Este artículo, escrito en 1992 por ocasión del 75º aniversario de las apariciones en Fátima, conserva vigencia en todos sus términos, y adquiere un significado relevante en este año de 2007, en que se conmemora el 90º aniversario de aquellas memorables apariciones Plinio Corrêa de Oliveira El Mensaje de Fátima —transcurridas más de siete décadas de las famosas apariciones de la Virgen en Portugal, en 1917— irrumpe en nuestros días con renovada actualidad, al punto de haber sido recientemente objeto de una extensa materia de primera página en el The Wall Street Journal (27 de setiembre de 1991), uno de los periódicos de mayor circulación en el mundo. Impresionante concomitancia de dos hechos que marcaron el siglo XX ¿Qué es lo que confirió a las revelaciones de Fátima esa sorprendente vitalidad? Es que en ellas está profundamente concernida una nación que ocupa hoy un lugar central en el escenario político mundial, esto es, Rusia. Llama la atención ante todo la simultaneidad de los dos acontecimientos —las revelaciones de Fátima y la Revolución Rusa— los cuales ocurrieron en el transcurso del mismo año de 1917. El comunismo se adueñó del poder en Rusia exactamente 12 días después de la última aparición de la Virgen en Fátima. Un mensaje trasmitido a los tres videntes —Lucía, Francisco y Jacinta— y que permaneció en secreto hasta 1942, señalaba “los errores de Rusia” como siendo el foco central de las graves perturbaciones que realmente vendrían a conmocionar al mundo entero durante la mayor parte del siglo XX. Por fin, en el mismo Mensaje estaba prevista la conversión de esa nación... En estas condiciones, la espectacular caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, con las conmociones políticas que le precedieron y le siguieron en los países del Este europeo —por ejemplo la desaparición de la Cortina de Hierro— no podían dejar de ser asociadas a lo que fue previsto en Fátima. ¿No serían tales acontecimientos señales de que Nuestra Señora estaría cumpliendo sus promesas? El referido artículo de The Wall Street Journal enfoca precisamente esa cuestión. No es posible, en los estrechos límites de un artículo conmemorativo, tratar exhaustivamente de ese punto fundamental de la actual situación política internacional. Corresponde no obstante hacerlo al menos de modo sumario, al celebrar una fecha tan significativa como el transcurso de tres cuartos de siglo de las más célebres apariciones marianas quizás de toda la Historia de la Iglesia. Increpación al mundo, amenaza de castigos, promesa de paz
¿Qué extrae de este Mensaje un lector medio, que a él consagre una atención suficientemente seria? Un lector en tales condiciones retiene del Mensaje el hecho supremamente grave de que la Virgen increpa al mundo por ciertos pecados y lo amenaza con determinados castigos, en caso de que sus pedidos no sean atendidos. El carácter condicional de las promesas de Fátima queda así perfectamente determinado. Es decir, la Virgen deja un camino abierto para que la humanidad pueda escapar del castigo inminente mediante la enmienda de vida. En este sentido, se destaca también el carácter expiatorio de los pedidos hechos por la Virgen: la Comunión Reparadora de los primeros sábados durante cinco meses seguidos y la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón. Si tales pedidos fuesen atendidos, Rusia se convertiría, abandonaría sus errores, y ese factor fundamental de perturbación del mundo cesaría de actuar. El mundo volvería a gozar de paz: la paz de Cristo en el Reino de María. La crisis moral en Occidente no hizo sino acentuarse Pregunta: ¿los pecados cesaron? ¿La expiación fue hecha? ¿La consagración de Rusia se realizó en los términos exactos establecidos por la Virgen? Respuesta: para comenzar por lo más evidente, la crisis moral en Occidente, desde 1917 hasta nuestros días, no ha hecho sino acentuarse rápidamente. Las modas se han ido degradando, aproximándose al nudismo cada vez más generalizado. La asombrosa inestabilidad del matrimonio; la ostentación desvergonzada, hasta con avisos luminosos en locales de fácil acceso, de casas de prostitución; la despenalización y la aprobación de la homosexualidad como un hecho normal; el creciente número de apostasías en el clero y entre miembros de las órdenes religiosas de ambos sexos, frecuentemente relacionado con el menosprecio del voto de castidad; la enseñanza mixta de jóvenes de distinto sexo; la educación sexual en los colegios; los medios artificiales para impedir la natalidad; son otros tantos síntomas de la descomposición moral que afecta a sectores cada vez más amplios de las sociedades occidentales. La secta atea del comunismo procuró construir una sociedad sin Dios En relación a los países del Oriente que fueron dominados por la secta atea del comunismo, fue construida en ellos una sociedad en la cual se procuró desterrar totalmente la idea de Dios. Desde la cima del Estado hasta los más simples detalles de la vida cotidiana de cada individuo, todo se organizó de modo contrario a lo que postula el Derecho Natural codificado en los diez mandamientos de la Ley de Dios. La legislación comunista abolió la propiedad privada, instituyó el igualitarismo más completo y prácticamente extinguió la familia, transformando el matrimonio en un mero registro público que insignificantes formalidades legales podían alterar, según se le antoje a la pareja que episódicamente se juntó. Reforma de la moralidad, la gran olvidada Así, entre las numerosas reformas que todo el mundo —sea en Occidente, sea en Oriente— considera necesarias, nadie pleitea la solución para lo que más ha ofendido a Nuestra Señora, es decir, la reforma de la moralidad, tanto particular como pública; la restauración de la institución de la familia, fortaleciendo la sacralidad e indisolubilidad del matrimonio y la autoridad de los padres sobre los hijos; y sustrayendo a éstos ala exagerada intromisión del Estado —que oficialmente es laico, cuando no directamente ateo— en la enseñanza, en la cultura, en el interior del hogar, etc.
Los pedidos de la Santísima Virgen no fueron atendidos en un punto fundamental Por lo tanto, cualquier afirmación en el sentido de que las promesas de Fátima se estarían cumpliendo exigiría la mayor prudencia, ya que de parte de los hombres no hubo correspondencia a los pedidos de la Virgen en un punto fundamental: la enmienda de las costumbres. Y lo anterior, sin considerar siquiera la discutida cuestión de si las condiciones establecidas por la Virgen para la conversión de Rusia —nación que debería mencionarse de modo especial en la fórmula de consagración— fueron debidamente respetadas en las sucesivas consagraciones del mundo a su Inmaculado Corazón realizadas por los Pontífices. Perestroika, de la esperanza a las espinas Es un hecho, no obstante, que la promesa gorbacheviana de instaurar la perestroika en Rusia provocó, dentro y fuera de aquel país, uno de los mayores terremotos geopolíticos de la historia: numerosas naciones que no vislumbraban la menor esperanza de ser libertadas, que eran mantenidas bajo el guante de hierro del comunismo soviético, súbitamente sacudieron ese yugo y tomaron el propio destino en sus manos. Inclusive Alemania, dilacerada de alto a bajo, se unificó. ¿Cómo no ver con ánimo esperanzado tan alentadoras transformaciones? Pasados, sin embargo, los primeros momentos de optimismo, la mirada de los observadores realistas comenzó a discernir espinas en medio de las rosas. Setenta años de comunismo en Rusia y cerca de medio siglo en las naciones satélites o anexadas produjeron una devastación de las instituciones y una apatía en las poblaciones, sin que se observen señales de pronta recuperación. Por el contrario, los analistas y los medios de comunicación social pasaron a enfocar cada vez con mayor frecuencia el gravísimo problema de las migraciones hacia Occidente de multitudes hambrientas —algunos hablan de decenas de millones— en busca de condiciones de sobrevivencia. Los pueblos de las naciones occidentales comienzan a inquietarse delante de la perspectiva de esta nueva “invasión de los bárbaros”, la cual, si tuviera las proporciones pronosticadas, producirá a su vez devastaciones inimaginables. Además del empobrecimiento económico provocado por esa invasión, la mezcla de poblaciones tan diferentes hará que esas naciones vayan perdiendo su propia identidad. Occidente, que a pesar de todo acabó resistiendo a la prédica doctrinaria del comunismo, ¡se vería así destrozado por una operación aparentemente a-ideológica! A esta altura una pregunta se impone inevitablemente. Cuando Gorbachev determinó el derrumbe de la Cortina de Hierro, ¿no era éste exactamente el efecto que tenía en vista? Se comprende entonces que muchos europeos comiencen a tener nostalgias de la Cortina de Hierro, hasta hace poco considerada la muralla del horror, y que ahora se revela como habiendo sido una barrera protectora... ¿Retracción o metamorfosis del comunismo? Los espíritus más perspicaces siempre vieron con desconfianza la perestroika. Temían que ella encubriera en su seno una vulgar artimaña del comunismo. Hoy en día, la opinión pública de Occidente va percibiendo lentamente que los verdaderos fines de la perestroika eran en realidad oscuros. Tal vez no esté lejos el día en que el indiscutible retroceso del comunismo revele que él no fue sino una metamorfosis, y que de la larva en descomposición sale volando la “linda” mariposa de la autogestión... Autogestión ésta que todos los teóricos y líderes máximos del comunismo, desde Marx y Engels hasta Gorbachev, siempre presentaron como la versión extrema y acabada del comunismo, la quintaesencia el mismo. En el propio preámbulo de la Constitución soviética, así estaba afirmado con todas sus letras. De este modo, el comunismo, aparentemente derrocado, se habría diseminado por todo el mundo. En este punto, sí, las profecías de Fátima estarían siendo confirmadas por los hechos, pues en ellas se advierte: ¡si los hombres no se enmendasen, Rusia esparcirá sus errores por el mundo!
Lucidez, vigilancia y ánimo Es pues, del mayor interés tomar conocimiento del Mensaje de Fátima en su versión auténtica —conforme resulta de los manuscritos de la Hermana Lucía— para que los espíritus se mantengan lúcidos, vigilantes y animosos frente a los acontecimientos extraordinarios que puedan llegar a ocurrir, sumiendo a la humanidad en la perplejidad y en la aflicción. Para los que tienen fe, resonarán siempre en sus oídos las palabras de la Virgen en Fátima: “Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará”.
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