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2 de noviembre. El recuerdo de este día se vuelve hacia os seres queridos que Dios llamó a sí. Especialmente El recuerdo de nuestros prójimos fallecidos, para la mentalidad católica, está cargado de nostalgias, pero también de paz. En un enternecedor homenaje póstumo que se renueva todos los años, las tumbas suelen permanecer floridas y perfumadas. Flores que prenuncian la alegría de la resurrección de los justos, cuando sus cenizas, a la voz del ángel, han de recomponerse en carne viva y reunirse al alma por toda la eternidad. Esta certeza se basa en el dogma de la resurrección de los muertos. En él se funda también la esperanza de que, por la intercesión de la Santísima Virgen, nos reuniremos entonces con aquellos que tanto amamos. Y con ellos disfrutaremos de la eterna bienaventuranza, en los castos y embriagantes placeres del Cielo Empíreo, con el alma arrebatada por la insondable gracia de la contemplación de Dios cara a cara. Mentalidad neopagana vs. mentalidad católica En este siglo de caos, materialismo y neopaganismo, una mentalidad malsana viene desplazando la mentalidad católica. Significativa manifestación de aquella mentalidad es Halloween, en la noche del 31 de octubre, antigua festividad pagana de origen celta, que entró en profunda consonancia con el espíritu moderno, ávido de huir de la seriedad de la vida que le parece aburrida. Halloween usa disfraces y escenografías que inciden en lo burlesco y en lo macabro. La búsqueda frenética de la excentricidad y de la risa llega al punto de complacerse con aquello que la muerte tiene de más repugnante: la palidez cadavérica, la putrefacción, junto a lo hediondo y lo tétrico llevado a la locura. Y también con abyectas prácticas de brujería, claramente condenadas por la Iglesia, mediante las cuales se invoca al demonio y a las potencias infernales. Nada existe en Halloween de la suave y sobrenatural esperanza de la vida eterna. En él, el ansia de placer lanza a los espíritus en una espiral de atracción por lo más bajo, mórbido, feo, rozando en lo blasfemo. Su extravagancia pretende disimular el inmenso tedio y el disfrazado tormento de la anti-civilización neopagana, materialista e igualitaria, que hoy esclaviza a tantos hombres. Él revela un devorador vacío de alma. Y, para llenarlo, propone un llamado histriónico a los poderes de las tinieblas. Sí, a Satanás, el supremo revolucionario, el “rey” del frenesí, de la carcajada insolente y de la eterna desesperación. Recuerdos, paz, esperanza y luz en el alma católica que celebra la fiesta de los Fieles Difuntos como la Santa Iglesia siempre lo enseñó. Frenesí, murmullo de brujas, fastidio, desesperación y tinieblas, en aquellos que se dejan llevar por la agitación de Halloween. Dos concepciones opuestas que anhelan dos destinos eternos, también opuestos ♦
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Nuestra Señora de Laus Un llamado a la frecuencia de los sacramentos |
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San Juan Berchmans La vida de San Juan Berchmans fue de tanta regularidad en el cumplimiento de los deberes y tan constante en el progreso de la virtud, que daba la impresión de no estar sojuzgado por el pecado original... |
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El ocaso del darwinismo Ensalzada hasta hace poco como un dogma, la hipótesis de la evolución propuesta por Charles Darwin está declinando, mientras que la visión cristiana de una intención sobrenatural en el universo se está afirmando cada vez más... |
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Nuestra Señora de Pötsch El Stephansdom, la bella y venerable catedral de san Esteban, edificada hace más de 700 años, es el símbolo de la ciudad de Viena y uno de los más expresivos monumentos góticos que aún restan en la Austria de hoy... |
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Ejemplo simbólico de la lucha contra el aborto «Pedro, ¡si ustedes deben decidir entre mí y la criatura, no duden: escojan a la criatura, yo lo exijo, sálvenla! Yo haré la voluntad de Dios, y Dios providenciará lo necesario para mis hijos». Cuando Gianna Beretta Molla pronunció tales palabras tenía 39 años de edad, era madre de tres niños. ¿Qué fue lo que llevó a esta feliz madre de familia y esposa ejemplar, a no tener pena de sí, sino a buscar lo más perfecto para la gloria de Dios?... |
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Nada repugna tanto a la razón como una igualdad absoluta entre los hombres Todos los hombres son, ciertamente, iguales: nadie duda de ello, si se consideran bien la comunidad igual de origen y naturaleza, el fin último cuya consecuencia se ha señalado a cada uno, y finalmente los derechos y deberes que de ellos nacen necesariamente. Mas como no pueden ser iguales... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino