparición y de aquello que la Virgen quiso comunicar al vidente o a los videntes.

Referencias al calzado en las Sagradas Escrituras

Nuestra Señora de Fátima

Un primer elemento de juicio es que Nuestro Señor y la Santísima Virgen usaron calzado en su vida terrena, como era la costumbre de los judíos de aquella época.

Existen varias menciones al calzado de los hebreos en la Biblia, desde el tiempo de los patriarcas. La más conocida es la orden de Dios a Moisés, al aproximarse de la zarza ardiente: “No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado” (Ex 3, 5). O la orden que recibieron los judíos, a la salida de Egipto, de comer el cordero pascual con “la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano” (Ex 12, 11). San Juan Bautista proclamaba en el desierto que, después de él, vendría “el que es más fuerte que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias” (Mc 1, 7). Y Nuestro Señor, al enviar a sus discípulos a predicar, les ordena no llevar “alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias” (Mt 10, 10) —se entiende un par suplementario—, para que muestren así su confianza en la Providencia. Finalmente, al liberar a san Pedro de la prisión, el ángel le ordenó: “Ponte el cinturón y las sandalias” (Hch 12, 8).

El uso de sandalias por mujeres es ilustrado en el hecho de Judith, para encontrarse con Holofernes, se vistió como para una fiesta: “Se calzó las sandalias, se puso collares, brazaletes, anillos, pendientes y todas sus joyas” (Jdt 10, 4). Se debe suponer que su calzado fuese ricamente ornamentado porque, más adelante, la Biblia dice que Holofernes se dejó seducir no solamente por su belleza, sino también porque “sus sandalias le cautivaron la vista” (Jdt 16, 9).

¿Para representar a los que habitan en el cielo?

Nuestra Señora de Lourdes

La pregunta, entonces, se desplaza: ¿si Nuestro Señor y la Virgen María usaban en la tierra sandalias o algún otro tipo de calzado, por qué motivo a veces aparecen descalzos ante los videntes?

El simbolismo del calzado es claro. En la descripción que hace san Pablo del armamento del cristiano (Ef 6, 15), los calzados significan la firmeza en la marcha, el celo, la prontitud y la generosidad.

A su vez, el descalzar los pies —como vimos arriba en el caso de Moisés— es señal de gran respeto, y los sacerdotes servían descalzos en el Templo. En esa línea, se podría interpretar el hecho de que Nuestro Señor y la Santísima Virgen aparezcan con los pies descalzos para indicar que ellos habitan en el cielo, junto a la Santísima Trinidad.

Otro simbolismo de aparecer descalzos sería el de mostrar que en ellos todo es santo y digno de adoración —como lo reconoció María Magdalena al ungir los sagrados pies de Nuestro Señor—, o de la más alta veneración, como sería poder besar los pies de la Virgen.

Finalmente, la exhibición de sus sagrados pies significa el dominio que tienen sobre el Universo y, en particular, el triunfo sobre sus enemigos. Porque colocar los pies sobre alguien es, en la Biblia, símbolo de colocarlo bajo su dominación, como se ve en el siguiente trecho del libro de Josué: “Os voy a dar toda la tierra en la que pongáis la planta de vuestros pies, como le prometí a Moisés” (1, 3), o de victoria, como cuando Salomón mandó decir al rey de Tiro, que siempre había sido amigo del pueblo elegido: “Tú sabes que mi padre David no pudo construir un templo al Nombre del Señor, su Dios, debido a las guerras que lo tuvieron cercado, hasta que el Señor puso a sus enemigos bajo las plantas de sus pies” (1 Re 5, 17).

Nuestra Señora de Laus

Ese significado es particularmente elocuente en las apariciones o imágenes en que la Santísima Virgen aparece con los pies sobre la luna, para mostrar que Ella es la mujer del Apocalipsis: “Vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza” (12, 1). Y en aquellas en las cuales aparece aplastando la cabeza de la serpiente, como en el caso de la Virgen de la Medalla Milagrosa, en cumplimiento de lo que dice el libro del Génesis: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la de ella; esta te aplastará la cabeza, cuando tú la hieras en el talón” (3, 15).

Esperando haber respondido satisfactoriamente a la pregunta de nuestro lector, hacemos una última observación: cualquiera que sea el vestido y el calzado de la Santísima Virgen en sus apariciones o imágenes, ellos jamás son groseros o inmodestos, sino siempre delicados y puros, hasta incluso cuando Ella está descalza. Una lección para las católicas de nuestros días, que lamentablemente muchas veces se visten sin decoro ni modestia.

San Mateo Venecia y Florencia
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Tesoros de la Fe N°189 setiembre 2017


Suicidios en la juventud ¿Por qué se incrementan en nuestra época?
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