“La virtud se vierte fácilmente del corazón de la madre al corazón de los hijos” (san Juan María Vianney) Hemos visto en más de una ocasión lo perjudicial que es para una familia, y en particular para una mujer, que una madre se vea obligada a una larga jornada de trabajo fuera de casa. Hoy trataremos de exponer los graves perjuicios que tal circunstancia —a menudo impuesta por la agitación de la vida moderna— acarrea para los hijos. Si una madre de familia pasa el día entero fuera del hogar, el niño se queda en casa, lejos de la imprescindible mirada materna y, en muchos casos, al cuidado de la “niñera electrónica”, la nefasta televisión inmoral; o aferrado a videojuegos en consolas y celulares. O bien permanece en jardines de infancia, guarderías y centros comunitarios. Todo lo cual alterará significativamente la formación y el carácter del niño. Comprobación científica Para confirmar esta tesis, citaremos algunos estudios científicos modernos realizados en el mundo anglosajón. Esto se debe a que, a pesar de habernos empeñado en una búsqueda exhaustiva sobre el mismo tema en nuestro medio, solo encontramos estudios superficiales y cuestionables que no nos proporcionan elementos suficientes para llegar a una conclusión seria y sólidamente fundada. En primer lugar, mencionaremos un riguroso estudio elaborado por la Universidad de Essex.1 2 Este estudio demuestra el paupérrimo rendimiento en los exámenes escolares de los niños que han pasado su primera infancia (de 0 a 3 años) y su segunda infancia (de 3 a 7 años) en escasa convivencia con sus madres, debido a la necesidad de que éstas trabajen todo el día fuera del hogar.
Un segundo estudio del National Bureau of Economic Research 3 (Carolina del Norte), también demuestra que, para un óptimo rendimiento escolar de los niños, nada mejor que la presencia materna en sus primeros años. El autor de este estudio, Christopher Ruhm, además demuestra que si la madre pasa demasiado tiempo fuera del ambiente doméstico, el rendimiento intelectual del niño será normalmente inferior. Ruhm, tras una atenta observación en la que participaron cuatro mil niños estadounidenses, concluyó su investigación señalando el hecho de que ellos tienen más dificultades para comunicarse verbalmente, así como para realizar una lectura atenta, si pasaron su primera infancia privados de la convivencia materna. Por eso, el autor aconseja a los padres que por sus necesidades se ven obligados a pasar largas jornadas fuera de casa, que traten de estar con sus hijos el mayor tiempo posible, antes de salir al trabajo; y luego, cuando regresen. Desarrollo superior Más estudios respaldan la tesis expuesta: “Los niños cuyas madres o padres se quedan en casa para estar con ellos se desarrollan mejor que aquellos cuyos padres trabajan fuera de casa. Este mejor desarrollo supone: mejores calificaciones escolares, menores tasas de desempleo y estrés durante la vida. La investigación, financiada por la Fundación Joseph Rowntree, examinó los efectos que el trabajo de los padres tiene en el desarrollo de sus hijos. Se descubrió que el trabajo a tiempo completo o parcial de los padres, especialmente de la madre durante los primeros cinco años de vida del niño, puede afectar seriamente su posterior desarrollo. “Este estudio exhorta a los padres a pasar más tiempo con sus hijos pequeños, incluyendo un permiso de maternidad más largo y también un permiso de paternidad. “El profesor John Ermisch, coautor del estudio, señala que si los padres pasan apenas breves momentos con sus hijos antes de que ellos entren en la escuela, pueden provocar consecuencias a largo plazo. Estimular a los padres a pasar más tiempo con sus hijos puede ser una inversión justificada para el futuro. “Otra investigación, realizada por el Institute for Social and Economic Research, estudió la influencia del trabajo de los padres en el desarrollo económico de 800 menores. El resultado: los niños cuyas madres no trabajaron fuera de casa durante los primeros cinco años de sus hijos tienen un 12% más de posibilidades de alcanzar un alto nivel académico que aquellos cuyas madres volvieron al trabajo después de los 18 meses de vida de sus hijos”.4 Influencia en la conducta El estudio más asombroso y exhaustivo sobre la conducta infantil —la mayor encuesta a largo plazo— se llevó a cabo en 10 ciudades de Estados Unidos, financiado por el National Institute on Child Care and Human Development (una división del National Institute of Health). El cual demuestra que los bebés que pasan la mayor parte del tiempo con niñeras o en guarderías, son más propensos a tener problemas de comportamiento, en una proporción tres veces más grande que los bebés que pasan la mayor parte de sus primeros meses con sus madres. Los autores también concluyeron que los niños pequeños que pasan más de 30 horas a la semana con terceros son más difíciles de complacer y más desobedientes, así como más agresivos y exigentes. Uno de los principales investigadores de este estudio, el psicólogo Jay Belsky, resumió: “Cuanto más tiempo permanecieron los niños al cuidado de terceras personas, más problemas de conducta tuvieron. […] En los temas de rebeldía, altercados, mala voluntad, malicia, reclamos y fanfarronería, obtuvieron los índices más altos”.5 Alcoholismo y drogas Por último, para animar a los padres a pasar más tiempo con sus hijos, presentamos los resultados de una importante encuesta realizada por el National Center on Addiction and Substance Abuse (Universidad de Columbia). El cual constata que los jóvenes que pasan poco tiempo con sus padres, y los que no suelen comer con la familia, tienen más dificultades para resistirse al consumo de drogas y al abuso de bebidas alcohólicas. La inversa es cierta: los adolescentes que habitualmente almuerzan o cenan con sus padres en la mesa familiar tienen el doble de probabilidades de resistirse a las drogas y al alcohol.6 * * * Los datos anteriores constituyen apenas una breve exposición de la información que recogimos, pero son suficientes para hacer evidente la necesidad de la presencia materna junto a los hijos. Sin embargo, disponemos de otros estudios que confirman esta misma tesis. El sentido y el amor maternos, así como la intuición innata de una madre, le proporcionan una percepción clara y superior a cualquier estudio académico; ella no necesita, por tanto, de pruebas científicas para dispensar a sus hijos la mejor educación intelectual, moral y religiosa. Las investigaciones, sin embargo, son útiles para oponer argumentos adecuados a ciertos movimientos feministas radicales. Y además reafirman lo mucho que un niño depende de la mirada, el cariño, el apoyo, la virtud y el ejemplo de una buena madre, que modela a su hijo cada día a través de una intensa vida familiar. Esta última consideración me trae a la memoria, conmovido, el dicho simple de una virtuosa y bondadosa madre. Ella definía la vida familiar con estas sencillas pero elocuentes palabras: “Vivir, hijo mío, es estar juntos, mirarse y quererse bien”.7
Notas.- 1. Cf. Mons. Francis Trochu, El cura de Ars, Ediciones Palabra, Madrid, 1999, p. 35. 2. “The Telegraph”, 4-02-2001. 3. “Financial Times” 16-05-2000. 4. “The Times”, 14-03-2001. 5. “The New York Times”, 20-04-2001. 6. Cf. “The Washington Times”, 22-02-2001. 7. Referencia a doña Lucilia Ribeiro dos Santos, madre del profesor Plinio Corrêa de Oliveira.
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