Después de presentar las pruebas de que el universo fue creado por Dios, publicadas en la edición de mayo, el autor* pasa a tratar de la creación del hombre, compuesto de cuerpo y alma
El hombre es una criatura racional compuesta de cuerpo y alma. El hombre es una criatura, es decir, un ser que viene de la nada por el poder de Dios. Es una criatura racional, es decir, inteligente, capaz de discernir el bien del mal, lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto. Es la razón la que distingue eminentemente al hombre, del animal y de todas las otras criaturas del mundo visible.
El hombre se compone de un cuerpo y de un alma. El cuerpo es esta envoltura exterior, esta sustancia material que vemos, que tocamos… se compone de diversas partes: son nuestros miembros y nuestros diversos órganos. El alma es esta sustancia invisible que vive, siente, piensa, juzga, razona, obra libremente y da al cuerpo el ser, el movimiento y la vida. La unión del alma con el cuerpo constituye al hombre y lo hace un ser intermedio entre los ángeles, que son puros espíritus, y las criaturas sin inteligencia o sin vida, que son materia. Así pues, el cuerpo y el alma son dos sustancias distintas, y su unión íntima, sustancial, personal, constituye el hombre. Es muy cierto que tenemos alma… pues hay algo en nosotros que vive e imprime el movimiento a nuestros miembros… algo que siente, que conoce, que piensa, raciocina y obra libremente. Pero como el cuerpo por sí mismo es inerte, sin vida, sin sentimiento, sin inteligencia y sin voluntad, un cadáver, debemos concluir que hay en nosotros algo diferente del cuerpo, y ese algo es el alma. Por lo tanto, el más noble de los seres vivientes de este mundo sensible es el hombre. Él posee la vida vegetativa: como las plantas, se nutre, crece y muere. Posee la vida sensitiva: como los animales siente, se mueve de un lugar a otro, sobrevive en sus hijos y elige lo que le conviene. Pero, además, posee la vida intelectiva, que, establece una distancia casi infinita entre el hombre y los seres inferiores. ¿Cómo se prueba que nuestra alma es un espíritu? Se prueba que el alma del hombre es un espíritu por sus actos, como se prueba la existencia de Dios por sus obras. Es un principio evidente que las operaciones de un ser son siempre conformes a su naturaleza: se conoce al operario por sus obras. Es así que nuestra alma produce actos espirituales, como los pensamientos, los juicios, las voliciones… luego nuestra alma es espiritual. El alma del hombre no dejará jamás de existir. Todo lo prueba de una manera evidente: 1. La naturaleza del alma; 2. Las aspiraciones y los deseos del hombre; 3. Las perfecciones de Dios; 4. La creencia de todos los pueblos; 5. Las consecuencias funestas que resultarían de la negación de esta verdad fundamental. Los deseos y las aspiraciones del alma, ¿prueban que es inmortal? Sí, el deseo natural e irresistible que tenemos de una felicidad perfecta y de una vida sin fin prueba la inmortalidad del alma… porque este deseo no puede ser satisfecho en la vida presente y, por lo mismo, debe ser satisfecho en la vida futura… si no, Dios, autor de nuestra naturaleza, se habría burlado de nosotros, dándonos aspiraciones y deseos siempre defraudados, nunca satisfechos… lo que no puede ser. Si el deseo de la felicidad no debiera ser satisfecho, Dios no lo hubiera puesto en nosotros. * Extractos del libro La Religión Demostrada, del P. A. HILLAIRE (Editorial Difusión, Buenos Aires, 8ª edición, 1956, pp. 41 y ss.).
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