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Actitud servil hacia los jefes de los hijos de las tinieblas Plinio Corrêa de Oliveira
Los dos personajes de la ilustración están confabulando, están tramando un complot. El mayor de ellos es un fariseo experimentado, con aire sacerdotal, que discretamente recomienda a Judas Iscariote actuar de determinada manera, indicándole los detalles de la siniestra acción. Y Judas, inimaginablemente cruel y sin escrúpulos, escucha las instrucciones con un aire respetuoso, para ejecutarlas con exactitud. Es el tono que todo hijo de la luz —aunque haya dejado de serlo— adopta hacia los jefes de los hijos de las tinieblas, cuando ese hijo de la luz no corresponde a la gracia. Sin saber de qué conversan, casi se tiene la impresión de escuchar el murmullo y sus voces: “Mira, no dejes de hacer tal cosa”. “Haz tal otra cosa”, etc. Judas, por supuesto, ya tiene en manos la bolsa con las treinta monedas de plata: está recibiendo las últimas recomendaciones, junto con el dinero de la traición. Se puede observar la figura del diablo detrás de Judas, como que moviéndolo a consumar su tenebroso plan.
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La Semana Santa Cómo practicar la visita a los Monumentos |
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España al borde del abismo: ¿una nueva Sodoma y Gomorra? La aprobación del llamado “matrimonio” homosexual en España constituye una gravísima ofensa a Dios, máxime dadas las actitudes de miembros del Gobierno, de ostentoso desprecio por las censuras de S. S. Juan Pablo II a ese propósito, poco antes de fallecer... |
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Moderación, la gran exageración de nuestra época RESUMAMOS EN DOS PALABRAS nuestro artículo anterior. La exageración es un defecto que puede corromper cualquier virtud. El amor a la patria, por ejemplo, es una cualidad, pero la estatolatría es un defecto. La justicia también es una cualidad, pero su exageración puede transformarla en dureza y hasta en crueldad. La intransigencia es una virtud, pero si es llevada al exceso puede llegar al sectarismo. Y así en adelante... |
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Dádiva de bondad Ala puerta de una rústica casa un mendigo recibe el ofrecimiento gentil de una reconfortante colación. Es conocido en el valle. La fortuna le ha dado cruelmente la espalda, dejándole a merced de la caridad... |
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Un pecado que desagrada a los mismos demonios Desgraciados… como ciegos y tontos, ofuscada la luz de su entendimiento, no reconocen la pestilencia y miseria en que se encuentran, pues no solo me es pestilente a mí, sino que ese pecado desagrada a los mismos demonios, a los que esos desgraciados han hecho sus señores... |
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La función social de la riqueza El Evangelio recomienda el desapego de los bienes de la tierra. Ese desapego no significa que el hombre deba evitar su uso, sino solamente que los debe usar con superioridad y fuerza de alma, así como con templanza cristiana, en lugar de dejarse esclavizar por ellos... |
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